miércoles, 12 de septiembre de 2018

Sassopiatto desde Passo Sella. Dolomiti-Sud Tirol



En agosto de 2005, el alpinista esloveno Tomaz Humar quiso abrir una vía en la vertiente Rupal del Nanga Parbat. La meteorología empeoró y quedó atrapado en un pequeño vivac que él mismo cavó a pioletazo limpio, en plena pared y a 2200m de la cima. Tomaz sabía que un rescate era una tarea casi imposible. En Eslovenia, compañeros concienciaron a la opinión pública de que rescatarle en helicóptero sería posible. El presidente de Eslovenia llamó a su homónimo paquistaní y le pidió que hiciera todo lo posible. Un helicóptero “Lama” sacó a Humar de la pared en una maniobra que no vamos a describir por ser demasiado emocionante.
Humar murió en 2009 cuando se precipitó durante el descenso del Langtang.
En agosto de 2009, los alpinistas oscenses, Óscar Pérez y Álvaro Novellón, se sumergieron en el Karakorum para escalar el Latok II, de 6950m, por una nueva vía. Tras varios días en la pared, Óscar sufre una caída y se rompe una pierna y un brazo. Álvaro lo deja solo y bien abrigado y equipado, mientras él baja a pedir ayuda. Le prometió regresar. Óscar sabía que iba a tardar más de una semana. El Club Peña Guara pidió al presidente de la comunidad aragonesa que hablase con el presidente de España, y que éste lo hiciese con el de Pakistán, para pedir su colaboración. Mientras, personas reconocidas en el mundo del Alpinismo, entre ellas Sebastián Álvaro, preparaban un rescate por tierra. Tras más de 10 días en la pared y una larga burocracia de por medio… sin llegar a contactar con él, dieron por imposible el rescate abandonando a su suerte a Óscar… sin llegar a saber si todavía permanecía con vida o no.
Dos historias similares con distinto desenlace, las cuales podrás leer en toda su fuerza literaria, si haces caso a nuestro amigo y forero sevillano Pedro, que nos aconsejó la lectura de un libro de César Pérez de Tudela cuyo título es una gran pregunta: ¿Era Necesario Morir?
Hay quien se deja la vida escalando montañas… y hay quien dedica su vida a escalar listas de éxito, como fue el caso del “pequeño Michael”, que este verano hubiese cumplido 60 años.
Amanece muy pronto en Dolomitas, así que ascendemos en coche al Passo Sella, desde Campitello, bellísima localidad en la que nos alojamos en esta ocasión. Nuestra intención era subir al Catinaccio, llevábamos track y todo… pero estando en el pueblo, vimos las hermosas paredes de Sassopiatto, y no pudimos resistirnos. Hicimos uso del plano que habíamos adquirido el día anterior, y no nos arrepentimos.
Empezamos siguiendo el Sendero Friedrich August, o 557. Pasamos por el refugio Carlo Valentini y el refugio Salei, el día está nublado y no hay nadie por el camino. A continuación, el Chalet Margherita y la vaca Gigante… las vistas del Gruppo del Sella son inmejorables, y del Val di Fassa, por supuesto… además del Cattinaccio y la Marmolada. Pasamos junto al refugio Friedrich August, refugio Sandro Pertini, y refugio Sasso Piatto, donde giramos hacia el sendero 527.
Ahora vamos por la vertiente Norte… la zona de sombra… la de los caos de dolomías enormes desprendidas de su madre, en ese intento por aplanar el paisaje le guste a quien le cueste… hasta la gran canal que cruza el macizo apuntando al Sur, donde pasamos por el refugio Vicenza, y estamos ahora es el sendero 525. Tenemos la intención de llegar a Forcella Sasso Lungo, donde vimos la luz entre esas enormes y oscuras nubes. Alcanzamos el refugio Toni Demetz, encajado a presión entre desplomes de caliza, y nada más llegar, sonó una gran explosión de tormenta que casi nos deja sordos. Aquí tenemos la opción de bajar a Passo Sella mediante un funivía, pero el paseo de bajada es muy recomendable. Comimos, y emprendimos la bajada.
Es una caminata muy señalizada, jalonada por muchos refugios como se ha podido leer, y que discurre por un trazado suave. El desnivel apenas supera los 1200m de subida… y otros tantos de bajada.
Esta podría ser una buena guinda para el pastel dolomítico.



Vista desde Passo Sella.

La Vaca Gigante.

Piz Bòe a la izquierda y Saas Pordoi a la diestra. Gruppo del Sella.

Sendero Friedrich August.



Vamos empezando a girar a la otra vertiente.


El Catinaccio se cubre lentamente de nubes.

Un banco de madera para descansar a gusto y con buenas vistas.

El sendero planea y es una gozada caminar... incluso para correr debe ser bueno.

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Las vistas son tremendamente interesantes.

Continuamos por el sendero 527.

Ahora tomamos el 525, que discurre por esta hermosa pedrera.

El refugio Vicenza.



Pasando Vicenza, entramos en una canal perfecta.

Siempre buscando la luz.
Paredes enormes jalonan el camino.

Ascendiendo y entrando en la nube.

Un caos de enormes bloques decoran el recorrido.

Últimos pasos de subida antes de alcanzar el collado.

Y alcanzamos el refugio minutos antes del estruendo.

La bajada es preciosa, merece la pena no usar las cabinas.

Al fondo vemos la Marmolada.

Abajo vemos el camino de comienzo de ruta.

Y una última mirada hacia lo que dejamos atrás.


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