martes, 12 de junio de 2018

Desde Lanjarón al refugio del Caballo.


Hay quien plantea un viaje girando un mapamundi con los ojos cerrados y frenándolo con la yema del dedo. Al azar. Esta técnica, hoy día obsoleta, se ha visto reemplazada por cliquear a ciegas con el ratón en la pantalla de Google Maps… esto tiene grandes posibilidades de tener que viajar al centro del océano. Otra es aporrear el teclado a tientas, pulsar “intro”, y la ciudad que más se aproxime al palabro que hemos escrito en maps… ciudad, zona, desierto… pues ahí que nos vamos.
Otra forma de viajar es leyendo… escuchando música… un día lees la etiqueta de una botella de agua Lanjarón… y ya tienes montado el plan. Que el agua nos lleve.
Lanjarón está a 644m de altitud, y ascender a la parte alta de la Sierra supone un gran desnivel; empresa que se complica si añadimos la intención de pasar la noche arriba, pues la carga lo enlentece y dificulta todo… además habrá nieve y por la mañana estará muy dura, por lo tanto, hay que llevar material invernal.
Pasamos por la zona incendiada en 2005, en aquel fatídico episodio provocado por la negligencia de dos extranjeros que devastó un castañar excepcional y gran cantidad de árboles singulares, entre ellos secuoyas.
Pasando Tello, el camino está demasiado desdibujado… nosotros lo intentamos todo lo que pudimos… pero en algún tramo lo hicimos por la pista. Se necesita una intervención de emergencia en este tamo. ¡El camino se pierde!
Paramos a comer en Ventura… se empezó a condensar la nube y en un rato no se veía nada… la sensación térmica era de verdadero invierno un 9 de junio, pero un té nos hizo reflexionar: vamos a reposar un poco.
Tomamos la acequia y llegamos hasta la represa del río… un lugar sobrecogedor dado el fuerte caudal y la cantidad de nieve que hay. Por la margen derecha del río vamos ascendiendo poniendo en duda desde hacía un rato el éxito de esta pequeña aventura.
Llevamos muchas horas de ascenso y mañana hay que deshacer todo este trabajo… la verdad es que dan ganas de volverse, pero es demasiado tarde como para llegar a Tello… es mejor seguir subiendo.
Al refugio del Caballo llegamos tras ascender a la laguna de Nájera, una durísima subida que se afronta desde el río. Había bastante nieve, pero a estas horas no eran necesarios los crampones, aspecto que se agradecía tras 12 horas de actividad y más de 2300m de ascenso.
Ahora tocaba descansar tras una buena cena y disfrutar de nuevo de la soledad y el silencio de este castigado refugio de montaña.
Salimos a oscuras a caminar, sobre las seis de la mañana, y en dirección al hombro Sur del Caballo, para trasponer hacia las ruinas del refugio de Lanjarón. La nieve estaba durísima y la exposición de esa travesía era espeluznante. Una vez pasadas aquellas ruinas, y tras habernos puesto y quitado dos veces los crampones, acometimos el descenso vertiginoso hacia la acequia… posiblemente hubiese resultado más cómodo seguir por la loma… ¡vaya bajada más traicionera!
Ya en la acequia, seguimos el mismo camino del día anterior.
Javier Vielba, de Arizona Baby y Corizonas, trabaja desde hace unos años en un proyecto a parte de estas dos grandes bandas, y bajo el alter ego de El Meister. Dice Javier que la música está por todas partes, y sin darte cuenta te vas empapando e influenciando de ella, y que eso sale a la luz el día que decides componer… es lógico. Cabeceras de programas de Tv, telediarios… dibujos animados… todo lleva música, y sería absurda una vida sin ella… igual que para nosotros sería absurda una vida sin montañas. Montaña, música y vida… esa es nuestra creencia.

Comienza la jornada tras el desayuno en un bar cercano a la salida.

En unos cuantos zig zags, ya estamos muy por encima de Lanjarón.

Aquí se aprecian los efectos de aquel incendio de 2005.

Paramos a descansar junto a esta acequia.

Hemos repostado agua en la fuente del refugio de Tello.

Seguimos tomando altura... el camino siempre va subiendo.

Ruinas del refugio de Ventura. Clausurado.

Esta magnífica acequia comienza dos fotos más abajo.

Les vaques...

Hay bastante profundidad. Imagina lo que la nieve esconde en invierno.

El ambiente era de lo más alpino.

Añadir que no nos cruzamos a nadie desde Tello.

Seguimos por la margen derecha del Lanjarón.

La primavera crea dibujos preciosos  e irrepetibles en la nieve.

Ya estamos en Nájera... nos queda muy poco, pero llevamos 12 horas de caminata.

Estamos sobre la laguna, que sólo deja ver este hueco.

La laguna del Caballo está más despejada.

El refugio del Caballo, totalmente solitario.

El hombro por el cual cruzaríamos por la mañana temprano.

It´s there anybody out there?

Sin comentarios.

Faenando a las 6:20 de la mañana... hay que tener ganas.

Esas primeras luces son lo mejor del día... a partir de aquí, todo va a peor.


El Caballo iluminado.

Hacia las ruinas del refugio de Lanjarón

Comienza de nuevo el baile de nubes.

Caminar por la acequia, al ritmo del agua... como un blues del Delta del Mississippi.

lunes, 4 de junio de 2018

Sierra del Caíllo desde Benaocaz, pasando por Grazalema.


Aunque pueda resultar un título un tanto confuso, la realidad es otra totalmente distinta.
El comienzo de esta caminata lo llevamos a cabo desde el Puerto del Boyar, y antes de llegar, Pilar Arzak nos sorprendía con la escucha del último trabajo de Luke Winslow King, con toques de blues psicodélico y algo de soul. Ha cambiado su estilo, como corresponde a un gran músico… quizá su separación de Esther, cantante del anterior trabajo, haya influenciado este cambio.
Blue Mesa (las colinas de Arizona) es la canción que da título al disco, y creo que nadie debería pasarla por alto… la colaboración de Roberto Luti a la guitarra le da un toque de slide muy apropiado… ya conocíamos a Roberto de un video que se grabó con varios músicos interpretando canciones de Bob Marley.
Tras escuchar el disco completo, comenzamos a caminar a las 8:20 ascendiendo al Puerto de las Presillas. Pasamos por las casas de Dornajo y Fardela, y antes de las 11 de la mañana estábamos en Benaocaz, donde dimos buena cuenta de unas tostadas con manteca “colorá”.
Desde aquí ascendimos a lo más alto de la Sierra del Caíllo, que hacía un rato jugaba al escondite con unas hermosas nubes de evolución que traían fresco y humedad. El Caíllo luce unos colores envidiables, rojo, amarillo, violeta… en estos momentos todas las peonias, lirios, lavandas, amapolas, etc, están a todo color. Es un placer para la vista y el olfato pasear por estas montañas.
Bajamos hacia Navazo Alto, luego el Hondo, donde aprovechamos para comer y ascendimos hasta el refugio del Reloj, enlazando con el Cancho de la Berejuela y bajando hasta Grazalema, desde donde tomamos el camino de los Charcones para recuperar el coche en el Puerto del Boyar.
Dos chavales habían estado haciendo su primera escalada a Peñón Grande, y nos informaron de cómo habían encontrado los descuelgues y puntos de reunión.
Una hermosa propuesta que tras casi 25 kms y rozando los 1300m de ascenso, recorre ampliamente toda la parte central de la Sierra de Grazalema.

Puerto de las Presillas.

Casa del Dornajo.

Colores.

Filigranas on the rock.

Nuestro siguiente objetivo, pero antes vamos a comer algo.

La Sierra del Caíllo se "escüende".

Benaocaz de romería, nosotros desayunamos por segunda vez, y al tajo.

Por los tajos...

Cruzando angarillas... recordad dejarlas cerradas.

Colladinas.

Ovejas muertas.

Última nava y a por la cumbre... los alto cúmulos nos envuelven, sopla fuerte y hace frío.

En lo más Alto del Navazo.

Nubarrones espectaculares.

Se quiere hacer de noche...

¡Cuantos esfuerzos le dedico a este Vértice!

No olvides colaborar con la montaña.

Vaya suerte de nubes más hermosas.

Hacia el Navazo Hondo.

Momento para relajarse y recuperarse.

El refugio del Reloj.

Caprichosa la caliza, y arte que tuvo la persona que la puso en pie.

Y las peonias...

Dando forma y color.

¡Que bonito camino para la bici...!