lunes, 22 de mayo de 2023

Ascensión a Cerrillo Redondo (3026m) desde Lanjarón (664m)

A la salida de Lanjarón, junto al río, se nos ofrece el PR-A-34, que ya lo conocemos de 2018, en junio, y con mucha nieve en la parte alta. Juramos aquella vez no volver a recorrer este sendero, pues 2400m de desnivel fueron suficientes para hartarnos. El tiempo pasa… las palabras se olvidan… “no hay canción, y sin canción estoy perdido; sin un rumbo que seguir, el alma encalla en los charcos del camino” Esto es poesía pura, obra de Dry River… esta vez no había charcos donde encallar, ni neveros de los que recuperar ese aliento que, seguro, nos iba a faltar. 30 de abril de 2023… Sierra Nevada agoniza sin una gota de nieve en toda su vertiente sur.

Lanjarón-Tello-Ventura-Pico del Caballo… este es el título de este trazado… este diabólico trazado que muy pocos se atreven a negociar… todo aquel que sube al Caballo, lo hace desde la cadena que corta el paso de vehículos, unos minutos antes de llegar al refugio Ventura… así sólo supone algo menos de 900m de desnivel. El alpinismo/montañismo moderno, funciona así.

Salimos temprano desde Cádiz, y nos pusimos a caminar justo a medio día. Un poco de calor íbamos a pasar. Antes de Tello, ya estábamos comiendo, pues ya era la hora. Y de a poco, llegamos al refugio Ventura… o lo que queda de él… no sin antes haber repostado, descansado algo y encontrado un caché en la casa forestal de Tello; el viento estaba situado, justo dos puntos por encima de lo que se considera desagradable… en una escala de 0 a 10. Minutos antes de arribar a Ventura, nos cruzamos un trío de malagueños que nos dijeron que no había nada de agua por la zona… me lo temía… y que sólo habían visto a dos chavales que iban hacia el refugio del Caballo. Esta noche tocaba deshidratación… por no haber levantado agua de Tello. Aprende de nuestro craso e irrepetible error… total, si sobra agua, puedes lavarte un poco o regar, directamente… pero si falta…

A penas vimos una collalba gris en casi toda la jornada… y una chova a lo lejos… y porque chilló.

Recogimos todo, temprano… y seguimos subiendo, pero no hacia el hombro sur del Caballo, si no por la acequia seca, hasta el dique de donde carga la mencionada conducción de agua. En 2018 rebosaba por el aliviadero superior y la acequia corría fresca… pero este año la situación es radicalmente opuesta, y eso que hablamos de casi dos meses antes. La situación es muchísimo peor de lo planteado anteriormente.

Ya habíamos escondido las mochilas en alguna parte… y en vez de tirarle al Caballo, le metimos con ansia a la cuerda de en frente… la que baja de los Tajos de la Virgen a Lanjarón. Aquí hay dos cumbres guapas por hacer, y ya habíamos hecho una anteriormente… así que nos quedaba Cerrillo Redondo por hoyar. Pero antes, vamos a tomar un té… que ya tenemos agua.

Toda esa cuerda tiene un nombre: Loma de Cañar. El vadeo del Lanjarón se hace sobre los 2500m de altitud… hemos dormido sobre 2200m, lejos de aquí como nada podría estar más lejos… pero venimos desde hace mucho rato casi llaneando al ritmo de la acequia… así que, ahora, de postre, nos debemos merendar unos 500m de desnivel. Por esta zona no hay camino, además… sólo uno que cruza, que viene desde Elorrieta hasta un pequeño refugio idéntico al del Caballo, pero menos habitable.

Casi alcanzando la cuerda, cruzamos el pequeño y único nevero de todo el fin de semana… y eso que hemos superado por poco los tres mil metros de distancia vertical al mar… visible desde estos campos, por supuesto. 

Cerrillo Redondo nos regala un momento geocachero y otro ornitológico, (a parte, por supuesto, del incomparable momento paisajístico… que es en definitiva a lo que venimos, a través de este enorme fascículo geológico de nuestra gran enciclopedia de historia y vida) y nos obliga, por fin, a ponernos el Gore-Tex.

En la cima de este cerro con este nombre tan gracioso, nos llegaban ráfagas… pero no eran de viento, ni de emociones, ni de sentimientos, ni de tanta tontería que está ahora de moda… eran auténticos guitarrazos; y es que hay un tipo llamado Kike G. Caamaño, que lleva un proyecto llamado Asha, y que es una auténtica maravilla melódica de rock progresivo. Entre todo el maremágnum musical que nos rodea, a veces se encuentran verdaderas obras maestras, y estamos conociendo grandes joyas gracias a haber dejado de escuchar Radio3. Raúl García y su Mister Virus, en iVoox, nos está ayudando mucho a mejorar nuestra cultura musical. Cabe mencionar, que desde hace años, este hombre graba unos discos muy interesantes, y que es él quien toca todos los instrumentos... ahí es nada. Pero vamos a continuar pisando esquistos…

Vimos desde nuestra atalaya a dos personas en el VG del Caballo, a golpe de 8x25… que se conforma como la medida perfecta para la práctica del avistamiento de aves en montaña. Nada que ver con aquel 12x30 que ya hemos dejado de usar tras más de 20 años.

Nos queda muy cerca el pico Tajo de los Machos… pero es que si nos ponemos así… no bajamos nunca, y hay que descender 2400m.

Lo dicho: buscamos el collado en dirección Elorrieta y descendemos hacia la enorme vaguada que dibuja el río que más repite su nombre en las estanterías de los supermercados.

Vacas… vacas pastando a 2700m de altitud, a final de abril… eso es la realidad. Pero nos debemos detener a degustar material extremeño de calidad, que ya está bien de pasearlo en la mochila… y nos hacemos otro té… que hay agua… este, junto a un arroyo que alimenta el río… contemplando el plácido planeo de tres buitres leonados y una chova que ni nos giramos para verla… escuchando su chasquido es suficiente para identificarla.

Hoy bajaremos hasta Tello, donde haremos noche. No nos gustó demasiado la casa, la verdad… huele a humo y está un poco sucio. Es mucho más recomendable montar tu tienda… pero en esta fecha ya hay garrapatas ahí fuera… así que, mejor tomar precauciones.

Al tercer día descendimos hasta Lanjarón, donde tomamos un cafelillo y llamamos a Juanlu, que vive en Granada… quedamos en Padul y fuimos a la laguna, donde vimos la garza imperial, varios nidos de garza real, un aguilucho lagunero, cormoranes, cernícalo vulgar, y algún ave más... un buen cierre de jornada, antes de retirarnos a un recomendable restaurante en las calles de Padul.

Podemos decir que este es el Km 0 de este proyecto vertical.

Que desde un principio apunta con bastante pendiente y sin descanso.

Acequias... antiguos y modernos sistemas de riego. Slow Water, se diría hoy.

Aquí uno de aquellos vetustos castaños quemados en aquel fatídico, creo que 2005.

Ya hemos dejado abajo las casas de Tello hace un buen rato.

Este bosquete nos anuncia las proximidades del refugio Ventura. El viento aumenta.


Va amaneciendo el día 31 de abril.

La acequia, totalmente seca.

Una de las charcas que sirven de abrevadero para el ganado.

Alguien que dejó de preocuparse por buscar comida.

El dique. Si pongo una foto de 2018, nos llevamos las manos a la cabeza.

El río Lanjarón con un caudal anecdótico.

Se asciende rápido por la directísima.

Este pequeño refugio está alineado con el del Caballo. ¿Posiciones de guerra?

Papá, ¿que es un nevero? No lo se, hijo, nosotros somos de Granada. Parece mentira.

Hay agua; hay té; hay Primus. Dale al mechero, hijo.

Isabel llegando a Cerrillo Redondo. ¡Geocaching Time!

El Cerro del Caballo, allá, a lo lejos.

Alguien nos hizo esta foto, y eso que no vimos a nadie.

De vuelta al cauce de nuestro río.



Retomando la acequia... ahora a por las maletas.

Cualquier día me expulsan de la comunidad, o derribo el edificio de tanto peso.

Y muy cerca ya de la Casa de Tello. Al día siguiente, a Padul.