viernes, 13 de enero de 2012

PICO DE LAS CABRAS Y LA ATALAYA (2084ms)


Dormir en La Puebla de Don Fadrique puede ser la solución ideal para afrontar temprano la subida al techo de Albacete. Este tranquilo pueblo, que en fechas navideñas, disfruta de sus festejos de “Cascaborras e Inocentes”, se encuentra situado en el altiplano Granadino, a más de 1100 metros de altitud, por lo tanto, a las 8 de la mañana es muy probable que tengamos cifras negativas en nuestro termómetro, pero esto no debe ser un impedimento para nuestra intención.
Salimos de la Puebla con dirección a Almaciles, precioso pueblo situado en la ladera NE de un cerro calizo, enclave que le proporciona unas vistas espléndidas y el galardón de ser Puerta de Andalucía entrando desde Murcia. Pasamos junto al pueblo y continuamos hasta Entredicho, donde giramos a la izquierda con dirección a Cañada de la Cruz, en el cruce hay dos carteles que señalan el Macizo de Revolcadores; estamos en la región de Murcia, y atravesamos el pueblo para tomar el primer desvío a la izquierda nada más salir de Cañada por el oeste, por un camino rural asfaltado, en buen estado, y por el que circularemos 12 kms, hasta llegar a un poblado llamado Cortijos de la Carrasca. Hemos dejado atrás el macizo de Revolcadores, y la Cuerda de la Gitana, linde entre Murcia y Albacete.


Al llegar a Cortijos de la Carrasca entramos por la primera calle a nuestra derecha, que sube hasta un ensanche en el cual podremos dejar el vehículo junto a una fuente-abrevadero, y comenzamos a caminar dejando el pilón a nuestra izquierda y nos dirigimos hacia un chozo, que dejaremos a nuestra derecha, buscando los hitos que nos invitan a adentrarnos en el barranco, y observando ahora a nuestra izquierda un abrigo para el rebaño cerrado con medio muro de piedras. A partir de aquí el terreno es bastante escarpado, pero vamos a disfrutar de una ascensión jalonada de hitos populares a los cuales fuimos ayudando a restaurar y mantener durante nuestra fría caminata. Nos vamos adentrando por el inclinado barranco de la Carrasca rodeados de coscoja, encinas, tomillo, y dando paso cada vez más a un precioso bosque de Pino Laricio (Pinus nigra salzmannii), también llamado salgareño, y que nos va a acompañar durante casi toda nuestra escalada. Este pino sobrevive a altitudes que van desde 800 a 2000 metros, y tiene una piña de unos 4 a 6 cms de longitud. Ni que decir tiene que su piñón no es aprovechable, como el de nuestro querido piñonero.


Los lapiaces, dignos de las últimas estribaciones de la subbética, son cada vez más desarrollados y llegando a formarse pequeños torcales en la zona más alta del macizo, y si por sus pequeños collados o más bien portillones, nos asomamos a la vertiente septentrional podremos disfrutar de auténticas formaciones de riscos y laderas muy escarpadas, en los cuales se observan algunos pinos escalando en la más absoluta verticalidad y donde todo este conglomerado de rocas forma parte de la sierra de Tahibilla.
Nada habría podido suceder si alguien no lo hubiese imaginado: Reihold Messner.
El día amaneció muy nublado, con viento de levante que en las cotas altas hacía desplazarse a las nubes con la velocidad suficiente para que la humedad se adhiriese a las acículas del laricio y los enebros, formándose hielo en las mencionadas hojas como consecuencia de los 5ºC bajo cero que hizo a las 8:30 de la mañana.


Como suele pasar con la tecnología, el GPS no arrancaba, así que, subimos con poca visibilidad del entorno, pero no es un lugar en el cual te puedas perder, pues el barranco para bajar es evidente. El espectáculo fue grandioso cuando el día abrió y disfrutamos del contraste de los arboles congelados con un cielo azul intenso. Por la ancha arista cimera fuimos alcanzando el “Picón Chico”, en el que encontramos un hito de piedras que agrandamos, y donde grabamos un corto vídeo panorámico.


 Estamos situados en un altiplano de 2000 metros de altitud, desde el cual vemos las cumbres más altas de Albacete. De aquí caminamos hacia el pico de la Atalaya, de 2083m, y techo provincial, lugar que aprovechamos


para avituallarnos con frutos secos, a resguardo del viento, y nos pusimos en marcha de nuevo, por el


altiplano, para alcanzar el vértice geodésico del pico de Las Cabras (2080m), cuya vertiente norte nos impresionó por tratarse de riscos, cortados a pico, de difícil acceso.


El no conocer la sierra, nos hizo tomar la decisión de regresar por el camino de subida, degustando nuestro manjar post navideño en la soleada bajada, a la sombra de unos salgareños, pero luego vimos que se puede hacer una circular muy interesante si de Las Cabras se dirige uno al cerro oeste, y baja por la cuerda buscando la carretera de Nerpio... sólo hubiésemos tenido que caminar un kilómetro por la carretera, que no es más que un carril asfaltado por el cual apenas circulan vehículos.

Come Back Baby”, como nos canta la grandiosa Etta James en su álbum Matriarch of the Blues, es  la canción que se m


e vino a la cabeza mientras tecleaba todo esto, pues aunque el destino de las Cabras esté un poco alejado de nuestra localidad de residencia, creemos que merecerá otra visita por nuestra parte, para completar esa circular que trazamos sobre el papel.

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