jueves, 23 de diciembre de 2021

Ascensión al pico Arrobuey (1403m) desde la Presa de Arrocerezal.

Tras haber gastado unos cartuchos en la Sierra de Gata, nos adentramos ahora por Nuñomoral, y llegamos hasta la presa del embalse de Arrocerezal, donde se puede dejar perfectamente el coche.

Caminamos rodeando el embalse hasta la cola, y seguiremos por un camino señalizado hacia el Mirador de los Tejos, nada más cruzar un puente. El entorno es tremendamente solitario y frondoso. El sendero está muy bien acomodado y marcado… veremos pequeñas parcelas cuidadas, con frutales, y algún pequeño hortal. La subida se acentúa justo al cruzar de nuevo el arroyo, por un puente de madera, bajo el cual habita un helecho, como diría Fernán, muy misterioso. Pasamos un desvío a la diestra, por donde podríamos volver… de hecho, deberíamos haber vuelto por ahí.

Madroños, brezo, pinos… muy cerrado todo, y bastante inclinación, siguiendo el arroyo del Cerezal… tenemos unos hermosos 900 metros de desnivel por delante. Esto promete, además ingerimos gran cantidad de esos tiernos frutos rojos silvestres que con la madurez ya alcanzada, no han soportado más tiempo asidos a las ramillas del arbolillo que les dio nombre.

Arribas al mirador, y hay banco, techo, y una fuente… seca, para nuestro disgusto.

Perros que gritan desesperados… daba mala impresión escucharlos… no sabíamos que les pasaba. Al cabo, los tenemos cerca… 3 perros con dos collares muy llamativos y una antena, cada uno. El dueño los sigue por GPS, y cuando ve que se desmadran un poco, les manda una descarga eléctrica… por eso gritan. Cosas de caza.

Pronto la zona frondosa queda por debajo de nuestras intenciones, y surcamos un pinar de altura, hasta alcanzar un camino terraplenado que nos ayudará a llegar al cortafuegos, a la cresta. Hasta allí se puede llegar en vehículo motorizado.

Ya parece que hemos llegado… pero queda lo peor.

Poco antes de llegar al mencionado destrozo de la arista, dejamos a nuestra diestra una posibilidad de bajada… que intuimos se une con el que vimos durante la subida, y por el que deberíamos haber regresado.

La sola intención de pensar en el trabajo de ese Bulldozer abriendo hueco entre la masa de pinos, es terrorífica. ¡Menuda labor!

Pues en línea recta, por la parte ciclable del ancho desbroce cimero, se alcanza la deseada cumbre del Arrobuey, desde donde grabamos una panorámica, para esa página que ya se ha mencionado varias veces por aquí, y que nos resulta de tanta utilidad a los montañeros… y montañeras.

Estamos flipados de pizarra por todas partes, y se ven algunos impresionantes meandros desde arriba… desde luego, si no has visto un meandro, es que no has estado en Las Hurdes. También hay nieve, por aquí cerca, y unos nubarrones de porte “alentejado” que quitan el “sentío” adornan alguna conocida cumbre castellana… pero poco a poco, lo que era un enorme cielo azul se cubre en minutos de unas finas y frías capas de nubes altas… hasta donde alcanza la vista. Era 6 del último mes, y la luna era nueva el 4, por lo tanto, ni sol, ni luna. Por algún motivo, hablar de luna y de sol, es recordar a Leyze y su canción Imparable.

En este lado de la raya

Donde nadie sabe quién es quién

Saldré a la pelea

Y es que hoy me siento bien,

Daré cada paso,

Por encima de la gente

Sin mirar lo que me decían

Hoy me siento imparable.

 

¿Y ahora por donde bajamos? Pues por el peor sitio… por seguir un track.






















lunes, 13 de diciembre de 2021

Ascensión al Pico Jañona (1362m) desde Gata.

Un buen propósito es imprescindible para vivir. “Sin pretender demostrar nada al mundo”. “No hay nada que entender… sólo es un acto de fe”. “No hay un porqué”… Con la ayuda de Adventus, damos comienzo a esta inolvidable jornada… gélida y con un viento fuerte que nos robó bastante energía… tanto es así, que al regresar al pueblo y sentarnos… el cuerpo pedía auxilio… “Si te marchas donde sople el viento”… puedes despertar sin ganas de volver a caminar y marcharte de nuevo a casa. Pero tenemos que cumplir con nuestro calendario de adviento… Adventus

No marcaba el reloj ni las nueve de la mañana… que digo… apenas serían las 8:35 o 36 cuando dejamos el vehículo ocupando una de las pequeñas y acogedoras calles de esta bella población cacereña con nombre de felino. Deberíamos plantearnos si realmente merece la pena hacer 555 kms, sólo de ida, para ponernos a caminar… como si no hubiese caminos cerca de casa… pero eso entraría en otro foro de debate… aquí no se discute: Se camina y se conoce mundo.

Recorrer las solitarias calles con las primeras luces, fue un verdadero placer… Isabel había olvidado las gafas de sol… ¡Mierda! Me di la vuelta, porque siempre hay una oportunidad en la consola del vehículo… ella se quedó atándose las botas… las nuevas Bestard… iba estrenando botas… a quién se le ocurre… bueno… continuamos.

Calle Virgen del Puerto… ese es nuestro objetivo, para cruzar donde unas majás, acariciar unos perros, y alcanzar una cruz, donde al poco, giramos a la diestra por un serpenteante camino aderezado de escobones y algunas aromáticas, granito mediante.

Llegamos a un bucólico bosque de rebollos, mullido de hojarasca y musgo, donde incluso apetecía tumbarse a pecho descubierto y tomar un té disfrutando de ese aire de media mañana… que nunca llegó a calentar. “No es fácil perder la razón por un trozo de hielo que muere cuando sale el sol” seguimos acompañados de Adventus.

Alcanzamos una pista… y nuestro track (si, esta vez llevábamos track… no es lo habitual) tiraba a la diestra… lo seguimos, pero entraba por una zona totalmente asalvajada… no le veíamos sentido. ¡Fuera track! Nos duró poco… y tomamos el camino ancho a la siniestra. Ya veremos por donde arremetemos hacia la cima.

El viento era cada vez más potente… te quedabas helado si te parabas… llevábamos poca agua… por aquello de no cargar peso… no nos vayamos a herniar. ¡Una fuente! Y nos herniamos… dita sea.

La cumbre del Jañona no tiene por esta vertiente, al menos, una vereda muy definida… pero sorteando escobones por algunas trochas de vacas, se puede ir ganando. Visualmente no tiene pérdida. Ojo con niebla… no la cagues.

Las hermosas vistas desde su cumbre, la cumbre más representativa de Gata y sus agradables gateños, estaba bastante incómoda esta mañana. No quisimos enfadar demasiado al viento… así que, una pasada por el Morro del Jañona para firmar el geo más alto de esta comarca, y pasamos a Castilla para bajar por el cortafuegos. También estamos relativamente cerca de Portugal… lo alcanza la vista.

La Cruz de Manuel será nuestro próximo objetivo, antes de alcanzar Puerto Castilla y comenzar la bajada por el empedrado que cruza por la ermita de San Blas, camino que, sin perderlo, nos dejará justo donde empezamos esta mañana… pero antes, dimos buena cuenta de nuestras viandas, de la tierra, resguardados como pudimos junto a un murete de piedra de lo que en su día fue una construcción… una casa… un hogar… suponemos.

Una sierra sorprendente la de Gata, rodeada de inmensas panorámicas y salpicada de hermosas poblaciones muy acogedoras. Aquí hemos descubierto un filón, para no atiborrarnos tanto de sierras cercanas, que últimamente están demasiado atiborradas, debido a su popularidad.

Ya sabes: ten un propósito… y no estrenes botas el día de la gran caminata… a no ser que sean Bestard.