Invitamos a recorrer el sector más occidental del Parque Natural Sierra de las Nieves, hasta nueva orden.
Aparcamos en Conejeras, y tomamos la pista que va hacia Ronda. La abandonaremos al cabo de unos minutos, con intenciones algo más calcáreas, y nos encaramamos por unos breves instantes al Cerro de la Conejera, que con 1205m de altitud, ofrece una espléndida panorámica al alcance de cualquiera. El viento estaba un grado por debajo de feroz.
Retomamos la vía pecuaria Cordel de Ronda, y pasamos junto al cortijo de Los Manaderos, en plena actividad. El río Grande lleva un caudal alegre para lo poco que ha llovido esta temporada, y está bastante limpio. Vamos entrando en la angostura que precede al Rincón de Malillo, que está exuberante de verdor y humedad. Los 7 caños de la fuente expulsan agua con brío hacia el pilón. Descansamos, bebemos y comemos.
En este rincón encontramos un globo plateado, de esos que la gente suelta al aire en las ciudades. Es un rincón remoto de Sierra de las Nieves… pues hasta aquí llegó el dichoso globo.
Ahora cruzamos el río, y remontamos hacia el cortijo, pasando por distintas vaguadas, plegamientos, tajos (como el de Pompeya, por ejemplo) hasta llegar, a golpe de plano y brújula, al Cerro de la Sardina… donde el viento estaba un par de grados por encima de insoportable. Son unos 1350m los que ofrece este promontorio calizo, que se yergue justo frente a la zona central del parque, y desde donde vemos perfectamente el carril de Pilones.
Hemos visto dos nacimientos, en los cuales hemos bebido, directamente del suelo, pero la mayoría de los arroyos están totalmente secos. Es una zona que nunca habíamos transitado de este Parque, formada por plegamientos de libro. Vemos señales del nivel que alcanza el agua los días de fuertes lluvias… pero ahora están todos secos.
Este estado de los ríos y arroyos, nos recuerda a una banda de músicos castellonenses, de conservatorio, con un nivel técnico realmente a la altura de los grandes supergrupos, y una capacidad compositiva de una originalidad fuera de lo común. El rock progresivo que practican, es de una genialidad asombrosa. Toman el nombre del riu Sec, Dry River, y posiblemente se convertirán en una de tus bandas preferidas en el momento en que le prestes un poco de atención. La voz de Ángel Belinchón abarca un registro bastante amplio, además, los coros son buenísimos. Esto es importante en una gran banda de Rock.
Parafraseando a Dry River, como la montaña no la podemos doblegar cuando la ventisca asoma por la arista, emprendemos la bajada buscando el Collado de la Sardina, para llegar por caminos de cazadores y a golpe de plano, nuevamente, hasta la seguridad del cortijo de Rajete, y de aquí al aparcamiento en un suspiro.