Nuevamente
nos enfrentamos a esta sierra que roza los 1400 metros de altura, partiendo
desde Villaluenga del Rosario.
La
primavera, en su imparable avance hacia el estío, nos acaricia con temperaturas
muy frescas al amanecer, pero cálidas conforme avanza el día, por lo tanto, en
vez de subir por el Puerto de Libar, nos desviamos hacia la casa de las Merinas
y tomamos la colada que sube hacia el Hoyo de los Quejigos… como la otra vez.
Que
casualidad, Merina es la lana con la que están confeccionadas nuestras
camisetas, y no hemos probado nada más confortable para ir a la montaña.
A la
segunda va la vencida… o al menos ha sido de esta manera, pues hace un mes, la
niebla espesísima y la lluvia impidieron nuestra ascensión cuando alcanzamos la
misma base de la montaña, y aunque hemos tenido que investigar lo suyo, pasando
el Puerto del Alcornocalejo, tuvimos que repechar una zona de lapiaces
escarpadísimos aplicando técnicas de escalada.
La
caminata ha merecido la pena, pues ha tenido un gran componente de aventura…
como al principio.
Una
vez alcanzada la cima, y tras trece kilómetros de montaña pura, nos dedicamos
al buen yantar a base de queso de la comarca, aderezado con un té de altura y
frutos secos nacionales, bajo la sombra del cedro que, seguramente, tiene
relación directa con el topónimo de este lugar, que goza de un amplio panorama
para disfrutar de la vista. Desde Marruecos a Sierra de las Nieves, pasando por
Sierra Crestellina y otras muchas… como muchas son las estupendas notas que Zakk
Wylde nos regala en Catacoms of the Black Vatican, acompañado de la voz
dulce de Ozzy Osbourne, en el último trabajo de Black Label Society.
Ha
sido una buena jornada de montaña, enlazando caminos, siguiendo algunos hitos,
y construyendo otros, para dejar nuestra impronta en espera de que alguien la
vuelva a repetir.