domingo, 3 de agosto de 2025

El roquero rojo en Sierra de las Nieves.

Nunca habíamos visto un roquero rojo, que nosotros sepamos. Decir que nunca has visto un ave, es demasiado atrevido. Incluso podría ser que lo hubiésemos escuchado. La voz de las aves está siempre presente… otra cosa es que se le preste la atención que se merecen… igual que a la música. De hecho, creo que escuchar buena música y prestar atención a cada instrumento, forma parte de un aprendizaje emocional que te va a facilitar la identificación de las aves por medio de su voz, canto o reclamo.

Dejamos el coche estacionado ya cerca del mirador del Saucillo, entrando a Sierra de las Nieves por Yunquera, un 15 de mayo; somos partidarios de dejar el coche un poco antes, para así caminar un poco más y contaminar menos. Este día, pasado el Picacho, incluso se apetecía la chaqueta Soft-Shell. La luz era impresionante y la vegetación estaba en máximos históricos, debido a las lluvias tan buenas de esta primavera… ¡hemos tenido primavera!, estación que con el cambio climático se está perdiendo, pues los eventos meteorológicos extremos es lo que están provocando. Aún así, a las buenas lluvias primaverales, el problema de sequía no se ha terminado, aunque nos quieran vender el humo de que ya no hay sequía y que el problema es que están desembalsando… en fin…

Llegó la hora de manducar, y estábamos por la zona de Los Ventisqueros, desde donde se otea La Peñilla y la cañada de la Cuesta de los Hornillos. Habíamos visto una familia de tarabilla común… con un volantón que exigía su dieta alimenticia. Nos sentamos a comer… y vimos un pájaro en unos maholetos, que jamás habíamos visto… con un pecho anaranjado y la cabeza azul-grisácea. Nos dejó totalmente despistados… ¿Una collalba? No teníamos ni idea. Además, vimos 3, y una de ellas no tenía esos colores tan intensos y bellos… sería la hembra.

Continuamos caminando y pasamos bajo el Peñón de Enamorados, donde estuvimos el 4 de febrero con una nevada impresionante. Seguimos rumbo al Pilar de Tolox, ¡y volvimos a ver otro pájaro como los anteriores! Más cerca… posado en un vetusto quejigo de montaña… un Quercus alpestris… ese naranja… esa cabeza azul… además parece más grande que una Oenanthe… y me vino de pronto a la cabeza: ¡Un roquero rojo! ¡Nunca hemos visto un roquero rojo! Estamos hechos a ver el roquero solitario (Monticola solitarius) y siempre los vemos en riscos… al igual que las collalbas negras; las collalbas grises sí las ves en rocaje, en arbustos, en nieve, en orillas de lagunas de montaña… pero ya estaba claro: roquero rojo. ¡Qué preciosidad de pájaro, y que emoción de haberlo identificado sin ayuda de guía ni móvil ni parafernalias innecesarias. Nunca llevamos la guía de aves a la montaña… es absurdo llevar un tomo de pasta dura en la mochila… (ese peso es mejor invertirlo en el filtro MSR) pero he pasado muchas horas hojeando, leyendo, memorizando dibujos… y esas imágenes se van quedando ahí, en la bellota. ¡La cabeza! Y de ahí salió la identificación.

Collalbas grises, muchas, por toda la sierra. Mirlos comunes, carboneros, tarabillas… y montamos la tienda en una pequeñísima nava rodeados de caliza y maholetos, de sabinas y quejigos… la temperatura bajó bastante al atardecer… usamos el plumas.

La noche estuvo bastante intensa… el silencio del viento en calma dejaba penetrar los sonidos de las collalbas grises, que pasan la noche entera reclamando… luego dicen que el gallo madruga… y al amanecer… con el primer rayo de luz en las calizas, vimos el destello naranja, nuevamente, del maravilloso roquero rojo (Monticola saxatilis). ¿Sería el mismo ejemplar  de la tarde anterior, cerca del pilar de Tolox?, o posiblemente fuese un quinto ejemplar… pero si que fue algo maravilloso.

Siempre nos hacemos un café (con jengibre y cardamomo) dentro de la tienda, antes de salir a caminar… además solemos llevar jamón, pan de calidad y aceite de pata negra… también unos frutos secos carnosos… no piensen que dormir en la montaña es de tiesos y hambrientos… y de la cena mejor no hablar, pues los productos extremeños suelen levantar muchas envidias.

Este verano, en los cursos de la universidad de Cádiz, que nos hemos inscrito a dos de ellos, tuvimos la gran oportunidad de ver y escuchar en directo a María José Parejo Blanco, presentadora y directora de El Bosque Habitado en Radio3, y con ella, la mejor de las compañías que se pudo buscar: Fernando Valladares, que además de colaborar más de una vez con el programa (es muy activo e interesante), él es doctorado en Biología, investigador del CSIC y profesor asociado en la Rey Juan Carlos de Madrid. Es un gran activista, divulgador científico, muy buena persona, muy conmovido con la vida y preocupado con los efectos que el cambio climático está provocando en el planeta. Parafraseando a Fernando, vivimos en la biosfera, y esta se llama así porque es donde se alberga la vida… por lo tanto, es un error de proporciones bíblicas estar continuamente vertiendo gases de efecto invernadero en nuestra propia casa. Nos estamos disparando en el pie, como él dice. Hablando de pies, Valladares es montañero, y se patea muchas montañas, además de practicar otros deportes al aire libre… mira… casi como nosotros… salvando las distancias. Ahora mismo estamos leyendo su libro: La Recivilización, en el que nos da las claves para intentar arreglar el mundo. Hacen falta más Fernando Valladares y menos Trump.

Recuerdo que no vimos ni un solo buitre leonado estos dos días… no siempre podemos tener “buena suerte con los pájaros”… como me desea mi sobrino David cada vez que voy a visitarlo… por el contrario, el majestuoso bosque de cedros, está inmejorable… hacía tiempo que no lo cruzábamos… hay que inspirarse.

El Candelabro.

La Ventana.

Las plantas... todo muy doméstico hasta aquí.

La limpieza del aire y la luz en mayo es muy buena.

Donde vimos las tarabillas y los roqueros rojos.

Allá por los Ventisqueros.

En el Pilar de Tolox, observando mirlos y verderones.

Un grupo muy serrano.

El Torrecilla, en la zona donde volvimos a avistar un roquero rojo.

Atardece, donde a la mañana vimos otro roquero rojo.

Atardecer rojo... como nosotros y los roqueros.

El Peñón de Ronda.

El de los Enamorados, con los colores que faltaban para acompañar al roquero.


Una lagartija colilarga ya bajando en el coche.

3 comentarios:

  1. Hola Fran, hola Isabel.

    Una de las cosas más enriquecedoras que me han proporcionado estos casi 15 años de andadura bloguera ha sido el continuo aprendizaje que he adquirido de otros blogs a los que he seguido y sigo de forma fiel. Por ejemplo, en el tema botánica, al principio el blog de Jose Trotasendas (con el que hice un montón de rutas) y después Magia Serrana de mi gran amigo Toni, me hicieron interesarme por un tema en el que estaba muy verde, y nunca mejor dicho, ya que no sabía diferenciar entre un pino y un abeto, o un boj de un lentisco... También de geología me han servido de maestros otros blogs. Recuerdo una de las primeras entradas del blog, en la que narraba un ruta por Lo Port tarraconense, refiriéndome, y no pocas veces, a la roca allí reinante como granítica... Evidentemente rectifiqué ese desaguisado. En cuanto a toponimia, también he descubierto interesantes blogs a lo largo de estos años que me han hecho darme cuenta de lo importante que es cuidar la toponimia original, y el no poner topónimos a la ligera. Y después está el tema de las aves, donde amigos míos, vosotros habéis sido muy importantes, ya no solo en el asunto de la identificación, sino también a la hora de concienciarme de lo frágiles que son las aves, y el papel tan fundamental que juegan en el ecosistema. Siempre lo había sido, pero ahora soy mucho más cuidadoso a la hora de actuar, con respecto a lo que pueda perjudicar a las aves, y a la fauna en general, tanto en mi vida cotidiana como cuando salgo al monte. Y en el tema observación... Pues ahora me fijo muchísimo más, y la verdad es que hay herramientas que ayudan mucho en ello, vamos que haces una foto y la metes en una aplicación que te identifica la especie de inmediato. Lo mismo con el canto... Pero de ahí a identificarlos a simple vista, o a vista de prismático, o identificarlas inmediatamente por el canto... Eso ya es otro cantar, y nunca mejor dicho jeje. Por eso admiro vuestra habilidad para identificar las aves y su canto de primeras, y entiendo perfectamente vuestra euforia por haber logrado avistar esos roqueros rojos... Y es que el descubrimiento crea ese estado de satisfacción. Ver, identificar, saber más sobre la especie (nidificación, hábitos, alimentación...), aprender su nombre científico... Luego se lo comentas a alguien del montón y te miran raro por saber todo eso, diciéndote que qué utilidad tiene saber ese tipo de cosas..., Joder, como si saberse las plantillas de todos los equipos de fútbol de primera división, las características técnicas del coche de Fernando Alonso o la lista de ex- parejas del famosillo/a de turno fuese de mucha utilidad...

    Un abrazo.

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    1. Tienes razón, Dani, en que los blogs se van enriqueciendo y retroalimentando con la participación. Este blog es un ejemplo de eso, pues cada vez que participas, subimos el nivel de sabiduría con tus palabras. A mi, particularmente, me encanta leerte porque siempre aportas cosas interesantes, y sobre todo, das tu opinión, y es recibida de buen agrado; que últimamente en las redes, las opiniones no son recibidas de buen agrado por casi nadie. Todo se convierte en un vertedero de odio... completamente inútil. Bueno, inútil del todo, no... pues la ultraderecha saca beneficio de eso.
      Pues mira, que en estos poco más de tres años que llevamos de aprendizaje ornitológico, hemos pasado de distinguir el buitre leonado y la cigüeña blanca, a parte de un cernícalo y una chova piquirroja, a identificar pequeñas aves como el agateador común o el trepador azul, que se meten en los bosques y es complicado... pero no imposible. Recuerdo que el verano pasado en las lagunas de Neila, vimos una cantidad de trepadores azules espectacular en esos bosques de pino silvestre. Ya los veíamos hasta sin prismático... ¡mira, otro! era un no parar. Hace 3 años, los pequeños paseriformes, eran todos gorriones... jaja.
      Es cierto lo que dices, que cada uno presta atención a lo que le interesa, ya sean aves, música... o los nombres de los jugadores de fútbol... la tele "educa" mucho.
      Sobre la geología... ¿A quién no le ha pasado? He leído algún que otro error geológico tanto en blogs como en redes. Y lo de las apps para identificar es un puntazo. El móvil es una herramienta que se puede usar para muchas cosas. A mi no me gusta, por ejemplo, hacer lo que hacen muchos (o algunos) para intentar ver un ave, que es poner un reclamo con el móvil. A priori no parece intrusivo o molesto, pero imagina que un, por seguir con el ejemplo, roquero rojo, macho, llega a su territorio y comienza la tarea de buscar hembra para reproducirse. Ahora llega el de la foto, y pone el reclamo de una hembra... eso excita al roquero, porque él cree que hay una hembra... y empezará a buscarla sin éxito, incluso invertirá mucha energía, pensando en que hay una hembra cerca, pues haciendo sus maniobras de cortejo, cantos, o incluso el cambio del plumaje. Muchas aves tienen una apariencia muy distinta en época de reproducción... y eso supone un gasto energético tremendo porque deben mudar todas esas plumas. A mi me pasó con las limícolas, que son las que viven en marismas, marjales, orillas de playas (ahí el turismo de verano hace mucho daño). Empecé a verlas y aprender sus patrones en invierno... y llegó la primavera. De pronto veo un pájaro, y me dije: ¿Eso qué es? Ni puta idea... total, que yo memorizo, y en casa cojo la guía. Y me pongo a pasar páginas... y de pronto, lo veo: chorlito gris con plumaje nupcial. ¡coño! Si tenía el pecho blanco en invierno... y ahora lo tiene completamente negro. Un cambio brutal de patrón. En las limícolas ocurre mucho. Son aves muy agradecidas de ver, porque están en marismas y son visibles todo el rato... no como las forestales... que siempre se ponen detrás del tronco.
      Un abrazo, Dani, y estos días estoy curioseando en tu blog, cositas por la zona de Bielsa, que tenemos plan de fuga para final de mes... el Neouvielle es uno de ellos, y la Munia, que me parece buena idea desde Pineta... pero se antoja dura... creo que más de lo que fue el Astazu. También me atrae, desde Pont de Prat, en Francia, coger hacia los Clarabides. Arriba estuve hace 4 años, pero desde Estós... y desde Francia hay unos lagos preciosos. También he visto un restaurante por la presa, en Bielsa, el Bistro Kanguro Truchero... que tiene buena pinta y comentarios. Lo he conocido por un blog que no conocía.
      ¡Salud!

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  2. Ostras, el Kanguro Truchero!! Me alegra saber que vuelve a estar abierto, pues la última vez que estuve en Bielsa, en septiembre de 2023, estaba cerrado de forma indefinida. He cenado un par de veces allí, totalmente recomendado!!! Y también en Bielsa, no os marchéis de allí sin probar las patatas bravas de la Vita, las mejores de todo el Sobrarbe!!!

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