Siento que estoy fuera de lugar
Hoy, en mi mente, ay, ay
Y veo que me entran ganas de escapar
Urgentemente, ay, ay
Quiero volver a empezar
Una noche sin luna
Que quiero verte brillar
Cuando esté todo a oscuras.
Una luz de agarradero
Necesito, porque el suelo
Se mueve
En serio
Se mueve
Y me desequilibra.
Esto forma parte del Cuarto Movimiento del disco Mayéutica, del artista extremeño Robe Iniesta… el de Plasencia, de donde vino la ciencia, según Kutxi Romero.
“Ni un millón, ni de cataclismos” (Tercer Movimiento) nos frenarían.
Almendralejo y Zafra sufrieron inundaciones importantes. Sobre las 11:15 empezamos a pedalear por la N-630, la Vía de la Plata, rumbo a Monesterio, pasando por la Ermita de San Isidro, que se apoya en un promontorio, junto al área de descanso y servicio de la empresa LEO. La salida es en constante e interminable subida… más de una hora nos costó vencer ese terreno, arribando a Monesterio cuando todo estaba preparado para dar la salida a la Vuelta Ciclista a Extremadura. Uno de los voluntarios (posiblemente un profesor) nos dijo que podíamos pasar, porque faltaba más de 40 minutos para el comienzo… “os van a aplaudir”, nos dijo… y así fue… los niños del colegio de Monesterio, expectantes a que se diera la salida, nos dieron la ovación al ver ese tráiler con alforjas pasando por delante de ellos… preparados que estaban para aplaudir al pelotón… ¿porqué no aplaudir a estos dos incautos? “Yo no soy el dueño de mis emociones” (Cuarto Movimiento).
Arribamos a Fuente de Cantos a tempo de un avituallamiento ligero, a base de ensalada, dos platos, postre y copa de vino ¡Dios! La presión estomacal y la morriña somnoliente no tardan en aparecer por aquella Vía, que ya no era de la Plata, si no de la Pata… la Negra Pata extremeña… que difícil es ser veganos… los mandamientos se escribieron para romperlos… si no, no serían mandamientos.
Tras unas fuertes lluvias, te percatas de lo importante que es dejar de tirar latas por la ventanilla. En los pasos de agua se acumulaban por cientos, o miles… el desastre está servido: Se colapsan, se desborda, se inunda, perjudica, llegan al arroyo, al río, al mar… Sigue pues, tirando la botella por tu ventanilla. “Ya no necesito nada más que tú, queriendo descifrar mi empeño por poner un cielo azul, aquí entre tanto trasto” (Tercer Movimiento).
En Calzadilla de los Barros entramos a visitar la iglesia, para que frente al retablo Gótico-Mudéjar se nos redimiesen los pecados del almuerzo… pero estaba cerrada. Continuamos para bingo, pedaleando a dúo hacia Puebla de Sancho Pérez, parando en alguna fuente, y donde descubrimos que hacen un buen vino, con el cual regamos los mencionados pecados, unos kilómetros más tarde, tras pasear por la bellísima población de Zafra, donde dormimos en esta primera etapa, 55 kms después de haberla comenzado. Muy recomendable la población segedana. “No quedan penas atrasadas, ni quedan puertas cerradas ni nada que derribar” (Tercer Movimiento).
Early in the morning (como comenzaría un buen blues), tras el desayuno en la cafetería, comenzamos el pedaleo sobre las 9:30 o algo más. Una buena bajada nos da los buenos días con un frío bastante apetecible… pero quieto parao, no todo son ventajas en estas carreteras… la EX112, al poco de pasar Brovales, y de haber visitado el espectacular dolmen de Toriñuelo, empieza a picar para arriba, con un 9% de pendiente constante y de carretera sin arcén, además de rápida (para los coches)… pero así llegamos a Jerez de los Caballeros a buena hora para descansar un rato en un restaurante en la misma Villa Romana. Delicioso avituallamiento que aprovechamos para gestionar cubiculum, sin éxito, en la siguiente población: Fregenal de la Sierra. Esto rompía los planes, pues llevábamos 40 kms pedaleando y tendríamos que hacer 50 más hasta llegar a Cabeza la Vaca, donde si nos confirmaron pernoctare. ¿Qué hacemos? Estamos lejos… aunque creíamos que habría menos cuestas. Esos puertos de montaña, que en coche no lo parecen, con el tándem cargado suponen un reto, más por mantener el equilibrio tan despacio que por el pedaleo… y algunos pasando a menos de un metro a más de 100 km/h. Que pena no ser más ducho en esto del manubrio… aunque en esos momentos, cambiaba el manillar por un mosquetón.
Ya en Bodonal de la Sierra, paramos a tomar un té y seguimos para rodear Segura de León, donde no nos pudimos parar por falta de tiempo… la Ex103, hasta Cabeza la Vaca, todavía nos guardaba estrechas pendientes de 22 x 36, rodeadas de preciosa dehesa extremeña, con bellotas más gordas que el plato que estábamos usando… había que alcanzar Cabeza la Vaca… no quedaba otra opción. 1200m de desnivel nos comimos este segundo día, con casi 90 kms de pedaleo muy entretenido y paisajísticamente hablando, bastante recomendable.
Dicen que los pueblos de montaña son tranquilos y placenteros para dormir… pero hay mucha marcha juvenil y un campanario que te recuerda la hora cada 60 minutos a golpe de maza en el metal… por si te quedas dormido. Las campanas del infierno.
La tercera etapa era entonces la más corta… ya hicimos todo el asfalto posible el día anterior… pero esto no acaba aquí… si salimos de Cabeza la Vaca por la BA-109, que sube directa desde la Plaza de España hasta la linde con Huelva, podemos ascender a los Bonales y al Monasterio de Tentudía… ¡Buen plan de domingo!
Unos paisanos, en la esquina, nos preguntaron si íbamos a subir por ahí los dos montados… “Todo lo que me hace sonreír, me vale la pena…” (Primer Movimiento). Primero les escuchamos decir: “Como al de atrás le de por frenar en esa cuesta…” y claro, el de atrás respondió: ¿Qué pasa con el de atrás?
El primer kilómetro de esta carretera, está un punto por encima de lo que se considera infernal… 22 x 36, y porque no había más, pero luego parece que incluso empeora, o es una ilusión óptica. Monte de castaños, encinas, alcornoques, robles, pinos… a parte de frutales de otoño… un paisaje rico para llevarse en la mochila… Esta comarca la recorrimos hace unos años en una ruta organizada por el Club Puerto Lobo, en la que nos unimos 3 tándems… fue un gustazo…
El queso de cabra en la maleta, sólo hacía endurecer las cuestas… ¿Para qué compraste el queso? Decía Isabel… No culpes al queso y pedalea…
Llegamos a un collado, reconocido de cuando estuvimos por aquí hace ya una década larga… (caminando, aquella vez) el Puerto de los Ciegos, y aquí decidimos romper el tándem. Isabel se quedó custodiando el vehículo, y el menda arremetió a la carrera para subir Los Bonales… el techo onubense… ¿Cómo íbamos a desperdiciar esta oportunidad?
Ya no queda mucho para alcanzar el Monasterio de Tentudía, pero la carretera rodea por completo el cerro, metiendo, además, una fuerte bajada… y ya se sabe: “yo no se si el mar, soltará una nube, y si sube si viene un viento que la ayude…” (Cuarto Movimiento).
Es punto de encuentro de moteros esta estupenda cumbre, la más elevada de Badajoz, y que por segunda vez pisamos, y de forma e itinerario diferentes. Aprovechamos que hay un bar en la cúspide y repusimos fuerzas… aunque ya era más de medio día…
Lo más aconsejable si vienes por aquí, es reservar una mesa en este restaurante, y darte el homenaje aquí arriba…pero no llegamos a buena hora. Sólo nos queda una vertiginosa bajada en la que el tándem se comporta de manera excepcional, impidiendo incluso que nos adelante algún coche. Calera de León, nuestro siguiente objetivo de paso… hasta el embalse de Tentudía… todo bajada… ¿Todo?... pues no… pasando el embalse, vuelve a aparecer ante nosotros otra maldita cuesta como aperitivo al plato que nos tuvimos que comer en Monesterio para recuperar el espíritu. Otra vez saltando por encima de la dieta vegana.
Balance final: Aunque a priori, dicen que hacer ejercicio en bicicleta adelgaza… parece que algo ha fallado en el tándem esta vez, y sólo hemos engordado un par de kilos. Lo dicho… sale más barato viajar en coche… y mejor, si es en moto.
Queremos hacer mención aquí, a una pareja que conocimos en aquella ruta organizada, hace 4 años: los compañeros de pedales y de vida, Esther y José María. Este muchacho nos dejó demasiado joven, en una desafortunada caída por la montaña, este verano de 2021. Una verdadera pena que queremos dejar aquí reflejada, para aportar algo a su memoria. Era inevitable acordarnos de él por estos parajes, igual que nos acordamos cada vez que montamos en el tándem. Que descanse para siempre José María.