martes, 10 de septiembre de 2019

Kilimanjaro. El sueño tanzano. Capítulo IV. Baranco Wall – Barafu Camp (4600m).


Un auténtico “rompepiernas”.

Recuerdo que salí a oscuras hacia las letrinas y escuché a alguien vomitar en el cubículo anexo. Esa persona estaba pasando un mal rato a 3950m de altitud. Espero que fuese efímero. Puede ser que estuviese afectado de mal de altura… es muy normal.
Hemos descansado un poco… nos levantamos pronto, pero como anochece a las seis y media, también nos acostamos temprano. No ha hecho viento en toda la noche. Hace un poco de frío y vemos de nuevo la aurora de la mañana. El sempiterno Kilimanjaro nos mira desafiante… no sabemos lo que se nos viene encima. Descendemos unos metros para cruzar el río, tras un copioso y variado desayuno: café, tortilla, tostadas, fruta… y afrontamos Baranco Wall, que como su propio nombre indica, se trata de una auténtica pared. Hay que ayudarse de las manos en muchos pasos, sin embargo, los porteadores y porteadoras avanzan más rápido que nosotros con un enorme peso en sus cabezas. El equilibrio es fundamental en la vida, y la ataraxia ayuda a ello.
El cambio climático se nota especialmente en estas latitudes. Estamos a 3º S 37º E… una hora más que en nuestro país. Los glaciares tanzanos han sufrido una regresión espectacular en la última década, y ya nada queda de aquellos Penitentes de Hielo que se tenían que ir esquivando por el camino. Es invierno en el hemisferio Sur, y se puede ascender a un volcán de 5895m de altitud sin crampones. Eso lo dice todo. Incluso los más escépticos tendrán que empezar a creer que existe un calentamiento global demostrado… aunque teniendo en cuenta que hay quien piensa que la Tierra es plana…
Una vez superado Baranco Wall, estamos en una terraza totalmente plana… como la Tierra, con un plano manto de blancas nubes bajo nuestras botas. Sólo el Meru asoma su naricilla en la más absoluta lejanía. Es el lugar ideal para la foto saltando… pero nosotros no nos vamos a dedicar a dar saltos, a nuestra edad.
A nuestra edad lo que nos apetece es escuchar buena música, buen vino... Hay una banda uruguaya, que ofrece una dialéctica realmente evocadora de melancolía. Los juegos de palabras, las ironías, los guitarrazos… son imprescindibles y necesarios. En 2019 han sacado nuevo disco, y llevan años haciendo música en Montevideo. Hablamos de El Cuarteto de Nos. Son cinco componentes, con un estilo rockero, que seguro llenará tu vida de buenas e inolvidables melodías.
Después de ver gente saltar, se comienza una buena bajada… se pierde bastante altitud, por un terreno espectacularmente volcánico, salpicado de Dendrosenecios y otras especies. Tras otra subida, arribamos a una espectacular divisoria, con otro barranco, al cual hay que bajar por un sendero muy vertical. Estamos nuevamente rodeados de brezos. Cruzamos el transparente y agradecido arroyo, y comenzamos de nuevo una vertical subida.
Hago uso del prismático para buscar a Isabel, que viene con Nico por la vertiente opuesta. Arribamos a Karanga Camp (3995m) y comemos algo ligero… llevamos toda la mañana caminando. Continuamos ascendiendo, ahora de forma constante, por fin.

El verdadero ascenso.

Esta zona ya carece casi por completo de vegetación. El paisaje es muy abierto y vamos coincidiendo con mucha gente… los que suben por Machame, y los porteadores que bajan a por agua, que está bastante lejos de los campos… hay que interceptarla en su bajada desde los glaciares.
Alcanzamos un collado y Wilfred nos indica donde está el campo donde pasaremos la noche. Se cruza un altiplano infinito por una inequívoca vereda de alta montaña que describe una línea cóncava a lo largo, y que nos dirige a una arista de libro, bajo la cual paramos a dar de comer a los topillos y cuervos, las sobras de nuestro almuerzo. El entorno está bastante sucio, por cierto.
Afrontamos esa subida escalonada con los estómagos llenos. Al cabo de no muchos minutos, arribamos al masificado campo IV. Estamos en Barafu Camp, a 4673m, tras unas siete horas y media, y con este, el cuarto día caminando. La reseña nos dice que estamos a sólo 4,6 kms de Stella Point… pero esta tarde, tendremos que intentar dormir a una altitud que casi roza la del Mont Blanc… la montaña más alta de la vieja Europa.

Desolación.

Este sentimiento te va a invadir, quieras o no, en el momento en que pises esta zona de la montaña. Basura de todo tipo esparcida por el campamento; Vertederos con restos de quema de desperdicios, muy recientes; Las letrinas son cada vez más repugnantes… aquí no hay ni gota de agua; Antiguas instalaciones de WC derrumbadas, se esparcen por la ladera más vertical de Barafu, la que asoma al camino por el cual hemos alcanzado este punto. Chatarra y restos de bidones de agua rotos… no parece tener remedio este desastre ambiental al cual todos contribuimos… y eso que pagamos una tasa de 370€ por persona para poder hacer esta ascensión… tasa de conservación, se supone.
Tras varios paseos por la zona, creo que sobre las 19:00 ya estábamos metidos en los sacos. No se puede hacer nada mejor que intentar descansar un poco… dormir a casi 4700m, va a resultar complicado.


Dendrosenecios y mar de nubes.

Baranco Wall, por fin.

La subida es bastante entretenida.

Mónica saltando.

Bajamos, y vemos todo lo que nos queda por delante.

Volvemos a subir.

Volvemos a bajar, al fondo vemos Karanga Camp.


Nuevamente rodeados de brezo.


Paramos a comer algo.

La cumbre se empieza a cubrir.

Abandonamos Karanga, y comienza la verdadera ascensión.

Un mar de nubes que no se agota en casi todo el día.

Un porteador que viene de buscar agua.

Infinito pedregal volcánico.

Casi alcanzamos Barafu.


El último escollo del día.

Mawenzi. Más de 5000m.

El campo de Barafu se empieza a cubrir.


Tiendas, letrinas, bidones abandonados...

En Barafu se reúnen muchas tiendas.


Un instante para ver la cumbre y el glaciar.

Al fondo el Monte Meru. Despedimos el día.

6 comentarios:

  1. Otra etapa superada, y un paso más cerca del sueño tanzano. Jornada agotadora por lo que comentas, y que también se nota en las fotos, que logran transmitir, además de la espectacularidad del paisaje, un terreno más áspero de alta montaña. Me vuelve a entristecer oírte decir lo sucio que está todo aquello, una pena que se mancille así un entorno tan espectacular como este. No me lo imaginaba, la verdad, pues había leído bastantes reseñas de las rutas al kilimanjaro y ninguna hacia mención de este problema. Haces muy bien en denunciarlo. Cuando tenga un rato me paso a leer el ataque a cumbre, que seguro que te ha quedado un relato, como todos los de esta aventura africana, la mar de majo.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Daniel. Nosotros tampoco nos imaginábamos tantísima suciedad. Un detalle curioso, en el desolado campo de Barafu, veo un bidón... estaba junto a nuestra tienda. Tenía algo de basura dentro, y le pregunté a Kelvin: ¿Y esto? Me dice que para la basura... y le digo, ¿y cuando está lleno?... y me dice: Tarda 6 meses en llenarse. Justo unos metros debajo de la tienda, hay un vertedero con todo: plásticos, somieres, pilas, vidrio... todo quemado. Sin comentarios.
      Esta etapa es dura, además, te acuestas al anochecer, y te levantas a las once de la noche... no descansas nada. Y encima, yo había desperdiciado energía haciendo tonterías... y eso se paga. No se puede dar un paso más rápido que otro... pole pole... chino chano... recuerda.
      Muchas gracias por comentar. Esto nos da vida. Salud.

      Eliminar
  2. Interesante relato, pena lo de siempre, la basura, largo de explicar y solucionar. Ya solo me queda un relato a ver que sucede. Por cierto, me ha sorprendido pues no me imaginaba la subida al Kili de esta manera, con tantas jornadas casi como si se tratara del Himalaya.
    Nada mas, busco un hueco como Dani y remato el sueño Tanzano. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Salva.
      Yo pienso que lo de la basura es muy fácil de atajar, pero si no hay educación en las personas que allí acuden... va a ser difícil.
      La subida, si, hay que hacerla por etapas, porque son bastantes kilómetros, y por la altitud. Hay que ir poco a poco, pues si no, te das un martillazo en la cabeza. A no ser, alguien como Kilian, que lo subió y bajó en horas... iba solo, aunque no del todo, pues en los campos de altura, había personal esperándolo para controlarlo y darle apoyo. Allí, además, no puedes ir solo. Hay que ir forzosamente en expedición. Por eso sale tan caro... le tienes que pagar el sueldo a mucha gente.
      Salud.

      Eliminar
  3. Hola,tocayo. HOy saqué un ratico para hacerte una visita, últimamente he estado un poco perdido del interné, la verdad que es una pena que estemos destrozando todo lo hermoso de este planeta, el cambio climático arrasará nuestras estúpidas civilizaciones, solo miran por el dinero y por el consumo de nuestro planeta. Es una pena que no queden glaciares por esas altitudes, y quien dijo que la tierra era redonda...,¡Vaya disparate!, ánimo ya queda poco para la cumbre, pero no me atrae mucho lo que estoy viendo, quizá me vaya al Monte Kenia...,saludos tocayo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Que alegría encontrarte por aquí, Fran!
      La verdad es que se le quitan a uno las ganas de Kilimanjaro, por momentos. Sin ir muy lejos de casa y sin gastar a penas dinero, tenemos la Sierra de Gredos, en la cual encuentras rincones de extrema belleza, limpios, silenciosos, y en los que raro es el día que ves a un alma. Pero nos puede ese afán de viajar lejos y conocer otros escenarios... hombre, yo te voy a ser sincero. Me ha gustado la experiencia... pero no la repetiría. Sin embargo, a Gredos, no creo que deje de ir.
      Muchas gracias, amigo.

      Eliminar