La
idea inicial fue la de circunnavegar el Peñón, y estuvimos toda la semana
atentos a la predicción meteorológica de AEMET pues el viento de levante no
cesaba y con esas condiciones es muy difícil remar, o palear en este caso, en
una delicada embarcación como es un kayak.
El
sábado habíamos quedado con unos compañeros que solo conocíamos de intercambiar
unos pareceres en un foro de kayaks, y que tuvieron el detalle de colgar un
video y unas fotos de cómo se presentaba la rompiente de la playa de La Atunara
el día antes de nuestro encuentro. La cosa pintaba muy mal… había una rompiente
de mar de fondo de más de 2 metros.
El
viento había amainado bastante, pero el mar de fondo continuaba rompiendo con
la suficiente fuerza como para perjudicar la navegación. Nos fuimos a
Guadarranque, donde tenemos una rampa y una playita, para poder salir al agua,
justo en la desembocadura del río, que naciendo cerca de la población de
Castellar, recorre 43 kms antes de arrojar sus aguas a la Bahía de Algeciras.
Junto
a esta pedanía sanroqueña, se encuentra el yacimiento arqueológico de Carteia,
del que ya dimos cuenta en una anterior entrada de este blog.
Al
salir del río, te encuentras con la divertida rompiente que entra hacia la
desembocadura, y enseguida notas el agua caliente, y es que en la margen
derecha está la central térmica de Los Barrios, que aporta el agua de
refrigeración allí mismo, saliendo al mar todavía casi hirviendo.
Marcamos
rumbo Oeste para cruzar bajo el pantalán de refinería, porque estaba entrando
un barco, y navegando bajo los tubos de descarga lo podíamos evitar. Al pasar
frente a Puente Mayorga hay que variar el rumbo a SW para ganar el espigón de
Crinavis, en Campamento, e ir acercándonos al siguiente espigón, que es el que protege
el puerto deportivo de La Línea, donde tuvimos que parar al ver que uno de los
grandes buques que teníamos frente a nosotros, empezó a moverse.
Tras
la incertidumbre del barco, al pasar cerca del aeropuerto, aterrizaba un
aparato, que sobrevoló cerca nuestra… en esta bahía no hay lugar para el
aburrimiento.
Se
navegaba muy a gusto, el Peñón tenía su sombrero particular creado por el
húmedo viento de levante, lo que sumado a las nubes altas que reinaban en la
zona, proporcionaban frescor a la mañana. La imagen del monte Djebel Tarik se
torna fantasmagórica, y la emoción de ir acercándonos al Puerto de Gibraltar
subía los niveles de adrenalina… barcos enormes a diestro y siniestro,
movimiento ascendente y descendente ocasionado por el mar de levas, aguas
negras, y no por lo contaminado, si no por la cantidad de metros que tenemos
bajo nuestros cascos; se acerca una motora grande: ¿será la patrullera que
viene a por nosotros?... solo es un barco de turismo para el avistamiento de
cetáceos… que nos proporcionó una gran ola con su estela, en fin, que al llegar
a la bocana del puerto, soltó amarras otro buque y nos puso en alerta de nuevo.
Impresiona
navegar entre esos enormes barcos que se hayan fondeados a tu alrededor.
Personalmente
me encanta navegar por la Bahía de Algeciras, y creo que vamos a tener que
visitarla más a menudo. La primera vez que fue Isabel se impresionó demasiado y
no se atrevía a acercarse a barcos o estructuras de atraque… le daba pánico,
pero esta segunda toma de contacto le ha sentado muy
bien… ha transformado el
pánico en confianza y lo ha pasado mucho mejor, atreviéndose a cruzar
pantalanes, navegar entre cruceros que estaban de regata, cruzar la rompiente
del Guadarranque…
Como
Javi tenía que llegar a tierra a una hora, nos dimos la vuelta en el rompeolas
que separa las dos bocanas del Puerto gibraltareño, y con unas vistas un poco
más claras de Sierra Carbonera, avanzamos hacia la playa de Puente para
descansar las piernas y comer algo: es lo que tienen estos kayaks tan estrechos,
que hay que salir de ellos a menudo para activar la musculatura y circulación
del tren inferior.
Después
de la parada, volvimos hacia la desembocadura del Guadarranque, a despedir a
Javi, y tras un almuerzo a la sombra de unos arboles en los jardines que hay
junto a la playa, decidimos volver a salir al agua, y acercarnos a la
desembocadura del vecino río Palmones, donde se levanta una ola muy buena para
surfear con kayak largo. El entorno es ideal, pues por un lado tienes el Paraje
Natural de las Marismas del Río Palmones, con las vistas excepcionales del Pico
del Gitano, Sierra Luna, Cruz del Romero (Alcornocales), y al Este tenemos
Sierra Carbonera, llegando la vista a Los Reales y Sierra
Crestellina. Detrás
nuestra el Peñón y Djebel Musa; todo un espectáculo para los sentidos, poder
disfrutar del empuje de las olas con esta panorámica, sobre todo para los que
estamos acostumbrados a remar por la Bahía de Cádiz, que no presenta desniveles
de ningún tipo a su alrededor. Y para poner la guinda, vimos “volaores”, peces
imposibles de ver en nuestra bahía.
Si
no fuese por tanta industria petroquímica, la Bahía de Algeciras sería un
verdadero Paraíso, pero de esa contaminación todos somos culpables, desde el
que tiene un coche, el que viaja en bus o tren, come conservas, utiliza
cubiertos o herramientas de acero, vive con electricidad, bebe agua o zumos
embotellados, guarda la compra en bolsas de plásticos… ¡¡todos¡¡… por eso no
podemos criticar, pues en algún lugar tienen que estar estas fábricas, además
¿qué sería de la población de la bahía si le quitamos este recurso? Hay que ser
realista, pues.
De
lo ideal que resulta el entorno para la vida, no hay duda, por algo se
instalaron allí Fenicios, luego Romanos, y luego…
Y
desde aquí le vamos a rendir el más sincero homenaje a nuestro amigo Fali el
Coleta, que ha llevado a cabo el más grande de los retos que hasta el momento
se había planteado: El Ocho Alpino. Así se llama este recorrido de 519kms y
34.000 metros de desnivel positivo acumulado, porque describe un ocho sobre el
plano, al unir los recorridos del UTMB y TDG. Enhorabuena Fali.