lunes, 19 de marzo de 2018

Chorrera y Castaños de Calabazas. Geoparque de las Villuercas.

Esta chorrera es fruto de la erosión que este arroyo (el Calabazas) produce en una zona donde encuentra capas de distinta resistencia. El cauce va buscando una falla SW-NO, atravesando capas de cuarcitas hasta encontrar capas blandas de pizarras, formando este gran escalón, qué en épocas de abundante lluvia, deja precipitar el agua creando un magnífico espectáculo.
A diestro y siniestro, veremos grandes pedreras o casqueras de cuarcita, donde aparecen icnofósiles (pequeños invertebrados marinos), que evidencian, el hecho de que hace cientos de millones de años, las arenas silíceas de aquellas playas, formaron estas estupendas cuarcitas.
El topónimo de este arroyo es de origen popular, ya que se referían a estas piedras como calabazas, por su gran tamaño.
Llegar es muy fácil, y se puede hacer en bicicleta o bien apretados en nuestras botas (casi mejor, zapatillas). A la salida de Castañar de Ibor, hacia Guadalupe, vemos un buen restaurante llamado Solaire. Desayunamos aquí, si no lo hemos hecho ya, y justo en frente, comienza nuestro breve recorrido. Es una pista ascendente, jalonada por cientos de castaños y otras frondosas.
Al cabo de una hora caminando, o algo menos, arribamos al maravilloso enclave de los Castaños de Calabazas, pasando el collado de Postuero. Un grupo de 17 castaños de un porte excepcional, algunos con más de 500 años, y uno, el mayor de todos, que posiblemente supere los 700 años, y al que llaman igual que al collado: Postuero.
Aquí el camino se convierte en senda, y rodeados de bellos ejemplares de loros, encinas, alcornoques, robles, helechos… vamos llegando a la chorrera. Recordar, que este enclave es de los pocos que albergan un pequeño reducto de loro, de toda la península. Es un tesoro, que ahora o nunca, vamos a tener la oportunidad de contemplar.
La senda, continúa hacia la zona de Navatrasierra, pudiendo configurar una travesía excepcional, si se dispone de tiempo. Tras empaparnos de biodiversidad y geodiversidad a partes iguales, nos volvemos sobre nuestros pasos… es una comarca muy rica en paisajes, foresta, agua, minerales, y repleta de caminos por los que perderse y descubrir un parque, que hemos visitado por segunda vez, y al que volveremos. Además, son pueblos acogedores y con una gastronomía exquisita de la que debemos disfrutar.
Hoy queremos hablar de Molly Hatchet, una banda de Florida, que lleva dando guitarrazos desde 1975… buen año. Es un estilo sureño con tintes de rock duro y matices de metal puro, que te mantiene a la escucha el tiempo que tú quieras, pues no son nada monótonos o repetitivos. Hacen una versión estupenda del Cross Road Blues de Robert Johnson, que se la habíamos escuchado a Clapton, Green, o miss Coleman, por lo tanto, no será una mala opción si se atreven con ella.

Nos gusta comenzar temprano.



El Castaño de Postuero

Es un ejemplar digno de admirar.





La Chorrera de Calabazas.

El Loro (Prunus lusitánica)





Magnífico robledal.

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