jueves, 3 de marzo de 2022

Bohoyo, posiblemente, la garganta más hermosa del mundo. Paseo virtual por Sierra de Gredos.

Y próximos al puente de Andalucía, mirábamos las predicciones meteorológicas, y nada, daban una DANA, y nada parecía augurar una tranquila y relajante salida a la montaña. Si, tiene que llover… pero precisamente en el puente... Temperaturas muy bajas, posibilidad de nieve… las fuerzas se unificaban para impedir nuestro viaje a Gredos… la Sierra de Gredos (volviendo a parafrasear a Unamuno).

Pues entonces… ¿Y si nos preparamos una ruta “virtual” a Gredos, por mantener vivo el blog? Para pasarlo mal siempre habrá tiempo; y así comienza este viaje por internet.

Advertimos: todas las imágenes son de archivo, y el texto sólo es fruto de nuestra imaginación. Imagine.

No eran las 8:30 de una fría mañana de domingo, cuando arribamos motorizados al aparcamiento de la Garganta de Bohoyo, encontrando aparcados dos vehículos, uno de matrícula portuguesa. Ambos llevaban toda la noche ahí. El nuestro contribuyó a dar calor al entorno… y a contaminar un poco… cómo no.

Dejar los crampones en el maletero… buena idea… ahorramos peso. Ni las nueve menos cuarto eran, cuando comenzamos a caminar. La garganta de Bohoyo es, sencillamente, preciosa… larga, si, pero preciosa.

Pasamos el primer refugio, La Secá, y al cabo, aparece otro, La Redonda, donde estaban los chavales de Toledo. Conversamos, y nos dijeron que los portugueses eran 4, y que pasaron ayer… ¿ves? Tenía razón: ayer.

Seguramente harían noche en el Belesar… pero no nos cruzábamos con ellos.

Tomaríamos café en uno de los refugios, para hacer un pequeño almuerzo y continuar ascendiendo.

El Lanchón, otro pequeño refugio, un poco más incómodo, pero refugio al fin y al cabo. Desde aquí, una buena distancia nos debería separar del pequeño Belesar. ¿Y si coincidimos con los vecinos? El refugio es pequeño para seis hambrientos y somnolientos montaraces, puede nevar, helar, y no llevamos tienda. Habrá que jugársela… que fácil es jugar desde el sofá.

Yo diría que por las llambrías de la garganta corre menos agua que hace 2 años y pico… y así alcanzamos ese pequeño y redondo vivac, de puerta tan baja y estrecha que parece un bunker… señorías, aquí se viene con mochila… podrían haber hecho una puerta más ancha.

Ni rastro del grupo portugués.

Las nubes amenazan tormenta, constantemente, además. Desde el día anterior estábamos en la misma tesitura. Cogeremos agua, daremos un paseo por los alrededores, acomodaremos nuestras pertenencias… y haremos muchas fotos aquí. También, encontraríamos mucha basura escondida… esa basura añeja que los pseudo-montañeros abandonan entre grietas de granito. Había una cantimplora muy nueva… también un cartucho Primus de 230… pero de un formato muy antiguo… como los Markill cónicos. Lo enroscamos a nuestro fogón… y tiraba millas perfectamente, así que, chupamos gas gratis… y reservamos el nuestro. Puse dos velas… pero no eran negras, aunque deberían… también eran gratis. Y, 2 monedas de 20cts, una en el refugio y otra en el camino… un pulgarcito capitalista anduvo por estas cuestas.

En aquella reducida estancia, se cenó, estupendamente… sólo faltó un buen vino, pero ya veníamos bastante cargados como para lidiar con vidrios. 

La temperatura de confort de nuestros sacos, es la misma… sin embargo, uno duerme con mallas térmicas, calcetines y chaquetilla de plumas, y el otro reposa, prácticamente, desnudo. Será cuestión de peso corporal, además del relleno.

El sopor se hace dueño de todo… aparece por cada rincón exquisito: “Aunque estoy agotado, iré a buscar lo que me pidas, desde aquella habitación, desde aquel rincón tan exquisito, lanzamos un mensaje para todo el Universo”… es coincidencia con esa letra de Second; Lanzamos ese mensaje, en forma de latas oxidadas… latas que llevaban años escondidas en una oquedad fabricada con piedras de granito… cuarzo, feldespato y mica para esconder nuestras vergüenzas… eso no es de recibo… eso es de Nivel Inexperto: “Debo haber sido hereje en alguna otra vida… No te pierdas el final”. Seguimos con Second.

Aquella bolsa verde… la maldita bolsa verde de la basura, pesaba más de dos kilos. Alguien decía: ¡Deja eso ahí! Y debería haberlo hecho… haberlo dejado en la misma puerta del Belesar. Tele transportémonos a 2502… ¡Como están los murcianos hoy!

Las nubes habían bajado hasta nuestros corazones, y tuvimos que cerrar la puerta, y enfundarnos para siempre. El sonido del agua nos acompañaría toda la larga y gélida noche… no se escuchó nada más… pero no se cumplirían las predicciones… no hubo lluvia y la DANA parece que se disolvió… antes de tiempo. “He notado una brisa pasajera…” (Robe). 

Una exquisita excursión a lo desconocido, que podía haber sido y no fue… parafraseando aquel montaraz dicho: Quien mucho mira las predicciones meteorológicas, pasa demasiado tiempo en la taberna.

A las seis de la fría mañana, una necesidad imperiosa de expulsar algo del interior, me hace meter los pies desnudos en las malditas botas, y sin pantalones, como un gorrión, salgo del refugio al centro de la oscuridad… me alejo unos metros… hace mucho frío y el pasto está congelado… las pozas tienen un espesor de hielo de un centímetro, y ayer no estaban congeladas… ha helado de lo lindo, y el firmamento aparece totalmente disponible a nuestros ojos… “Noto en el aire un suspiro, y todo cambia de sentido” (Robe). ¿Qué hago aquí desnudo de cintura para abajo? No parece muy lógico… ni real.

Otra vez “pal saco”, Paco. Y a las siete, si… a esa hora nos levantamos… once horas de camastro, duro como un tiesto, pero cálido para hacer derretir nieve. ¿Pero que nieve? Digo yo que alguna habrá. Desayunar café a más de 2110m de altitud es una experiencia enriquecedora… vamos a aromatizar de arábiga este silencio, que se irrumpió con la potencia del EasyFuel, calentando rápido el negro cereal molido. Comimos mejor que en cualquier establecimiento… somos montañeros, no idiotas.

Al poco de abandonar el refugio, titubeamos buscando hitos… algunos parecían pingüinos… el frío se intensificaba… paramos a ponernos toda la ropa y las manoplas. En un curso de seguridad invernal en alta montaña, Pedro nos decía que cuando nos tengamos que poner las manoplas, habrá llegado el momento de empezar a descender… pero pienso que siempre debe haber alguien que rompa las reglas de la seguridad, si no, no tendría gracia. Se nos abre una brecha a nuestra diestra, donde corre agua… ojo aquí un día bien nevado y con niebla… la montaña te podría tragar. Arribando a la Portilla de Cantos Colorados, todo lo cubre el nivoso manto de hace dos días, y está bastante duro… ideal para viajar sin crampones. Abandonamos las pesadas mochilas para acercarnos al VG Meapoco, de casi 2400m.

Hemos alcanzado el cenit… toca descender, pero nos vamos a inventar otro recorrido… buscaremos en el plano la garganta de Navamediana… la imaginación es grande.

Vemos el muro y lo seguimos con comodidad, rumbo al refugio Regajo Largo, rodeando la Plaza de Toros. La nieve ayuda bastante. El día está muy claro, y ya hace menos frío… mucho menos. Por querer atajar, nos metimos en una zona bastante vertical… gajes del “atrochador”.

Maese Viento estaba totalmente relajado… llegamos por fin a la garganta de Navamediana, la cual es bastante abrupta y difícil de seguir y caminar. Se hace muy larga y pesada, ya que la mochila, no pesaba precisamente menos que ayer, pero espero que si más que mañana. A la una, paramos a comer algo… no sé… y descansar un poco. Dejamos de largo el refugio Quemaculos, y nos vamos adentrando en la zona más hermosa de toda esta garganta.

Dijo Antoni Ros-Marbà, compositor, que con la música grabada nos damos cuenta de que falta algo, ya que unos altavoces no pueden reproducir todos los sonidos de una orquesta tocando… falta la tercera dimensión. Lo mismo ocurre en la montaña, si sólo lees: falta esa dimensión, el frío, el calor, la sed, el cansancio, el dolor, el riesgo, el placer… falta todo eso y más.

Alcanzado el bosque, ya parece que hemos terminado… pero hay más de una hora hasta Navamediana, o dos, pues paramos un par de veces a refrescarnos… ¿habrá llegado ya el verano y no nos hemos percatado? llegamos reventados, nos quitamos las pesadas mochilas, Isabel se quedó a la espera, y yo salí corriendo hacia el aparcamiento de Bohoyo… tres kilos de botas son muchos para correr.

Llegando al coche, me crucé con los portugueses... los saludé con alegría... ellos no sabían nada de mi, pero nosotros si sabíamos de ellos. ¿Donde estuvieron la segunda noche? Suponemos que en el Circo de Gredos.

Moralejas:

No corras con botas semi-rígidas.

No creas todo lo que lees.

No difundas bulos, deja eso en manos de expertos (Los medios de incomunicación).

Si la meteo no acompaña, acompáñala tú, con vestimenta apropiada, pero no te quedes en casa.

No tires basura en los espacios naturales, y recoge algo… no seas marqués.

No escuches tanta música comprimida… ve a un concierto al menos una vez por estación.

Deposita el reggaetón en la papelera.














































2 comentarios:

  1. No se si será la garganta más bonita, pero por la fotos lo parece, otra zona más que tenemos que apuntar en la agenda de los pendientes, saludos cordiales para ambos departe de otros dos.

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    1. Muchas gracias Carlos, y Petra.
      Nosotros conocíamos poco de Gredos, básicamente la zona del Circo Central, desde Morezón hasta Almanzor. Es preciosa esa zona... pero muy alta y masificada. Pero si partes desde los pueblos, por cualquier garganta: El Pinar, Navamediana, Bohoyo, La Nava, Los Caballeros... alucinas. A penas te cruzas con nadie, tienes agua, tienes refugios (en la subida por Bohoyo hay 5), hay una foresta increíble... en verano incluso, no se pasa mal. Hay que ir, y caminar por esas gargantas... es como se conoce realmente Gredos, y dejar la Plataforma para los del domingo. Antaño nos costaba trabajo tirar para Gredos... lo veíamos lejos... pero que va... realmente, casi tardas más en llegar a la Alpujarra, por ejemplo. Lo más cómodo es llegar a Béjar, y coger la carretera al Barco de Ávila. Es el camino más cómodo y rápido. Y en otoño... no te digo nada... todo robles... imagina los colores. Ah, y no hay que cargar agua... hay de sobra.
      Saludos a ambos.

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