viernes, 16 de diciembre de 2022

Ascendemos a la Sierra del Castaño, de 960m de altitud. Segunda cumbre más alta de Huelva.

Salimos a caminar desde Galaroza, cuando el reloj marcaba más de las 10:30 de la mañana, por un formidable sendero bien marcado, que serpentea por la ribera del Jabugo emboscado entre castaños, robles, pinos… y entre muchas más especies que ni vamos a nombrar porque faltaría papel. Si de algo puede presumir esta comarca, a parte de salud, buenos alimentos y simpatía, es de buenos caminos históricos, que es lo que nos ha llamado, exactamente.

Como ha llovido un poco, comienzan a despertar los arroyos, y la hojarasca, esa que nos define como socios de un club, brilla y luce jugosa; pisar hojarasca es la mejor terapia cognitiva que podemos experimentar… otra es surfear… pero no está al alcance físico-mental de todo el mundo.

Pronto comienza la llamada inconfundible del petirrojo, hábil jugador del escondite, y le acompaña al coro alguna curruca cabecinegra, y como no: el impresionante arrendajo. Vemos entre las ramas un carbonero común dispuesto a reírse de nuestras intenciones…

El vuelo en altura de algunos buitres leonados (los examinamos bien por si se escapase algo en ese pelotón) nos pone ya en alerta pajarera, y no tardamos en ver una pareja de cuervo grande. La mañana está increíble, pues las densas nieblas que nos acompañaron mientras conducíamos hasta la Sierra de Aracena, ya hace un buen rato que se disiparon, cediendo el paso a la alegría de la luz invernal.

En una de las puertas de una finca, un chiquillo espabilado y muy agradable, nos invita a practicar el negocio, en mitad del camino… y no nos podemos resistir a comprarle un kilo de ricas nueces… en la mochila hay sitio y en la cartera dinero: aceptamos el trato.

Pasamos por Castaño (del Robledo), entrando a sus casas por la calle Soledad, y acompañando las blanqueadas fachadas hasta la plaza del Álamo para emprender cuesta arriba hacia el sendero que rodea el cerro del Castaño… pero no nos íbamos a conformar ni por asomo con rodearlo… que también lo rodeamos… eso sería después de confirmar nuestra visita al segundo punto más alto de la vecina Huelva. No teníamos ni idea de que desde esta atalaya se pudiese ver el mar. ¡Que placer! El sendero de ascenso es un precioso serpenteo entre robles delgados, con un tapizado de hojarasca que provocaría la envidia del más castizo tuareg. En la cima hay un viejo vértice geodésico de maldito hormigón, pero los robles compiten por ganarle en altura… viva la natura.

Ahora un chiste malo: ya que el vuelo de los cuervos lo podríamos acompasar con los matices neomedievales de la banda Corvus Corax… cuando le pongas la oreja a estos alemanes, vas a flipar. El Cuervo grande, además de dar nombre a esta banda y de ser un ave de tamaño grande (130cms de envergadura alar) que trabaja en equipo con los enormes buitres leonados, es capaz de maniobras (como las que hemos visto en Sierra de la Plata) de ataque a especies tan fuertes como la mismísima Águila imperial ibérica, que supera por poco los dos metros de envergadura. El metal de estos chicos, sin duda merece una buena escucha… déjate cautivar; y sigamos adelante, sin más bromas.

Un sevillano mu salao fue quien (el único) nos cruzamos a pocos metros de esta hermosa y(por lo que comprobamos) poco visitada cumbre. No llevábamos un mísero track de wikiloc para llegar a la sommet, y saltamos innecesariamente a una finca privada… claro, nos dimos cuenta cuando vimos al compañero al otro lado del maldito alambre.

Arriba se comió mucho mejor que en muchos de los bares en los que hemos comido últimamente (no en Huelva). La bajada hacia el camino que va a Fuenteheridos es bastante cómoda y rápida, y aprovechamos para comernos el postre en plan silvestre. Comer no siempre tiene que ir ligado a pasar por caja… hay comida gratis en el monte, sobre todo en invierno.

Fuenteheridos… un pueblo muy acogedor, sin duda; recomendamos una visita por allí, encarecidamente. Y de aquí a Galaroza nos queda otra gran comilona silvestre… tan silvestre y comilona, que casi ni cenamos esa noche… y eso que el camino fue largo… pero bastante enriquecedor.

La cantidad de aves forestales que escuchamos, ya mereció la caminata; y la cantidad de especies de flora silvestre que disfrutamos, también ayudó a compensar la siempre tediosa labor de conducir hasta la Sierra de Aracena.


Al principio todo eran risas y buen rollito.

Pero al cabo de un ratito, de subir y bajar...

Algo esconden estos vetustos y adornados señores.

Un camino realmente cómodo.


Incluso para ir en bicicleta.




El agua comienza a bajar por los arroyos, tras las escasas lluvias.

Huy, huy, huy... mejor no vamos a pensar mal.


El vehículo ideal.


Aportando nutrientes al suelo.


Recuperando calorías en el segundo techo de Huelva.

Y vimos el mar.

Esto si es oportuno.



Fuenteheridos.

 

martes, 25 de octubre de 2022

Nueva ascensión al Mojón de las Tres Provincias y Peña del Infierno.

Seis años atrás, y desde el norte (Puerto de San Glorio), realizamos una disfrutona ascensión a estas cumbres, que tienen el honor (Infierno) de ser el punto más alto de Palencia… pero te queda ese regustillo de no haber sido todo lo correcto que uno quisiera, ya que atacas a Palencia desde Cantabria… así que debíamos a esta montaña un asalto desde su propio terreno de juego… desde lo más hondo de su alma: Cardaño de Arriba.

El comienzo es el mismo camino de hace tres días, pero al llegar al puente aquel, hoy seguimos las indicaciones hacia la laguna glaciar del Pozo de las Lomas. Como siempre, temprano.

Viniendo desde Cervera de Pisuerga, se nos cruzó una veintena de ciervos… nunca habíamos visto tantos como estos días por esta zona. Es espectacular la fauna que alberga este conjunto de montañas.

Arrancamos esta jornada por la vía del blues… y por la vertiente femenina… podríamos elegir The Blues is my business, and business is good, versión de la matriarca del género, que suponemos no necesita presentación… y con este compas vamos levantando el ánimo y las botas del suelo, al tres por cuatro.

El camino se ensancha al rato de comenzar, pues por nuestra derecha aparece una pista que viene del pueblo, y por la cual acceden los ganaderos a los prados de arriba. Veremos dos fuentes seguidas, bien preparadas, y un pequeño puente que tendremos que cruzar, y donde el camino se endurece, si lo pasamos por el tamiz de lo físico.

Es ocho del ocho y hemos comenzado antes de las ocho… vamos en sombra todavía y eso es un factor importante que determinará el éxito de la operación. Ya habíamos acordado que nos íbamos a separar al llegar al desvío del Pozo de las Lomas, así que hago un cambio de ritmo… y del Blues is my business, pasamos al Killing is my Business… and Business is Good… primer disco de la banda de Dave Mustaine, Megadeth.

Este serpenteante sendero apunta directo a La Panda… en un momento se ascienden casi 400m de desnivel. Veo buitres muy cerca, y rebecos. La mañana es estupenda, y las vistas muy amplias. El walkie es imprescindible en esta jornada… ya sabes, canal 7-7… de hecho, contacto alto y claro con alguien de Burgos, e Isabel, que está en el Pozo de las Lomas, no lo escucha… pero me oye hablar con alguien… demostrando la importancia de que todos estemos en este canal, para poder servir de ayuda en caso de algún accidente en rincones sin cobertura.

Las vistas van siendo cada vez más exquisitas… se reconocen picos, como las Agujas de Cardaño, el Pico Murcia... Parece increíble en la época que nos ha tocado vivir, ascender una montaña y no encontrar a nadie. Alcanzo el collado y giro hacia el norte, pasando bajo El Concejo, y apareciendo al cabo, en otro gran collado de libro llamado El Campo de Gibraltar. Desde aquí se ve el Mojón de las Tres Provincias, a cuya cima me dirijo con decisión mientras en la otra vertiente contemplo la laguna donde nace el río Carrión, uno de los ejes fundamentales de este Parque.

Hacía 6 años nos encontramos bastantes neveros por toda la arista y las lagunas. El paisaje estaba más verde en aquella ocasión. Hoy está todo seco y no queda ni un solo nevero. El cambio climático se acusa cada año más.

Una vez en el Mojón de las Tres Provincias, hay un paseo hasta la Peña del Infierno, que de repente se convierte en mi objetivo tras un rato en este trifinio (recuerdo el camino), incluso busqué una piedra muy peculiar que recordaba. Alcanzada la Peña del Infierno, sólo quedan unos pasos hasta el Vértice Geodésico de Peña Prieta (medio destruido), y tras un rato disfrutando de las vistas decido no subir a Peña Prieta (está muy cerca)… es lo mismo, y ya la conozco… y no está en Palencia… hoy describiremos una ruta palentina cien por cien.

Desciendo al collado Campo de Gibraltar, me cruzo con cuatro cántabros… los únicos que ascendieron a estas cumbres en esta jornada, y sólo queda decidir por donde bajar al Pozo de las Lomas: por el Callejo del Cuchillar  o por donde mismo subí… y como me gustó tanto la subida, soslayo la vertiginosa canal.

Un Earthcaché en el Pozo de las Lomas… precioso enclave palentino donde los haya, y nos disponemos a comer, pues esta ruta es larga y no daría tiempo a llegar a Triollo a buena hora. Aquí hay desnivel, y aves… pequeñas paseriformes que discutían por el sitio, y que a golpe de prismático nos hicieron muy agradable el ya de por sí momento incomparable de la gastronomía montaraz, posiblemente una tarabilla y otra parecida a la lavandera.

Y ya que hemos hablado de blues, y de lanzarnos al vacío… vamos a criticar duramente la decisión de Radio3 de ir poco a poco quitando programadores y programas de una estupenda parrilla, convirtiéndola en un desierto musical lleno de matices de autotune y despilfarros de cotidianeidad y vulgaridad al más puro estilo de cadenas de TV como Telecinco y otros mamarrachos de entretenimiento rosa.

Desde aquí queremos dar las gracias a Ángel Lobo, que desde Cuenca hacía todos los días de lunes a viernes el que para nosotros ha sido el mejor programa de Radio3 de la última década: Saltamontes. Ha sido el último gesto que ha hecho que apaguemos para siempre esa emisora. Nos ha costado trabajo dejarla… teníamos cierta querencia a esas ondas hertzianas de la locura, pero una vez pasado el proceso de desintoxicación radiofónica, nos hemos arrancado la piel a tiras, y no se lo perdonaremos en la vida. Prefiero naufragar en lo más profundo de mi saber, a recibir el adoctrinamiento constante.

Volvemos a abrazar nuestras montañas de la mano del blues… the blues is my business…

























martes, 4 de octubre de 2022

Otro tiento al Curavacas, de 2524m de altitud.

Ya estaba empezando a hacer calor en Cervera de Pisuerga, el estío ha sido horrible en todas partes… esta maravillosa comarca no se iba a librar… pero hay formas de capear el exceso de calor: Ascendiendo al Curavacas.

Desayuno bien y a oscuras; conduzco a oscuras; me ato las botas, hablo con un paisano en Vidrieros, y me dice por donde tengo que ir… por la calle Chica…ya no me acordaba… hacía 10 años justos que ascendimos al Curavacas.

No llevaba nadie por delante… sólo un gran grupo de corredores de montaña (cabras), pero eso fue casi arriba.

Una vez sales del barranco y dejas atrás los Prados de Cabriles, entras de lleno en una zona de escobas, donde verás la fuente de Cabriles… a partir de aquí entramos de lleno en la pedrera, pero antes, bebimos de esa fuente cuasi mágica y en su nueva taza comunitaria.

 El Curavacas es posiblemente el mayor ejemplo de la península de conglomerado de bolos rodados. Es sencillamente espectacular. La pedrera me pareció más erosionada que hace una década… será normal, ahora sube mucha más gente que antes. Los colores de las piedras no dejan de sorprender… color óxido, verdes, grises… todo un arcoíris mineral a disposición de la vista y el tacto.

La empinada vertiente por la que se sube es bastante agotadora, y nos vamos metiendo en el Callejo Grande, donde los escarpes se acentúan y el riesgo aumenta, potenciado además por los peligrosos bóvidos, que por cierto, llegan a desplazar al autóctono rebeco. Tenemos paredes enormes a nuestra diestra y todavía viajamos en sombra.

Sobre 2400m o algo más, alcanzamos la Horcada Callejo Grande, algo delicada de pasar si estuviese el terreno mojado, y así nos metemos en la vertiente opuesta: Norte. Giramos a nuestra izquierda buscando la cumbre, donde hay un buzón, una cruz, un cencerro, y una base de vértice geodésico. La mañana ofrece el instante perfecto para disfrutar de la soledad de este buque insignia de la Montaña Palentina. No eran ni las diez de la mañana de aquel siete de agosto y tenía el mundo entero bajo mis ojos… sin viento… sin ruido… nada ni nadie… y al cabo de un rato empezó a llegar gente… Jesús, de Cervera, y Eneko, de Bilbao. Me quedo con ellos.

Ni más ni menos que una hora anduve por encima siempre de las nubes, parafraseando a Robe… y no me arrepiento. Llevaba mi prismático, como siempre, y estuvimos viendo El Cable, de Fuente Dé. Sin unos buenos prismáticos, en la montaña no eres nadie… estos tienen ya casi 25 años y ha llegado el momento de renovarlos por algo más moderno; de 12x30 he pasado a 8x32… un mundo de luz y de campo visual de diferencia.

Así que descendemos, con idea de repetir en el restaurante Taxus, en Cervera… donde te cuidan como si de un hijo se tratase. Quien nos iba a decir que tras esta agradable comida y casi dos meses después, conoceríamos en directo y en Los Palacios, en el festival Tomate Blues, una de las bandas de este género musical más frescas y placenteras que hayamos visto en directo. The Cinelli Brothers es un cuarteto de buenos músicos, y muestran sus habilidades cambiando de instrumento varias veces durante el concierto y ofreciendo un divertido y elegante show de calidad. Tuvieron la amabilidad de firmarnos el Cd, que lo adquirimos en los puestos de venta que cada año montan en el Tomate Blues. Este festival se consagra definitivamente como uno de los imprescindibles de nuestra geografía. Podemos afirmar que se trata de organizadores muy comprometidos y ambiciosos de ofrecer buena calidad musical y humana. El festival se financia de la barra y la venta de camisetas. La entrada sigue siendo gratis después de una década de programación y promoción de buenas bandas. El rock y el blues, no han muerto.

También podríamos escribir sobre el cuidado del Chorlitejo patinegro y los vencejos, y sobre la gran labor que lleva a cabo la Sociedad Gaditana de Historia Natural… pero eso será en próximas ediciones… por ahora, despidamos el Curavacas con un buen blues.