jueves, 29 de agosto de 2013

IBON DE ANAYET


Una vez que estábamos en el valle de Tena no quisimos irnos sin subir al Anayet. Nos planteamos esta ascensión para pasar un día distendido, ya que nos la recomendaron unos compañeros vascos que la habían realizado el mismo día que nosotros realizamos  los ibones Azules, y a su vez ellos también hicieron la que nosotros le recomendamos; esto es lo bueno que tiene la montaña, la reciprocidad. Pero para nada es una ruta distendida, eso sí, merece la pena, por su gran belleza, por un entorno totalmente natural, ya que, arriba confluyen picos, valles, lagos glaciares, praderas, y por unas vistas increíbles.
Salimos desde la entrada a un aparcamiento de la estación de esquí de Formigal  llamado Anayet, y  empiezas el recorrido por la carretera que accede al parking, que ahora está cerrada al tráfico, no sabemos si es debido a la transhumancia o por preservar las infraestructuras, porque pasas por la fábrica de nieve y las instalaciones de la estación.
Una vez llegamos a los remontes caminas unos minutos por una de las pistas y enseguida nos adentramos en un bonito sendero que discurre paralelo al barranco de Culivillas, desagüe natural de uno de los ibones de Anayet, que vierte sus aguas al río Gállego que nace unos centenares de metros más arriba, cerca del Portalet.
Una vez metidos en el barranco (GR-11, tramo Sallent de Gállego a Canfranc) tenemos al norte la Punta de la Garganta y al sur el Pico Culivillas (2.529 m), por este tramo, el desnivel acumulado se va haciendo notar y la ascensión se va ralentizando debido a las cuatro ascensiones que ya  llevábamos en nuestras mochilas en menos de una semana, esto hizo que nos tomásemos esta ascensión con tranquilidad.
Llegas a la parte alta del barranco y el desnivel se suaviza. Entramos en el altiplano con sus ibones  a 2225m; a partir de aquí tenemos dos posibilidades, una seguir el GR-11 a la derecha que te lleva al barranco de la Canal Roya desde donde puedes seguir bajando o bien giras a la izquierda y subes al Collado Rojo  que te lleva a los restos de la caldera volcánica que configura el pico del Anayet a 2545m.
Pero nosotros decidimos no realizar este día ninguna ascensión y quedarnos en los llanos a disfrutar de un merecido descanso, y reponer fuerzas para al día siguiente ir a nuestra cita con Pirineos Sur, donde el rockero argelino Rachid Taha efectuaría una puesta en escena buenísima  de su música, con mezclas de raï contemporáneo, rock, electrónica y punk que unido a una voz enronquecida y áspera le confiere  un estilo muy personal.
Cuando estábamos en los ibones nos tomamos nuestro tiempo para recrearnos con las vistas que nos ofrecía el Pico de Midi d´Ossau y  todo el macizo de Anayet, con un paisaje multicolor, ya que prácticamente nos encontramos dentro de lo que fue una vieja caldera volcánica que conserva el colorido rojizo y negruzco de las  andesitas. Estos colores, pueden dar lugar al topónimo, por el anabione (arándano).
También aquí podemos disfrutar de uno de los ecosistemas que sólo se da por esta parte de Aragón, como son las turberas que se deben a viejos ibones colmatados, por lo tanto podemos disfrutar de florecillas únicas y de una fauna de alta montaña.



Al fondo en el centro el macizo de los Infiernos

Canal Roya con el Midi d´ Ossau


Pico de Anayet a la izquierda


                                             

lunes, 26 de agosto de 2013

Infierno Occidental (3075) y Central (3083), segundo asalto.


El topónimo de esta montaña, probablemente, viene de la dificultad que supone coronar su cima, que parece ser el mismísimo infierno.
Tras el intento fallido del 23 de julio, el 25, replanteamos la subida a este macizo. Salimos antes de las 7 de la mañana a caminar, desde el mismo lugar. No cabía en nuestros planes volver de los Pirineos sin pisar mármol. Disculpad nuestra osadía, parafraseando a Vetusta Morla.
Alcanzamos los Ibones Azules con mejor horario que hacía dos días, y nos ajustamos el material invernal para afrontar la subida al Collado de Tebarrai.
La nieve está fotogénica en esta fecha, pues el mineral la mancha y tiñe a su antojo, quedando más bella que cuando acaba de precipitar en invierno. Las vistas de la impresionante veta de mármol de los Infiernos es espectacular, y contrasta de lejos con el color bermellón oscuro de las rocas que la rodean; ya el día anterior, al volver de la patria de Roland, la contemplamos entusiasmados, oteando a donde pretendíamos subir al día siguiente.
Alcanzamos sin dificultad el Cuello del Infierno y dejamos el material invernal en unas piedras. El Ibón de Tebarrai está pletórico de agua, y el hielo flotando sobre su superficie le confiere un toque muy primaveral; el pico del mismo nombre, nos mira sugerente, invitándonos, pero no hay horas para todos pese a parecer que están muy cerca… quizá los corredores de montaña tengan la capacidad de poder alcanzar varias cumbres en una tacada, pero eso es para seres de otro planeta… nosotros, simples senderistas que soñamos con ser alpinistas no podemos abarcar tanto.
Aquí, en el collado, empieza lo bueno, y empieza a complicarse nuestra ascensión, aunque desde luego este lugar puede considerarse un buen fin de ruta.
Varias son las trochas que ascienden hacia el Garmo Blanco, que muchos confunden con el Infierno Occidental; por eso siempre vamos acompañados de un plano 1:25000 de la zona.
El terreno se escarpa a cada zancada, y nos encontramos frente a un nevero, muy tumbado, que arriesgaba el paso… así que, lo bordeamos ascendiendo, metiéndonos en zonas de II grado. Isabel dijo que siguiera yo. Estábamos a +2900 metros, así que continuamos separados. Isa dio la vuelta al asomarse a la arista y contemplar la marmolera, rozando la cota tres mil…
Uno, que es más inconsciente que las propias piedras, repechó con pasos expuestos (muy expuestos), de III, hasta el Garmo Blanco, y de ahí, por la directísima hacia el primero de los Infiernos (3075m).
 Desde la cumbre, sólo tuve que cruzar la arista afilada de mármol para alcanzar el Infierno Central (3083m). Lo había conseguido. 9 años después, volvía a pisar las mismas piedras.
Para siempre… nos sentiremos jóvenes. Igual que Bob Dylan se deja la voz en Forever Young, porque sabe que no puede ser, nosotros nos dejaremos la piel en las montañas… aunque una década no pasa en vano y la velocidad no es la misma… pero lo hemos alcanzado.
Los Ibones de Pondiellos, de color turquesa y cubiertos de hielo, la Basa de la Galabrosa, el Gran Facha (3005m), Balaitús (3144m); Algas, Garmo Negro y Argualas… y un sin fin de montañas que se yerguen por encima de los tres mil metros… la vista desde lo más afilado del macizo “infernal” merece ser contemplada por cualquier persona amante de la montaña.
Trece horas después de haber comenzado la ruta, llegamos de nuevo a los baños de Panticosa, junto a Alfonso y Josep, hermano del gerente de Cota Zero, empresa que se dedica a la montaña y al kayak de mar en Vilanova i la Geltrú, con los que descendimos los últimos y bellísimos metros de esta formidable ascensión. Llenaría mi bidón de agua unas 4 veces de los muchos torrentes que bajan a diestro y siniestro jalonando el recorrido: hay que llevarse dentro una parte de las montañas.
Hemos estado en el Infierno, también en el Cielo, ¿qué nos queda, si realmente vivimos en el paraíso?







Ibón Azul Inferior

Al fondo el cuello de Tebarrai

Ibón y Pico de Tebarrai



Marmolera desde el Infierno Occidental

Ibones Azules desde el Infierno

Ibón de Pondiellos desde el Infierno

Infierno Central 3083m

Arista Cimera de los Infiernos




Contemplando el embalse de Bachimaña Alto

                                               

viernes, 23 de agosto de 2013

KAYAKS DE MAR Y REMO DE MADERA


La mañana tranquila invitaba a abandonar el hogar y salir a mojarse un rato. Llevo varios días dedicados a la confección de un remo, para el kayak, empleando la madera de cedro brasileño como materia prima.
Mis conocimientos de carpintería y ebanistería se reducen al montaje de algún kit de estantería o descolgar una puerta para engrasar las bisagras, pero como lo que me sobra es tiempo, y no dinero, no arriesgaba nada y me serviría de distracción estival.
Ya lo probé en Guadarranque, el lunes, y hoy viernes le hemos dado el remojón definitivo, para comprobar si hay que recortar o modificar algo.
La impresión ha sido buena, pues Isabel ha remado más de una hora y media con el cedro en sus manos y le ha gustado… además, ha estrenado kayak. Yo, sin embargo, he podido comprobar las cualidades marineras de mi WaterDevil.




miércoles, 21 de agosto de 2013

IBONES AZULES


Desde Escarrilla, donde pernoctamos, hasta Panticosa (baños), apenas hay media hora de coche, por lo tanto sobre las siete y cuarto de la mañana ya estábamos caminando, buscando el GR-11 que parte desde la “trastienda” del refugio Casa de Piedra, donde pernocté hace 9 años, para afrontar la misma ascensión de este 23 de julio.
Podemos decir que un ibón es un lago de origen glaciar, que normalmente se sitúa sobre los 2000 metros de altitud. Este término se emplea en Aragón, ya que en Cataluña se les llama Estany. Los hay con bastante profundidad, como el ibón de Cregüeña, en el macizo del Aneto, que tiene un centenar de metros según un estudio batimétrico realizado por el CSIC.
Podríamos haber titulado esta entrada: Intento fallido a los Infiernos. Pero no queremos ser catastrofistas, y dar una oportunidad al optimismo, total, la subida a estos Ibones, es considerada por muchos como una ruta en si.
Desde Casa de Piedra, y al comienzo del empinado sendero, la “cartelería” nos invita a visitar el Glaciar Los Infiernos.
Ascendemos por un lateral del Caldarés de Baños, por donde bajaba una cantidad de agua difícil de explicar, y pronto pasamos junto a la Cascada del Pino, de la que no vamos a comentar nada.  El paisaje es emocionante de veras, y en primavera, está todo exuberante. Muchísimos lirios en flor, los pinos cargados de polen, setas, agua, agua, agua… ah!, y agua. Las marmotas, a nuestro paso, gritan advirtiendo al resto de camaradas, y si te paras un rato a observar, las ves, incluso las puedes fotografiar… pero no tenemos instinto de paparazzi, además, si te paras mucho… no subes montañas.
El cielo despejado, prometía ser un día maravilloso para ascender al Infierno, y no paraba de canturrear una canción de Mumford and Sons I Will Wait, I will wait for you… hasta que llegamos a la cuesta del Fraile, donde la respiración se nos cortó, y no sólo por lo escarpado del trazado, si no por la enorme Cascada del Fraile, que tenía (y tendrá) un caudal brutal, con una caída de unos 200 metros. Realmente impresionante, y es que el embalse alto de Bachimaña no tiene más remedio que soltar agua pues quedan neveros kilométricos por encima de los 2500 metros.
Hace justo un año que inauguraron el nuevo refugio, a pié del embalse, a 2200 metros, para poder fraccionar estas ascensiones, que nosotros muy valientes quisimos hacer en un solo día.
 El Bachimaña tenía un color indescriptible, con una isla rocosa en el centro, y rodeado de montañas que rozan los tres mil metros de altitud.
En la cola del embalse damos un giro brusco, de noventa grados, hacia el Oeste, para ir en busca del Collado de Tebarrai o Cuello del Infierno, de 2721m, sorteando torrentes de agua y siguiendo las marcas del GR-11, indiscutiblemente, el gran recorrido más bonito e importante de toda la península.
Al llegar al primer Ibón Azul, y contemplar los enormes icebergs que flotaban sobre sus transparentes aguas, quedamos perplejos. Pero que bonita es la primavera pirenaica… desde luego, quien no ha hecho senderismo en Pirineos, está tardando.
El Ibón Azul superior estaba más cubierto de nieve, y aquí nos paramos a cambiar las zapatillas por las botas, dejando las primeras junto a unas piedras, pues lo que vendría ahora era un enorme manto níveo bastante endurecido.
Apenas comenzamos a caminar de nuevo, vemos por detrás de los impresionantes Infiernos, como asoman nubes de tormenta, pero en principio no nos alarmamos, hasta que empezamos a oír el tronar de las descargas, y cada vez más cerca.
Nuevamente nos sorprendió la tormenta en altura, pero esta vez no habíamos conseguido nuestro reto. Nos refugiamos en una pequeña covacha, junto a tres montañeros con los que coincidimos, y al cabo de una hora, y de pensarlo mucho, tomamos el rumbo de la derrota y volvimos cabizbajos por el mismo camino de subida.
El día abrió, y lo pasamos muy bien. El Infierno tendrá que esperar a otra ocasión… y al día siguiente, subimos en coche el Portalet y el Coll D´Aubisque, mítico puerto del Tour de France, donde también disfrutamos, de otra forma, de unos bellos rincones de nuestros vecinos del norte, como las Crestas Blancas, y mares de nubes a medio día; incluso compramos fromatge y gasolina blanca para nuestro Coleman, tan difícil de encontrar en España.




Embalse Inferior de Bachimaña y nuevo refugio

Embalse Alto de Bachimaña 2200m

Desagüe del Ibón Azul Inferior 2360m

Ibón Azul Inferior



Ibón Azul Superior



Vista de Los Infiernos desde el Ibón Azul



Cascada del Fraile



                  

viernes, 16 de agosto de 2013

ESPEJISMO


Aunque a veces, a la vista nos puede dar la impresión de estar flotando por aguas cristalinas, este verano, los castigados caños, están que dan asco.
Las depuradoras no dan abasto, o han sufrido algún daño, pero sale cantidad de aguas fecales sucias y mal olientes a un espacio que está declarado Parque Natural.
Luego ponemos banderas azules en nuestras playas, para atraer turismo, pero la realidad es que se te quitan las ganas de remar por este entorno.
 


martes, 13 de agosto de 2013

Picos de Urbión (2228m) y Nacimiento del rio Duero


En 2010 paseamos por los alrededores de la Laguna Negra, y nos gustó mucho el entorno, pero íbamos de paso y debíamos posponer la posibilidad de subir a esta cumbre Soriana, hasta un 21 de julio de 2013.
Desde donde pernoctamos, atravesando poblaciones como Viniegra de Arriba y Abajo, Montenegro de Cameros, Puerto de Santa Inés y acompañados de un paisaje espectacular, llegamos al paraje de Laguna Negra, para afrontar la subida a esta emblemática cumbre.
La fecha, ha sido la mejor desde hace varios veranos, pues aun quedaban importantes neveros, había agua por doquier y estaba todo el paisaje de un verde brillante.
Dejó de llover unos instantes antes de bajarnos del coche, y la temperatura era fresca e invitaba a caminar, por un sendero, muy bien jalonado, enseguida nos adentramos a un corredor o brecha, a través del cual subiremos a la parte alta del circo glaciar que forma la bellísima Laguna Negra.
Caminamos entre brezo, pino silvestre y mineral granítico, sorteando arroyos y saltos de agua. El día empezó a darnos una tregua y los paisajes se mostraban sublimes.
La suerte de un invierno prolongado, con mucha precipitación además de las bajas temperaturas, han propiciado que, nosotros, hayamos vivido dos primaveras en 2013, olvidando por unos días el bochornoso verano andaluz, y recordando paisajes pirenaicos en el corazón de Soria.
Una vez alcanzada la laguna Larga, que estaba vaciando hacia el NE, vimos nuestro primer objetivo a lo lejos, y la brisa que corría, nos hizo abrigarnos antes de llegar a la cuerda. Desde aquí se contempla el desagüe de la Laguna Helada.
El día empezó a cerrarse, y pasado el collado, desde el que vemos el pico Las Tres Provincias (Burgos, La Rioja y Soria), empezó a llover, pero no parecía preocupante, hasta que llegamos a la cima, y el cielo se tornó gris oscuro cuasi negro. Empezó la tormenta.
Aunque el grupo sevillano Poni Bravo, tenga el valor de cantar: “yo no le temo al rayo, porque tiene brillo, lo mismo que mi caballo”, nosotros salimos zumbando que pita, que dirían los Hermanos Pizarro,  para refugiarnos bajo el Balcón de Pilatos, pues arriba hay demasiado hierro en forma de crucifijos y demás.
Bajo esa enorme roca en forma de paquidermo estuvimos más de una hora mientras los rayos caían muy cerca de nosotros.
Finales de julio y la temperatura era casi invernal. Ese mismo día, en Ansó, un rayo atravesaba a un chico de 13 años. Sobrevivió… sorprendentemente.
Cuando pasó el temporal, bien capeado bajo techo, nos acercamos al nacimiento del Duero, y kilómetro cero del GR-14.
Posiblemente sea una de las ascensiones más atractivas que se puedan realizar en el Sistema Ibérico, aparte de por su belleza intrínseca, por la suerte de coincidir en una de las mejores primaveras de finales de julio de los últimos años.