Cuando hablamos del otoño, siempre
mantenemos en nuestra retina la
imagen de los días más cortos, la
llegada del frío, los pájaros emigran y las hojas caen y el suelo se cubre de
un manto de tonos ocres. Pero, hablar de otoño, es hablar del valle del Genal,
de castañas, de silencio, de los mil
amarillos, de aguas cristalinas, de pueblos blancos y del conjunto finlandés,
Poets of the Fall (Poetas del otoño), con su canción Sleep.
Hacemos nuestra entrada en el
Valle del Genal por Ronda, donde podemos comprobar que nos vamos adentrando
cada vez más en un terreno morrocotudamente accidentado, con unas paredes
vertiginosas y poblado de masas forestales donde destacan grandes castaños de copas redondeadas y de
una variedad cromática impresionante y que a veces es sólo interrumpida por la
construcción de la carretera. En sus
altozanos se divisan sus pueblos blancos en medio de las montañas de mil
colores bañadas por los rayos de sol que los hacen brillar a lo lejos.
Podemos decir que el valle del
Genal forma parte del Patrimonio Natural de la provincia de Málaga, ha sido
considerado por la Unión Europea como lugar de Interés Comunitario y forma
parte de la primera Reserva de la Biosfera Intercontinental del mediterráneo.
Le da el nombre su corto río, el Genal, que forma una subcomarca dentro de la
serranía de Ronda.
A pesar de ser un río corto atraviesa los
dieciséis pueblos que configuran el valle del Genal. Su nacimiento lo tiene en
Igualeja en un manantial rocoso de aguas
cristalinas.
Comenzamos nuestro recorrido en el mismo Nacimiento y bajamos por
el margen derecho del río, por la calle Canal donde vamos bajando al barrio
santa Rosa de arquitectura típica árabe, reducto de la conquista de estas
tierras en el s. VIII de los primeros bereberes que no encontraron mucha
resistencia en la población autóctona.
Nos dirigimos a la calle Tetona
donde salimos a las diferentes fincas particulares que rodean el pueblo, desde
aquí, ya podemos divisar los primeros castañares
y roquedales de matorral, así, como en sus montes cercanos el cultivo del
olivo. Tras una suave ascensión llegamos a La Loma, un cruce de caminos, no
dejamos este camino principal y comenzamos un ligero descenso hasta que
llegamos a una curva cerrada donde el carril sigue descendiendo pero nosotros giramos
por el camino de la derecha que va paralelo al vallado y dejamos a nuestra
izquierda una gran torreta de tendido eléctrico que produce un gran impacto
visual. Poco a poco podemos contemplar la dorsal que separa los valles del
Genal y Guadiaro.
Conforme vamos bajando nos
encontramos con una bifurcación del sendero, la de la derecha nos lleva a una
caseta de labranza, por lo que, continuamos por el sendero de la izquierda que
nos lleva a la ribera del arroyo de los “Granaos”, cruzamos su cauce y comenzamos
a ascender por el camino. El camino está bastante bien señalizado y debemos
seguir los hitos del camino principal, sino, nos adentraremos en fincas
particulares. Continuamos ascendiendo hasta que el trayecto se va suavizando,
cruzamos toda la loma de la Padereta y llegamos al puerto más alto de la ruta y
desde aquí podemos contemplar al fondo sierra Blanca con el Cascajares (1416m),
el cerro de Malhacer y Los Riscos. Desde cualquier punto del valle podemos ir
divisando los materiales metamórficos carbonatados de la Dorsal Bética donde
afloran las dolomías calizas y margocalizas a los materiales ultrabásicos tipo
peridotitas de la parte de sierra Bermeja y sierra Blanca.
Conforme nos aproximamos a Parauta
(796ms), el camino está hormigonado y te lleva al centro del pueblo. Cuando
llegamos a la entrada el grupo que nos acompañaba Ana, Fátima, Enrique y Alfredo se quedaron a
degustar el plato típico con el que el pueblo obsequiaba a los visitantes,
arroz con conejo, un poquito de música y
baile…
Nosotros en este punto, giramos a
la izquierda, comenzamos a bajar por una
calle cementada que nos conduce a una plazoleta donde nos indica que comienza
el sendero para Cartajima.
En esta pequeña plaza podemos
observar dos pinsapos y un gran majuelo. En la primera curva a la salida del
pueblo nos encontramos de frente con la Fuente Nueva, muy blanca y sobre su
abrevadero se erige un arco de medio punto. Seguimos caminando por el sendero
principal donde vamos bajando al arroyo Algorma, el camino es cómodo y podemos
ir disfrutando de los mil y un colores que el paso del otoño va dejando en el
castañar. Conforme vamos bajando, al barranco del arroyo, la vegetación se
enriquece con la presencia de encinas, olivos, madroños, chaparros y una
preciosa hilera de chopos que en esta época del año su amarillo intenso
contrasta con la variedad cromática de los ocres del castañar. Debido a la
humedad y a la exuberante vegetación que hay en este lugar se desarrollan en
los árboles una rica variedad de hongos.
Una vez atravesamos la confluencia
de los arroyos Algorma y “Granaos” comenzamos a subir una fuerte pendiente y
atravesamos la zona más llana, conocida como las “Allanás”, por sus anchos
caminos podemos ir contemplando las fantásticas vistas de las lomas repletas de
castaños, todos alineados y con sus copas redondeadas que contrastan su
cromatismo de colores ocres con los tonos ya mas marrones del suelo tapizado de
hojas. Conforme nos acercamos al pueblo podemos contemplar el castaño Arena,
árbol centenario catalogado por la Junta de Andalucía por su grandiosidad y
hermosura.
Nos adentramos en Cartajima por la calle principal, Capitán
Cortés, este pueblo es también conocido
como el Cádiz Chico, debido a que en el s. XIX la población se dedicó a la explotación de los yacimientos de hierro
que originó la creación de fábricas de cañones y jugó un gran papel en la
guerra de la Independencia. A la altura de la iglesia giramos a la izquierda y vamos bajando buscando la
salida hacía el sendero, al fondo vemos un mirador elaborado en madera y hacemos
nuestro alto para comer. Después de degustar nuestros bocatas, aderezado con un
buen vino, que portó Álvaro, y de disfrutar de la panorámica de Los Riscos,
pusimos rumbo a Júzcar.
Bajamos por un sendero a la
derecha tras una pronunciada curva donde de nuevo vamos caminando entre
castañares intercalados con encinas, quejigos y una buena hilera de madroños
que en ésta época están a pleno rendimiento. Una vez cruzamos el cauce del
arroyo Blanco comenzamos a subir suavemente por el camino marcado y el camino
nos conduce a la carretera, por la que tenemos que caminar un pequeño tramo
hasta que llegamos a una desviación a la derecha de un camino hormigonado que
nos conduce al pueblo de Júzcar, el pueblo de los pitufos… Podemos decir que
¡¡Júzcar está de moda¡¡ Debido a la promoción de la película de los Pitufos, el
pueblo lo han pintado entero de azul,
perdiendo toda su identidad de pueblo blanco
de la sierra, en beneficio del sector de la hostelería. La promotora eligió
este pueblo porque es el que está situado en una hondanada, se oculta entre las
diversas lomas que configuran el barranco de las Cañadas, regado por el río
Genal, a diferencia del resto de los pueblos que se ubican en los altozanos.
Buscamos la salida del pueblo,
dirección a Pujerra, y poco a poco fuimos atravesando por la zona de Las
Alcoberias y dejamos a nuestra derecha la Era del Olivar (729 ms), fuimos
bajando hasta el río Genal y una vez cruzamos el puente comenzamos a subir una
fuerte pendiente que nos lleva hasta el mismo Pujerra (769 ms), pueblo con
calles de fuertes pendientes y fachadas encaladas de blanco, donde se guarda un
bonito recuerdo por todas sus calles del rey Wanda, antes de que estos terrenos
pasaran a manos de los sarracenos. Aquí dimos por finalizada nuestro primer día
de travesía.
La mañana del domingo, después de
un buen desayuno, pusimos rumbo a Igualeja, para llegar hasta allí, tenemos dos
opciones, una es coger un camino más corto que te lleva a Igualeja en unos 8
Kms y otra es más larga de unos 12 Kms, nosotros optamos por esta y nos
dirigimos a la calle La Toma, con una fuerte pendiente, que nos conduce al sendero.
De todos los caminos que hemos recorrido en esta
travesía, el que une Pujerra con Igualeja,
es quizás uno de los más hermosos, por sus inclinadas lomas, por sus
estampas más bellas,
es uno de esos sitios que te transmiten paz, hacer un alto
en el borde del camino y contemplar tu alrededor en su conjunto te producen
estremecimiento al ver tanta belleza, sobre todo, en esos momentos que los
rayos de luz penetran por los pequeños espacios que le dejan las ramas y el
contraluz se mezcla con una tenue corriente que produce la caída de sus hojas que
pasan de un verde a todos los tonos ocres, amarillos, rojos, marrones, tostados…
Del Castaño se aprovecha todo, tanto su madera muy
preciada para elaborar muebles como instrumentos musicales, hasta el consumo
humano. Su fruto tan carnoso tiene un
origen autóctono, es un árbol que durante el cuaternario se refugió en la zona norte
de la península como consecuencia del clima frío de la época glaciar que
reinaba en Europa, extendiéndose a zonas más meridionales.
Vamos
caminando poco a poco hasta llegar al Puerto de Juan Agustín y de aquí fuimos
bajando a río Seco, afluente del Genal. Ya solo nos queda un pequeño ascenso por
el barranco cubierto de pinar hasta el pueblo de Igualeja, al que llegamos
satisfechos y
cansados tras haber recorrido 37kms en dos jornadas, y 2200m + de
desnivel acumulado.
Enhorabuena.Bonito relato Isabel y Fran, de un fin de semana inolvidable.
ResponderEliminarAlvaro.
Gracias Alvaro, nosotros también disfrutamos en vuestra compañía, pero "la aventura" hay que repetirla...
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