viernes, 16 de febrero de 2024

Parque Natural Cabo de Gata-Níjar

Primer día del año 2024. Desayunamos en Almería y nos dirigimos hacia el Cabo de Gata para dar un paseo costero por una de las zonas más interesantes de España a nivel geológico.

La temperatura es muy primaveral, y hace mucho que no llueve por esta zona, cuya vegetación básicamente se nutre del spray marino. Nos detenemos en un observatorio de aves, antes de llegar a la barriada Cabo de Gata, en unas salinas, y hay algún flamenco (y pelícanos) y avocetas. Al llegar al faro, aparcamos, y hay vehículos y caravanas por la zona. Algunos han pasado el fin de año aquí. Comenzamos a caminar hacia la torre de Vela Blanca.

Nos interese más o menos, el calendario y el maldito reloj marcan nuestro paso por el mundo. Que si el día de tal, el día de cual… a mi el santoral me la trae al pairo porque soy más ateo que una piedra. Pero hoy es día 1 de enero, y comienza un nuevo año calendario… un aluvión de nuevos propósitos salen a la palestra estos días, incluso en los telediarios… como si fuésemos tontos y alguien tuviese que dirigir nuestras vidas, por el buen, o por el mal camino. Mi vida, la va a dirigir un romano… de Roma capital… y dentro de lo que a mi me de la real gana (y tampoco soy monárquico), haré lo que me plazca, siempre sin molestar a “naide”. ¡Es que hoy es el día “D”! Bueno… ¿Y a mí, qué?

Fiestas de fin de año a parte… nosotros a lo nuestro.

Tras haber bajado de aquel Mulhacén, tan seco como un desierto… a final de diciembre… habíamos visitado el yacimiento arqueológico de los Millares, que recomendamos absolutamente, y también el Museo Arqueológico de Almería, que estaba frente a nuestra habitación. Almería es espectacular, y daría para escribir un par de entradillas al blog… pero no lo vamos a hacer. ¡Visitad Almería! Y me ahorráis de escribir. Hacía tiempo que una capital andaluza no nos lo hacía pasar tan bien.

El recorrido de nuestra caminata del primer momento del año, discurre por caminos pedregosos, secos, cercanos al litoral y en constante sube y baja, donde vamos a ir descubriendo formaciones geológicas muy interesantes, como esas columnas que se asemejan a la Calzada de los Gigantes, en Irlanda del Norte, pero que aquí tienen un color mucho más claro. Antaño fue aprovechado este material para fabricar baldosas… pues ya tenían la forma hexagonal… sólo había que cortarlas. Bueno… esto puede parecer un crimen, pues se destruye un patrimonio geológico único, como son estas disyunciones columnares de Cala Baja, que no se dan en otra zona de nuestra península… creo. Afortunadamente, la creación de la figura del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, establece una protección en la actualidad… que por otra parte, deja mucho que desear viendo la cantidad de basura que se encuentra por estos parajes. Parece que nadie es consciente del daño que provoca el turismo masivo. Además, este territorio está catalogado como Geoparque mundial por la UNESCO. En redes sociales, no paran de hacerse eco de esto, del deterioro del Cabo de Gata debido a esta ingente acumulación de desechos, sobre todo, plásticos.

Hemos dicho que esto es Cabo de Gata-Níjar… y precisamente en Níjar estuvimos el último día del año, ya anterior. Es muy recomendable. Mucha cerámica local, de alfareros del pueblo… mucha fruta ecológica (cítricos) también local… una gente encantadora… y también vimos aves por allí, como cernícalo vulgar, abubilla, y (el siempre difícil de ver) estornino pinto (precioso este último).

Siguiendo con la caminata, pasaremos por Cala Rajá, desde donde vemos unas formaciones espectaculares, como agujas en pequeños islotes. Como es lógico, tienen su topónimo. En una de ellas, el arrecife de el Dedo, vemos posado un cormorán grande, asoleándose. También disfrutamos del vuelo de muchas gaviotas.. es posible ver alcatraces atlánticos… de hecho, los vimos el día anterior en el Delta de Andarax, al regreso de pasar el día en Níjar.

Seguimos aproximándonos a Vela Blanca, y comprobamos la singular belleza de esa colada blanca que chorrea por dentro de ese cerro tan oscuro. Son tobas blancas alteradas, y de ahí su color tan extraordinario. El topónimo, Vela Blanca, se corresponde a la semejanza con el velamen de una embarcación.

Vemos unos pequeños paseriformes… unas cogujadas… pero había también algo que no teníamos ni idea de lo que era. Los observamos con detenimiento, y tienen el pico grueso y anaranjado, y un plumaje muy bello de toques asalmonados… intentamos memorizarlos, y ya en casa, investigamos en la guía hasta  dar con ellos: Camachuelo trompetero… es la primera vez que los vemos.

Tomamos un té y algo de fruta… comenzamos la espléndida subida al Collado de Vela Blanca, atrochando por la vaguada, para no dar todo el rodeo de la carretera, y aunque hay un senderillo desdibujado, es bastante penoso el avance, sobre todo, alcanzando el trazado de la carretera, que se complica demasiado.

Aunque parezca mentira, al collado de Vela Blanca se puede llegar en vehículo particular. No nos parece nada oportuno… eso es facilitar la masificación.

Desde aquí hay unas espléndidas vistas, y posibilidad de continuar alargando la caminata. Bajamos unos minutos hacia Mónsul, y al rato, damos la vuelta. El punto alcanzado ofrece unas formaciones geológicas bastante interesantes y no merecía la pena avanzar.

De regreso, nos detuvimos en las salinas de Cabo de Gata y en la iglesia, que ha sido escenario de algún rodaje de cine. En estas salinas hay observatorios de aves, y es fácil ver tarros blancos, archibebes, avocetas… y los siempre bellos flamencos… y flamencas (y pelícanos).

De regreso, ya en las playas de Almería, vimos un gran bando de correlimos tridáctilos, como siempre, por la orilla; además de poder ver alcatraces atlánticos, prácticamente desde cualquier cafetería de ese paseo marítimo. Es algo realmente sorprendente el poder ver estas aves marinas desde tierra.

Almería nos ha resultado bastante acogedora y muy recomendable. La capital ofrece una amplia oferta cultural y gastronómica, a parte de ser muy amena de caminar y de tener un encanto especial. Los almerienses aportan mucho a ese agrado, y el clima (aunque no llueve lo suficiente) es otro de los factores que la hacen tan aconsejable de visitar. Habrá que buscar nuevas excusas para repetir en un futuro cercano, y siempre en invierno.


Níjar.

Flamencos (y pelícanos) en las Salinas del Cabo de Gata.

Faro de Cabo de Gata.

Disyunciones columnares.

La Torre de Vela Blanca.


Las tobas blancas alteradas.


La torre.

Vistas hacia Mónsul.

Formaciones geológicas.


El faro, visto desde el Collado de Vela Blanca.


Las salinas. Almería al fondo.