El tándem, como se supone, es una filosofía de vida bien distinta a la de la bici individual… o no.
Una ventaja del tándem es que no tienes que estar esperando al acompañante… no es tan elástico. Cargado con unas alforjillas, puede parecer aparatoso… pero nada más alejado de la realidad y como había ganas de hacer algo cercano, en modo cicloturista, y de Cádiz ya estamos un poco cansados, nos fuimos a la vecina Sevilla, que aunque pasamos mucho, nunca profundizamos. Guillena en realidad está más cerca de casa que nuestra repetidísima Grazalema… y nunca la habíamos pisado. Aparcamos el carro en una plazuela, sacamos el tándem, y lo montamos en un momento. A las diez de la mañana, de un sábado de motos, ya estábamos en el tajo (Bueno, el Rivera de Huelva, en este caso).
Las Pajanosas… primera y obligada parada, que ya hace un buen rato que no comemos nada… desayuno a mesa puesta, nada de barritas de bolsillo de maillot… El pueblo está que no cabe una bici más… recordamos cuando la carretera pasaba obligatoriamente por aquí.
El incesante chorreo de bicis durante todo el recorrido por la antigua N-630, da un toque de color y calor; vamos casi todo el tiempo subiendo, a una velocidad bastante baja… y de pronto, empezamos a alcanzar una velocidad de vértigo: 67 km/h en la Media Fanega. Todo lo que sube, baja… y viceversa… llegamos a la Vía Verde de El Ronquillo, tras remontar una cuesta que acabó con las reservas adquiridas en Las Pajanosas… La Vía es espectacular, por la orilla del rivera de Huelva, en el ensanche que provoca el embalse de la Minilla, y en el mejor momento: nada de calor y una cantidad de vegetación exuberante. Dispone de restaurante, zonas de recreo, incluso hay una empresa local que ofrece alquiler de bicicletas y patinetes del tipo Kickbike, como el que tenemos nosotros. Es una grata experiencia cambiar un día las botas por los pedales, y otra ventaja el no tener que cargar un par de bicis en el coche. Recorremos 6,5 kms de esta vía, y comenzamos una interminable subida hacia la población, aunque la Vía continúa… pero no era nuestro rumbo. Arribamos a El Ronquillo a horas de comer… pues nada… a mesa puesta de nuevo, que hay donde elegir. Esto es Ciclismo Sin Prisa.
Ya con el calor de la sobremesa, comenzamos a mover bielas y a ascender… este terreno engaña… es todo cuesta arriba desde Guillena hasta Santa Olalla del Cala, de hecho, son más de 1200m los que hay que superar.
En una de las áreas de descanso, se vació por completo la rueda delantera… el fondo de llanta se había desplazado… y una de las cámaras de repuesto estaba deteriorada… no se puede reutilizar tanto… el planeta no se va a salvar por una cámara. La sustituimos, desmontando el eje de 10mm de la impresionante horquilla de 160 x 35 de la afamada firma italiana Marzocchi, y recortamos la cámara pinchada con la Victorinox, para fabricarnos un fondo de llanta de fortuna. Hay que ser un hombre de recursos.
En Santa Olalla buscamos una cámara de repuesto (ya que la mujer no estaba dispuesta a seguir tirando de recursos en caso de nueva vaciada)… un sábado por la tarde, a la hora de la merienda… y tomamos té y frutos secos en un escandaloso bar que nos sentó divinamente (el ruido, no… el té). Se portó muy bien Elio abriendo la tienda para vendernos una cámara… esta gente sabe atender a los ciclistas en apuros, pues esto es Vía de la Plata… se lo tienen muy bien montado… hay que aprender.
A sólo 8 kms queda El Real de la Jara, hermosa y tranquila población, puerta de la comarca Sierra Norte de Sevilla, y lugar que seleccionamos para pasar la noche y descansar un poco de bici, dando un paseo por el pueblo… si te gusta comer bien, productos de calidad, bien cocinados, buena carne… este es el pueblo. Por un día que nos saltemos la dieta vegana, no vamos a dejar de intentar cambiar el mundo… lo importante es que el mundo no nos cambie a nosotros, y el hecho de ser anti-taurinos, no impidió que cenásemos en El Capote de Galloso.
Temprano nos pusimos en marcha tras haber descansado en el Hostal La Encina, y otra vez cuesta arriba, para variar, tras un desayuno rodeados de parroquianos y alguna peregrina en bici de ciclocross, que se entusiasmó al ver el tándem… yo no entendía nada, pero decía si a todo, por si acaso. El bar, demasiado ruidoso para ser las ocho de la mañana… un poquito de blues, hijo mío… un poquito de blues…
Los paisajes adehesados que atraviesan esta carretera de curvas que va casi todo el tiempo subiendo, son preciosos para acompañar la mañana y el pedaleo, sin un molesto coche que irrumpa y deteriore el momento ciclista. Alcanzamos un cruce, y nos vamos rumbo Almadén de la Plata.
En esta población, como en El Real de la Jara, hay una gran variedad de esculturas dedicadas a la fauna. Las del Real de la Jara, son autoría de Rafael Díaz Marquez, fundador junto a Félix Rodríguez de la Fuente, de la SEO, y se pueden ver por toda la población, realizadas con materiales reciclados.
Las esculturas de Almadén de la Plata las realizó Jaime Mate, un vecino de la localidad, jubilado, recreando momentos de la actividad cinegética, como el agarre, en la que se ve un jabalí defendiéndose se sus acosadores, los perros. Una de las ventajas del cicloturismo, es que te permite disfrutar de estas esculturas mientras pedaleas cuesta arriba sufriendo. Para que se den cuenta que se puede disfrutar mientras sufres…
Dejamos de ascender, por fin… pasamos por Castilblanco de los Arroyos, donde paramos en un bar de parroquianos demasiado amigos de la botella, y mientras ellos destilaban sus brebajes favoritos, nosotros nos dimos otro cafelito. La carretera que une esta interesante población con Burguillos, nos resultó demasiado estresante, así que preguntamos a una muchacha que circulaba en bici campera, que tal estaba la vía de la plata para ir con el tándem… y nos dijo ¡es que vais en tándem! Es todo bajada, dijo, y muy disfrutón el recorrido… ¿¡¡pero en tándem!!? Además hay 2 trialeras en las que se vais a tener que bajar sí o sí. Bueno… avanzamos por ese dichoso asfalto, estresados, hasta el cruce con el miliario que colocó Diputación de Sevilla y que marca el Camino de Santiago. ¡Mira, de “perdíos”, a los ríos! Y tiramos por el camino… impresionante, por cierto. Nosotros estas cosas la hacemos sin gps y preguntando… siempre habrá alguien.
Al cabo de un rato de disfrute, paramos a comer unas naranjas que compramos en Castilblanco… riquísimas las naranjas sevillanas. Cuando nos vamos a poner en marcha, vemos venir un ciclista cargado y caminando, en sentido contrario… ¡No me lo puedo creer! Es José Blanco, un coruñés que me encontré el miércoles anterior camino de Camposoto (se había despistado) y que iba haciendo la Vía de la Plata. Un buen rato de charla amena… y continuamos uno al norte y otros al sur.
Al llegar al polígono de Guillena, escuchamos frenar detrás… era la chica que nos dijo que en tándem iba a ser complicado… nos preguntó: ¿Se habéis metido al final por el camino? Si… le contestamos… y nos preguntó: ¿Y las trialeras, que tal?... y le dije: ¿Qué trialeras?...
En Guillena, nos metimos a comer en un restaurante, nuevo, muy de diseño, muy chic… y resultó ser el restaurante más malo en el que hemos comido en los últimos 20 años. No vamos a dar nombres… parafraseando a Robe: Para no sucumbir, me tengo olvidado de todo lo malo…
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Y salimos... |
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Entrada a la afamada Ruta del Agua. |
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Las Pajanosas. |
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VV El Ronquillo. |
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Estación/Restaurante de la Vía Verde. |
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Embalse de la Minilla. |
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El Ronquillo. |
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Bravos. |
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Área de Descanso. |
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Santa Olalla del Cala, después del té. |
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Encina. |
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El Real de la Jara. |
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Entrando a Almadén de la Plata. |
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El Agarre. |
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Almadén de la Plata. |
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Castilblanco de los Arroyos. |
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Un saludo a los Heavys de Castilblanco. |
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Miliario. |
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Camino de la Plata. |
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Foto Finish. |