miércoles, 8 de octubre de 2025

Belesar y Meapoco son dos conocidos de Gredos.

El día 7 de junio, con bastantes horas de luz por delante y una cómoda carretera que nos permite salir de Cádiz por la mañana, parar a comer ya en Gredos, y aparcar en Bohoyo para comenzar a caminar por la garganta que lleva este nombre, comenzó una nueva pateada por el Sistema Central. Había varios coches aparcados y ya sólo quedaba una plaza. Por la carretera habíamos visto, como es normal en esta estación, muchos milanos negros campeando con su característico vuelo y esa cola que le identifica más que otro detalle. Comenzamos después de comer.

Nos cruzamos con unas familias que iban con niños pequeños que ya bajaban. Hacía bastante calor… de hecho, tuvimos que parar a descansar un rato a la sombra… lo que nos sirvió para escuchar y ver una curruca capirotada, que tiene un canto precioso en primavera.

Este camino es conocido (cómo apunta el título), pues ya es la tercera pasada que le hacemos… y es que no cansa en absoluto… me refiero a mentalmente… físicamente, si que requiere de bastantes dotes y más si llevas intención de bajar al día siguiente, o al otro.

Descansando nos pasaron tres personas que no volvimos a ver, y al llegar a la zona de lanchas que preceden a la del refugio del Belesar, nos adelantaron dos pacenses muy majos con intención de llegar hasta el mismo refugio del Belesar, muy pequeñito… pero nosotros no llevábamos prisa alguna, ya que habíamos cargado con la tienda.

Antes de alcanzar la zona alta del valle, El Belesar, en la orilla izquierda de nuestro río, vimos el rincón perfecto para montar la tienda y parar por fin a descansar… ¡Qué venimos desde Cádiz!

Las luces del atardecer fueron sorprendentes. El agua baja helada, no obstante quedaban bastantes neveros por encima nuestra. Enjuagamos las camisetas y quedaron tendidas en las piedras toda la noche… a la mañana estaban secas. Filtramos agua con la bomba Msr, cenamos… nos tuvimos que poner el plumas… un placer la alta montaña cuando el calor ya castigaba por nuestra tierra.

Hemos visto colirrojo tizón y un roquero solitario, además de 2 águilas calzadas y tres buitres leonados… y por supuesto, algunas collalbas grises… la jornada no puede terminar mejor. Y, ya que hablamos de rapaces, se podría puntualizar que el tamaño de un águila calzada es menor que la mitad de la envergadura alar que un buitre leonado. El segundo puede alcanzar los 2,6 m, y la chiquitina (la calzada, una de las águilas más bonitas) mide desde las puntas de un ala a la otra, sobre 1,2 m.

Llega la hora del desayuno y de recoger todo. Vamos a la Portilla de las 5 Lagunas y al Meapoco, así que, escondemos todo entre las piedras y comenzamos la caminata mucho más livianos. Hay un gran nevero enorme en la ladera norte del Alto de la Barrera de la Cruz, a más de 2000 m de altitud. Lo pasamos intentando buscar piedra, pero no siempre es posible. Alcanzamos el muro y vemos una construcción, una antigua vivienda, que no conocíamos. Hay vidrios por allí, rotos. No recogemos nada… pero sería necesario limpiar aquello, señorías.

La bajada a la Portilla de las Cinco Lagunas es cómoda pero inclinada. Me dan ganas de ir al Pico del Güetre o La Galana… hay demasiada nieve… harían falta crampones… pero la satisfacción de encontrar el geocaché que no encontré hace 5 años en esta portilla, no tiene parangón.

Retrocedemos y nos encaminamos hacia El Belesar, donde tomamos unos frutos secos disfrutando de las vistas de las Cinco Lagunas completamente cubiertas de nieve. Vemos frente a nosotros el Mogote del Cervunal, que lo ascendimos hacía justo 11 meses.

Le tiramos a la Portilla de Cantos Coloraos, que siempre resulta bella y motivadora, no se si por los colores que tiene, los afloramientos de cuarzo, las vistas… y de aquí directos al Meapoco. Vemos cantidad de lagartijas carpetanas y unas cabras monteses de Gredos… preciosas siempre, y más en esta garganta, que no tienen el mismo comportamiento que en la Laguna Grande o los Barrerones. El paseo hasta el vértice geodésico de Meapoco es una gozada, y las vistas desde esta amplia cumbre, hoy, son inmensas. No hace calor, y disfrutamos un rato aquí del correteo de las lagartijas.

Emprendimos la bajada sorteando neveros y pasando por el pequeño vivac del Belesar, donde ya hemos dormido en dos ocasiones. Está limpio, como siempre, y en la puerta hay dos cráneos de cabra montés. En febrero de 2022 recogí de aquí mismo un bolsón lleno de latas oxidadas. Pesaba bastante y lo bajé hasta Navamediana… Isabel no quiere que haga esos trabajos porque lo ve absurdo… es lesionarte la espalda a cambio de nada.

Los chavales de Badajoz, los vimos por la mañana temprano casi llegando a Cantos Coloraos, mientras nosotros nos dirigíamos hacia el Belesar, y llevaban todo… suponemos que bajaron por garganta de Navamediana.

A la hora de comer, ya habíamos recuperado las mochilas, por lo tanto, comimos por debajo de donde habíamos dormido… en la mínima sombra que se despacha en esa fecha, porque ya hacía bastante calor. Nos refrescamos en una poza del río, mojando las camisetas y las gorras. Esa mínima sombra nos sirvió para echar la siesta y capear la temperatura veraniega del medio día, observando al roquero azul y las collalbas grises. ¡Cuántos colores!

Nos quedaba una larga bajada, y buscando un llano llegamos hasta cerca del primer refugio, el de La Seca, donde volvimos a montar la tienda… pero esta segunda noche fue bastante más calurosa. Comimos ya a oscuras… apuramos bien el día. Por la noche, un zorro intentó robarnos la comida, y con los tirones que le dio a la tienda, consiguió rajarla… tuve que salir a espantarlo… y se debió asustar bastante, porque no volvió.

Amanece de nuevo, y el haber dormido tan abajo, nos permitió llegar temprano a Bohoyo, hacer nuestras necesidades en la civilización, evitando ensuciar la montaña, bañarnos en el Tormes (tras tres días de montañismo), tomarnos algo en Barco de Ávila, comprar legumbres, observar las colonias de avión roquero, para apuntarlas en mosquiaves, comer en Malpartida de Plasencia y visitar la antigua estación de Monfragüe (El Empalme).

Llegamos hasta el mirador de la Portilla del Tajo (o Salto del Gitano), donde, a parte de conocer a Mito, un guía de naturaleza de Puerto Rico, vimos dos nidos de cigüeña negra con 3 pollos cada uno; nido de garza real, nido de buitre leonado, un volantón de roquero solitario al cual el padre le traía comida… aviones roqueros, golondrinas dáuricas, buitres… muchos buitres… todos leonados, aviones comunes (más de 300, que crían bajo el tablero de la carretera que cruza el Tajo en La Fuente del Francés), seis arrendajos euroasiáticos (que también los vimos en Bohoyo, llegando al coche)… escuchamos un halcón peregrino… vimos rabilargos ibéricos, cuervos grandes… eso si, hacía 39 grados esa tarde… había que tener muchas ganas de pajareo, pero para algo habíamos traído el telescopio hasta aquí.

Y ya que estamos… ¿Conoces el yacimiento romano de Monroy? Pues está muy cerca de Monfragüe y es de obligada visita, y además de arquitectura romana, verás cogujadas comunes, carboneros, tarabillas…

Hace años, y supongo que a todos nos habrá pasado alguna vez, nuestros padres nos decían aquello de: ¡tienes la cabeza llena de pájaros! No se imaginaban la razón que tenían… y cuanto me alegro con el paso del tiempo haber llenado esta cabeza de pájaros. Es una gozada.

Una gozada puede ser, y es, haber visto a Tabletom en directo, el pasado sábado 4 de octubre, San Francisco de Asís (no es que yo sepa de santorales, si no que es el que a mi me corresponde), en el Tomate Blues de Los Palacios, acontecimiento musical al que no faltamos desde 2019, y que conocimos gracias a Paco, del blog "Pateamos cuando podemos", y que desde entonces, todos los años nos vemos con él, y con María, delante de la mesa de mezclas… porque dice Paco, que si la mesa está ahí, es porque ahí es donde mejor suena. Así que, agradecer de nuevo a Paco el que nos diese a conocer este maravilloso festival, que además es gratis.

También, queremos dar la enhorabuena a María, porque este año ha sido pregonera de las fiestas de Moros y Cristianos de su pueblo natal, Benamahoma, y nos ha mandado el emotivo vídeo de ese acto.

Y como dice Robe: "Noto en el aire un suspiro, y todo cambia de sentido"… recordando que Robe colaboró en la grabación original de la última canción que tocaron Tabletom en Los Palacios: No tengo ná. “Mira si soy desgraciao”.











































domingo, 28 de septiembre de 2025

Lac de Pouchergues (2100 m) desde Pont de Prat (1250 m).

Nos hemos desplazado al este de Aragnouet, donde residimos estos días, y para situarnos sin dudas en el mapa, nos vamos justo al norte del pico Posets.

Pont de Prat no tiene salida por carretera (D725), y esta está justificada por la construcción de la central hidroeléctrica de Tramesaygues. Ahí aparcamos nuestro vehículo a las ocho y pico de la mañana.

El camino comienza bastante escarpado y frondoso. Dejamos abajo la central en pocos minutos, y vamos continuamente escuchando voces… voces de petirrojo, de carbonero garrapinos, de mirlo común… de arrendajo euroasiático… tenemos poquísimas vistas debido a la espesura del enorme bosque de abetos y hayas que vamos atravesando con enormes lazadas, muy suaves, que nos hacen cruzar un par de veces el enorme tubo de presión por el que baja el agua a la central. Este camino nos va acercando al refugio de la Soula, y al llegar a la Santéte, veremos la entrada de las gorgas de Clarabide. Los Clarabides los ascendimos hace ahora cuatro años desde el valle de Estós, haciendo noche por debajo del ibón de Gías.

A partir de aquí avanzamos por un desfiladero tallado a pico y barreno bajo verticales paredes de esquistos por las que veremos suculentas chorreras. Venimos, además, jalonados por unos postes de madera, temáticos, que nos van explicando flora, fauna, formación mineral, glaciarismo… una buena iniciativa internacional para mostrar los valores ambientales del lugar que visitamos. Este desfiladero tiene salida a las turberas de la Soula, donde paramos al solecito para tomar café y fruta.

En este sendero hay una hilera de geocachés dispuestos desde el comienzo hasta la misma cumbre de los Clarabides… y estos dos ya los teníamos registrados. Muchas veces el geocaching te lleva a descubrir rincones.

Las turberas han colonizado esta cuenca glaciar en la que se pueden apreciar los granitos pulidos, y ahora evolucionan constantemente acogiendo pinos montanos, rododendros… y son capaces de almacenar tanta agua como 15 a 30 veces su peso seco. Además, cuando mueren, amarillean, y esto hace reflejar la luz del sol, por lo tanto evitan que se sequen las capas inferiores.

Continuamos ascendiendo hacia el refugio de la Soula, que ya lo tenemos cerca. Aquí nos podríamos desviar hacia el Lac Caillauas o continuar hacia el lago que ascendimos nosotros. Este tramo vuelve a tomar bastante pendiente, y hay bastante boj, helechos y serbal de los cazadores, que están preciosos con sus frutos rojos en esta fecha (5 de septiembre). Pasamos una angostura muy escarpada y seguidamente el paisaje se abre y debemos bajar de nuevo a la vera del cauce. Vemos un rebaño de ovejas que reposa el desayuno junto a la orilla de la Neste de Clarabide, en el preludio de dos cascadas consecutivas que caen desde el Lac Pouchergues, que lo intuimos por encima de toda la cuesta que nos queda para terminar la mitad de la ruta.

Por esta rampa final bajaban dos chicos y uno llevaba caña… de pescar en el lago. La llegada al lago es impactante y algo desagradable, pues al estar represado, hay cierta infraestructura hídrica que no realza precisamente la belleza de este entorno pirenaico tan aislado, y al mirar al fondo del todo, se ven los Clarabides y el Gorgas Blancas; el pico de Gías no es posible verlo desde aquí. La pared impresiona, pues le saca casi mil metros al punto donde estamos.

Aquí nos dimos la vuelta, tomando una senda que sale por la orilla izquierda del río y se dirige a la cabaña de Prat-Caseneuve, y baja por la orilla derecha del torrente de Ruisseau d´Aygues-Tortes hasta dar de nuevo donde reposaban las ovejas. De todas formas, existe otra opción más interesante que es la de tomar el camino que va al Lac de Caillauas, bastante más extenso que Pouchergues y también represado para producir energía… pero no quisimos hacer la ruta más larga… y ahora me arrepiento.

Comimos en el mismo torrente, con los pies en el agua… al sol francés. El camino de vuelta, lo llevamos a cabo exactamente por donde subimos, y no lo recuerdo ni cansado ni aburrido, todo lo contrario; fue igual de emocionante que la propia subida… eso si, ya hacía un poco de calor pirenaico, que al entrar de nuevo al bosque se apaciguó, y además vimos los carboneros garrapinos… son muy pequeños, pero preciosos, y si paras un minuto, los ves con el prismático, igual que a los petirrojos.

Se llega al coche y tras estirar un poco y hacer la foto finish, emprendimos el camino al pueblo, ya en coche… y vimos una cantidad asombrosas de lavanderas blancas en la carretera. Ya mismo las tendremos en Cádiz… no se si las lavanderas pensarán en la frase que dio título al último disco de Robe.

La mañana en Pont du Prat estaba fresca y comenzamos con ganas.

Es una zona bastante húmeda, estamos a 5 de septiembre.

Cuando decíamos lo de bosques frondosos, no referíamos a esto,

El hayedo-abetal alberga una vida exquisita.

El camino sube haciendo muchas zetas. 

Y aquí los primeros reflejos solares en las verticales agujas.

Las Gorgas de Clarabides. 

Pasada ya la virgen, de la que no tenemos foto.

Las gorgas son bastante vertiginosas y angostas.

Escuchamos las primeras chovas piquirrojas.

Ya en la zona de las turberas.

La Soula.

Preciosa imagen de las gorgas quedando abajo.

Dejando atrás La Soula hay bastantes ejemplares de serbal.

El día muy despejado. Vimos buitres leonados volar.

Los postes temáticos que jalonan todo el recorrido.

El imparable proceso de erosión.

El valle abierto, junto al río, en la zona que precede al desagüe de Pouchergues.

Pero antes se pasa esta bella angostura... como si me faltara peso.

Un camino con bastante variedad paisajística. Necesito que vengas que se me lleva el aire.

Necesito que vengas tú para sujetarme... que el paisaje es demasiado embriagador. 

Cruzamos el torrente... a la orilla del río, pensando en sus amoríos hay un sauce llorón que canta.

Y esta hermosa cola de caballo, hace que te agarres fuerte al vacío.

Y dejando atrás la cascada, vemos a Isabel como un puntito azul... como un roquero solitario.

El último salto de agua, y llegamos al lago... que no es el último de este valle.

Gourgs Blancs a la izquierda, y en el centro, Clarabides, ascendido hace cuatro temporadas.

Lac Pouchergues. No me resultó atractivo... lo llevo escrito en mi naturaleza.

Son tierras para el águila, un trozo de planeta por donde cruza errante la sombra de Caín.

Mira qué engañosa paz... qué bonito está el cielo... no me obligues a mirar, que no quiero.

Mira hacia arriba, y todo lo que veas para ti... bajamos por la izquierda.

La cabaña de Prat-Caseneuve, abajo. La soslayamos girando a la diestra.

La cascada de antes, desde la otra orilla.

Donde reposan las ovejas.

La mejor compañía de todo este invento empresarial.

Íbamos dejándonos llevar, y nos topamos con esta roca. Volvería sólo por amor.

Recogimos algo de basura... porque es necesario.

Nos tropezamos con este abismo... no puedo caer más bajo, si vengo del fracaso.

Siempre le pregunto a la razón, y también al corazón.

Y de nuevo en La Soula, librada la batalla.

El serbal de los cazadores.

A por los uncinatas, que algo de sombra darán.

La antropización... el teleférico.

Las chovas piquirrojas y aviones roqueros decoran el paisaje con sus quehaceres. 

El hayedo-abetal, antes de llegar al final, y los petirrojos y garrapinos que nos despiden.

Foto finish. Mira, a veces cuando me alborota el aire... Robe.