Ya
ha entrado el verano, aunque el calendario no opine lo mismo, pero si la
primavera se adelanta, con el estío suele ocurrir igual.
Aún
tenemos ganas de montaña, así que el sábado, temprano, nos acercamos al área
recreativa El Bujeo, para quién no sepa
donde está, se sitúa en la carretera que une Tarifa con Algeciras, en la parte
meridional del Parque Natural de los Alcornocales, casi en el collado o Puerto
del Bujeo.
La
cumbre que nos ocupa es bien visible e identificable a muchos kilómetros de
distancia, pues en ella se alzan casi una docena de antenas de repetición de
señales de telefonía, radio y televisión.
Desde
donde dejamos el coche, tomamos al principio un carril, totalmente transitable
en bicicleta, que nos invita a recorrer el río Guadalmesí, que significa “río
de las mujeres” y nace en sierra Luna desembocando sus aguas en el Mediterráneo.
A
través del cual vamos ganando altura muy lentamente, pero ganando en amplitud
visual hacia el sur del barranco y hacia el estrecho de Gibraltar, a cada paso.
La
mañana se desató venteada, de poniente, y con acumulación de nubes no muy
altas… bastante fresco para tratarse del recién estrenado junio, pero en en el
sur andaluz esto es muy frecuente.
Una
vez tomamos la senda serpenteante que evita el rodeo que daríamos de seguir por
el carril, entramos de lleno en la espesura, y vamos a disfrutar de lo que
serían los bosques perennifolios de hace 20 millones de años, allá por el
Cenozoico o Era Terciaria, aunque bastante más desvirtuados que entonces, pues
las condiciones ambientales y climáticas habrán cambiado drásticamente.
Pero
lo que aún se conserva de éste tipo de bosque es su ecosistema vegetal de gran
exuberancia caracterizados por arboles de hoja perenne y de un gran porte.
Para
nosotros va a ser un espectáculo ver brezos o Ericas, que normalmente no
superan el metro de altura, alcanzando en estos canutos una altura
significativa, de unos 4 metros. Los quejigos son enormes y suelen estar
cubiertos de musgo y yedras; suelen sustituir a los alcornoque en las zonas
húmedas sobre todo en las umbrías, los helechos casi nos cierran el camino,
llegando a la altura de nuestro pecho; los
alcornoques, desnudados por el
hombre, alcanzan un diámetro y un porte excepcional. Estamos hablando de una
naturaleza desbordante y a la que debemos cuidar bastante.
Creo
que es imprescindible pasar por allí antes de morir, igual que nadie debe
acabar sus días sin haber visto y escuchado en directo el sonido de un Hammond
B3. Grupos como Deep Purple o The Spencer Davis group han sabido darle a ese
instrumento su sitio dentro de la música popular de los años 60 y 70, y aún hoy
se utiliza muchísimo este órgano, sobre todo en el Jazz, el Soul, el Blues…
aunque no se disponga de un B3 original, los sintetizadores imitan su sonido
hasta hacerlo inconfundible, pero el encanto de la madera… no lo conseguirán
nunca.
Una
vez salimos del precioso y bien jalonado sendero, nos damos de nuevo con el
carril, asfaltado pero en muy mal estado, y aprovechamos para hacer nuestro
ejercicio de orientación, por lo que sacamos el plano, para ver donde nos
encontrábamos, cogiendo la posición de nuestro receptor GPS.
Continuamos
ascendiendo y el viento empezaba a notarse cada vez más, debido a que nos vamos
adentrando en la zona más alta, con suelos más pobres y donde va creciendo el
matorral llamado herrizas que es un tipo de arbusto achaparrado y nos va
dejando ver las lajas de la cumbre formadas por arenisca que debido a los
fuerte vientos que se dan en ésta zona adquieren una forma singular.
Las
horribles antenas de la cumbre de la montaña estaban metidas en niebla, y
hacían un ruido terrible al ser azotadas por el fuerte poniente que estaba
entrando. Tuvimos que abrigarnos bastante (en junio), pues hacía frío, así que,
no permanecimos mucho tiempo en el Gitano.
Descendimos
dirección al Tajo de las Escobas, que se encuentra entre el cerro ascendido y
el Pico de Sierra Luna, y por donde están preparando una franja cortafuegos,
pero es muy difícil avanzar fuera de sendero o carril… hay mucha vegetación
compuesta por jaras y brezos, principalmente.
Después
de degustar unas tapitas de queso de
elaboración totalmente natural (LosHardales, de Chiclana), en el quejigal del Juncal, empezamos la bajada antes de
que el sol terminara de asomar y con su presencia, subieran las temperaturas,
evitando en todo lo posible el carril, y tomando el sendero que discurre bajo
las sombras de alisos y quejigos, muy próximo al canuto del río Guadalmesí,
observando también, los restos del desprendimiento de tierras acaecido en la
época de lluvias de hace 2 años.
Para
terminar el día, nos fuimos a la Playa de los Lances, colindante con la playa
de Valdevaquero, una de las pocas playas que se conserva vírgenes de España y
en pleno Parque Natural del Estrecho y con un gran valor ecológico ya que
contiene un cordón de duna único en toda Europa. Y que ahora la quieren someter
a una salvajada inmobiliaria con la construcción de 1.423 plazas hoteleras y
350 viviendas; y que todos los partidos políticos se frotan las manos en el
intento por llevarlo a cabo. El alcalde de Tarifa, que cuando estuvo en la
oposición se manifestaba en contra de este proyecto, ahora da luz verde y es
uno de los principales precursores de esta barbarie ecológica.
Si quieres salvar Valdevaquero de una muerte ambiental colabora con tu firma aquí:
https://www.change.org/es/peticiones/salvemos-valdevaqueros
Después de un merecido almuerzo, al fresquito
que proporciona la sombra de un pinar junto al litoral cuando el mar está a
barlovento, escuchábamos el programa La
Madeja, dedicado en esta ocasión a David Bowie, más concretamente a su
andrógino álter ego Ziggy Stardust.
Tras
culturizarnos un poco más, musicalmente hablando, y tras un refrescante
baño, me embullí dentro de mi pequeño
kayak, y estuve un rato jugando a surfear olas.
Datos Técnicos
Localización: Parque Natural de los Alcornocales
Población: Tarifa (Cádiz)
Altitud máxima: 824m
Distancia recorrida: 17kms
Desnivel: 671m
Tipo de trazado: Circular
Clima: Media montaña
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