viernes, 28 de mayo de 2021

Ascenso y descenso a la Sierra de Tejeda, desde El Robledal. La Maroma (2068m).

“Y por las noches me meto en el sobre, y me acuerdo cuando estaba yo en Graná… ¡que a gusto estaba yo en Graná”. Grupo de Expertos Solynieve.

¿Podríamos pasar la sexta noche en montaña en dos meses? Así se pensó dos o tres días antes del sábado 15 de mayo. Se celebraba una década de aquel famoso 15M, y no encontramos mejor manera de celebrarlo que concentrarnos todos (los dos) en la montaña que presume tener la cota más elevada de Málaga, la vecina y adorable provincia.

Aquella primera vez que la ascendimos, fue por el Robledal, y ya hacía más de una década, así que, a repetir trazado, que ya lo habíamos olvidado por completo.

La memoria se activa con los primeros y cargados pasos, y aunque no somos dueños de nuestras emociones, podemos intentar que estas sean más agradables. Las mochilas son grandes y pesan, pues hacia donde vamos no encontraremos una fuente con agua, a no ser que nos desviemos hacia la fuente de la Tacita de Plata, opción que en principio no contemplamos, y que luego vimos que hubiese sido la mejor alternativa.

Se puede decir que somos adictos al aire que respiramos, a las tardes de anaranjadas siluetas montañosas y a las noches oscuras cargadas de estrellas que se confunden en el horizonte con las luces de los navíos que cruzan el Mar de Alborán. Adictos a las cumbres de montañas altas, donde en realidad tenemos más cielo que tierra.

Tuvimos tiempo de sobra en la cumbre de la Maroma para limpiar  estupideces humanas, como harapos amarrados a la torre del Vértice Geodésico, vidrios rotos, y otras lindeces poco montañeras. Estuvimos un buen rato en la cumbre, buscando el respeto a la montaña… pero no lo encontramos por ninguna parte. El respeto por las montañas se ha perdido… o ha muerto.

También aprovechamos para izar el cartel de “Fin de Sendero” que se encontraba descansando en horizontal, sin utilidad alguna. Sólo era cuestión de fabricarle un hito que lo aguantase con fuerza.

Atardecer y amanecer en lo más alto de la sierra de Tejeda, fue un gran regalo, y se lo agradecimos enormemente a esta montaña.

Desde la cumbre, cuando nos disponíamos a cenar hicimos una prueba de comunicación por el canal 7-7 de montaña, y sonó el aparato. Establecimos contacto con Arturo, de Dos Hermanas, que estaba con su grupo del blog AlfaBravo.org en la lejana cumbre de Sierra Mágina, y se disponían a acercarse al refugio de Miramundos para pasar la noche. Una vez en casa, en la web de Horizontes Ibéricos comprobamos el alcance de nuestra conversación: 105 kms con un pequeño walkie Motorola. El canal 7-7 une personas, y te puede ayudar en caso de extrema necesidad. Sienta bien hablar con alguien que tiene tus mismas inquietudes, aunque estés tan lejos. Eran los mismos con los que establecimos contacto una semana antes en Sierra de las Nieves.

No había oscurecido del todo, y llegaron tres chavales a los que saludamos, pero se bajaron a dormir cerca del cruce con la fuente antes mencionada, con su grupo.

Sería cerca de medianoche cuando volvimos a ver luces. Un grupo de cuatro personas buscaba sitio para dormir. Abrí la tienda y les indiqué cual de los vivacs era el más adecuado… lo acababa de limpiar antes de elegir otro para nuestra tienda.

No se si eran las dos de la noche, cuando llegaron dos chavales de Málaga, también dispuestos a pasar la noche en la cima de esta estupenda altiplanicie caliza.

No eran las siete de la mañana, cuando ya no aguantaba más dentro del saco y mi inquietud fotográfica me empujó hacia el exterior buscando, como dice Robe en ese majestuoso Mayéutica, “un instante de luz”.

El frío viento de la noche no impidió que descansáramos, incluso que durmiésemos profunda y cálidamente en aquel reducido vivac de piedras amontonadas por otros montañeros con la misma pasión, aunque en algunos casos, confundidos por vertederos, por otros pseudo montañeros con distintas inquietudes y ninguna pasión. No seas de esa clase, y mantén limpia tus montañas. Es tu obligación.




























 

domingo, 23 de mayo de 2021

Montañas limpias. Campaña de concienciación en el Torrecilla.

“Nada después de tu mirada, nada después de este instante de luz”.

Mayéutica. Tercer movimiento. Un instante de luz. Robe.

Hay que cuidar los mensajes que mandamos a los demás. “Ahora es el momento”, como dice Robe en este Tercer movimiento de su último y sensacional trabajo discográfico. Criticado por algunos por entender que ha cambiado… claro que ha cambiado, todos cambiamos, y más te vale cambiar conforme avanzas en la vida. La luna cambia su brillo todos los días, ¿porqué no vamos a poder cambiar los seres de luz que la observamos? No sólo podemos, es que tenemos que cambiar. De nuestras acciones se toman referencias, y a veces son demasiado destructivas. Y nos explicamos:

De tres años a esta parte, el buzón antiguo del Torrecilla, el blanco que parece una casita y que resiste valiente las inclemencias en la cima del Cerro de la Plazoleta desde hace años, está siendo continuamente mancillado y humillado como cualquier barandal de cualquier puente de cualquier ciudad europea. Los urbanitas tienen la costumbre de colgar chucherías en el puente de Triana, o en el de Liubjana, y cuando salen a un Parque Natural, les viene grande el concepto de montañero.

Como Montañero, individual o formando parte de un club, si asciendes una montaña estás obligado a conservarla, y llegado el caso, a limpiarla. Si todos los que ascendemos el Torrecilla, dejamos una estúpida pulsera, una camiseta, un bastón al que sólo se le ha roto la punta, que cuesta 6€ repararlo (lo tengo reparado en casa, y gratis), un candado, una braguilla de cuello… o cualquier clase de exvoto incluidas mascarillas de protección, en el plazo de 2 años ya no cabría nadie en la cumbre de la cantidad de basura que habría. Lo que no nos explicamos es, como en 3 años nadie se ha dignado a despojar el buzón de toda su pesadumbre, y devolverle la limpieza a esa maravillosa cumbre que se eleva 1919m sobre el mar de Alborán, y que se supone que todos la disfrutamos, por algo vamos caminando hasta arriba. ¿O sólo ascendemos por ego y una foto para Instagram? 

Solos una vez más en la cumbre más elevada del Parque Natural Sierra de las Nieves, dedicamos nuestro valioso tiempo a contemplar como se acercaba esa tormenta explosiva o ciclogénesis pasajera, o como se quiera llamar en términos meteorológicos… Y como no, a pasar la escoba y adecentar nuestra casa… porque las montañas son nuestra casa, y así las sentimos.

Y volviendo al primer párrafo, no dejemos ejemplos de lo que no queremos que hagan los demás. Si tu dejas un candado o un cepillo de dientes luego vendrá otro y hará lo mismo, y al final se hundirá el barco de meterle tantas piedras. Todo lo malo se pega.

Pero antes de llegar a la cima más alta del Parque Natural Sierra de las Nieves, nos acercamos al Cerro de la Alcazaba, solitario y reverdecido por las lluvias, y desde donde se veía mucha gente en la cumbre del Torrecilla. Entre Puerto de los Pilones y el Alcazaba, hicimos una prueba de contacto, y un grupo de amigos montañeros, con Arturo al aparato, contestaron al otro lado del Canal 7-7 de Montaña desde la cumbre del Torrecilla. 2,5 kms de distancia. Lo que ocurriría la semana siguiente… es otra gran historia. Usemos este canal, conectemos con otras personas, y ayudemos entre todos a conservar las montañas como se merecen.


















miércoles, 19 de mayo de 2021

Yunquera, el paraíso del pinsapo.

Ha pasado casi un año desde la última vez que fuimos a Yunquera, y de esa, hacía seis meses que no pasábamos por allí, camino de Tolox a recoger un premio por haber participado en un concurso de fotografía. Nos hizo mucha ilusión ver nuestra foto en el calendario de 2020 del Parque.

Pero hacía tres años y medio que no pasábamos por la cañada de la Perra y el Tajo de la Caína. ¡Como diablos corre el tiempo! Algún día pasaremos la última hoja de nuestro calendario… y como no sabemos cual será, más nos vale disfrutar más del tiempo libre y añorar menos la libertad. Ten un propósito.

Tras hacer unas compras en El Burgo (la cajera se alegra siempre de vernos, pues le vaciamos la estantería del aceite virgen extra), apuntamos el morro hacia el mirador del Caucón, donde sólo había dos vehículos aparcados.

Nos metimos de lleno en el Pinsapar de Yunquera, y disfrutamos mucho hasta el maravilloso corte vertical anaranjado y negro que se hace llamar Tajo de la Caína.

Aquí, nos fuimos hacia la parte alta de los mencionados acantilados, serpenteando por un camino muy marcado y solitario, al mismo tiempo, hasta que se alcanza una era, en un alto. El pinsapar de la cañada de la Perra está espectacular.

No teníamos ganas de darnos una paliza, así que dejamos las mochilas junto al Pinsapo de la Falsa Gotera, o también conocido como Falso Pinsapo, y ascendimos a unas oquedades que se vislumbran desde el Peñón de Enamorados, y que como no cogen al paso de nada, nunca se visitan. Sólo las ovejas la toman como su patria.

Estos abrigos son maravillosos para los animales. Luego bajamos a por agua… o fue al revés, primero el agua y después el abrigo… a saber.

No había absolutamente nadie por la sierra… y ya tarde, pasaron 3 chavales rumbo al Peñón de Enamorados. La temperatura empezó a bajar rápido, aunque a decir verdad, frío hizo todo el día… fue un 1º de Mayo bastante fresco y agradable. Hace años que cambiamos las aglomeraciones de este señalado día por la tranquilidad de la montaña en plena primavera. Era una cita ineludible con Sierra de las Nieves, por encima de cualquier tipo de protesta… había que volver, a toda costa, a sentir la presencia de los pinsapos, tras tantos meses de castigo.

Volver… así se titula el último trabajo presentado por nuestro querido Ángel Stanich, que como siempre, derrocha buenas palabras y una increíble presencia musical. Habrá que verlo de nuevo.

4 grados de temperatura y no eran ni las 21:30… silencio absoluto… los gritos de un zorro no se a que hora de la noche… y 1,5 grados a las siete de la mañana. Una noche perfecta de montaña… comodidad, confortabilidad, y buena comida para cenar y desayunar.

Desayunar viendo amanecer dentro de la tienda se ha convertido en una rutina de fin de semana en los últimos dos meses. Pocos momentos hay más agradables que ese. La paz interior que proporciona, hace que te olvides de las cosas que pasan por otras partes del mundo, aunque sea un instante… ese instante es lo que hay que buscar constantemente, si no, acabarías suicidándote, a no ser que esa “preocupación” por lo ajeno sólo sea tu negocio o una manera de intentar propagar el mal.