viernes, 17 de agosto de 2012

CURAVACAS (2528m)


Nuestra cuarta ascensión en este periplo por el NW Ibérico nos lleva a tierras de Palencia, al Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre – Montaña Palentina. Pernoctamos en Cervera de Pisuerga, por lo que salimos temprano hacia la pequeña población de Vidrieros, donde podemos dejar el coche en la recogida placilla en la que hay un bar y una pequeña iglesia de ladrillos vistos.
Caminamos unos metros por donde mismo hemos venido hasta tomar el primer carril que vemos a la derecha, a través del cual salimos del pueblo en un ascenso poco pronunciado.


 Al llegar a un cruce de carriles en “Y”, tomamos el de la derecha, en un marcado rumbo N, y que apunta a la base de una montaña rocosa de un tono verdoso y con una silueta vertical imposible de subir a pie: ¡ese es el Curavacas!


Ahora la subida empieza a tomar grado, y circulamos paralelos a un precioso arroyo que baja del Curavacas; es el Cabriles, y para ser julio, baja con abundante agua.
El caminar discurre por un cauce, que suponemos que en deshielo, estará ocupado por el agua que ya no cabe en el Cabriles. En unos 45 minutos o algo más, habremos alcanzado un prado, desde el cual vemos la cara Sur del Curavacas un poco más accesible de lo que nos pareció hace un buen rato… pero solo lo parece. Al cruzar el arroyo, pasaremos junto a una surgencia de la cual podemos y debemos abastecernos, a la ida y a la vuelta, pues el agua está muy rica y hay que aprovechar los minerales que nos ofrece la naturaleza.


Ya va empezando a subir la temperatura, comparado con los 5 ºC que hacía en Vidrieros a las 8 de la mañana. Nos alegramos de haber madrugado, es más, nos arrepentimos de no haber madrugado más. A los 200m de haber pasado el manantial, nos fundimos en la pedrera baja, compuesta por bolos rodados de roca caliza y granito, que nos hacen pensar en la presencia de mucha cantidad de agua, como si las piedras proviniesen de un río. El avance por esta pedrera es muy penoso y agotador, ya que no pisamos un suelo sólido y el terreno está bastante inclinado. Los bolos van cediendo a nuestro empuje y parece que vamos para atrás, en vez de progresar en positivo.


Voy midiendo la velocidad de ascenso, que es de unos 400m/h. No parece que nos queden 1000m de desnivel hasta la cumbre, así que pienso: dos horas y media más y estaremos arriba.
Pasamos a la segunda y más inclinada pedrera, que va entrando al Callejo Grande, y la dificultad va ganando terreno al disfrute de la subida… el dolor puede resultar agradable, a veces, de hecho, el dolor causado por la práctica deportiva es beneficioso para nuestro espíritu… al aproximarnos a las paredes que encierran el camino en una zona angosta y vertical, vemos de donde proceden los bolos de la pedrera por la cual hemos ascendido.


La montaña es un conglomerado de cantos rodados, y es Isa la que llega a la conclusión de que esta zona en el cuaternario tuvo que ser un gran río, y al plegarse el suelo y elevarse a 2500m, se llevó consigo todas estas piedras, que son las que, en esta época, vemos incrustadas formando una serie de cabalgamientos y fallas normales que omiten serie estratigráfica y una serie de retrocabalgamiento que 


configuran todo el macizo del Curavacas. Estamos llegando a una zona en la que es necesario trepar para ascender, y entra en juego el problema de vértigo de Isabel, que la obliga a buscar un hueco y quedarse allí a esperarme a que yo haga cumbre, pues la bajada puede resultar complicada.


Llego a un portillón, acompañado por tres montañeros burgaleses (padre y dos hijos), que nos han alcanzado en la ascensión; por aquí se pasa de la vertiente Sur a la Norte, en el cual, debido a que es la parte alta de un corredor, y con orientación de umbría, han ocurrido varios accidentes fatales en épocas en las que el frío congela el suelo y el resbalón se produce en el peor sitio y de forma inesperada.


Se trata del punto negro del Curavacas. Pasamos este angosto tramo y sólo nos queda un leve caminar suave, sin peligro, que va girando buscando el Sur hasta llegar a la ansiada cumbre.


La panorámica que nos ofrece esta montaña es de lo más espectacular que he visto. Tenemos Picos de Europa al Norte, y con unos prismáticos identificamos rincones como La Vueltona, El Cable (la estación superior), Cabaña Verónica, Horcados Rojos, Llambrión, Peña Vieja… no se si he dicho ya 


espectacular, pero es que es espectacular… por supuesto vemos el singular Espigüete, que lo hemos dejado para nuestra próxima visita a Palencia, y también se distinguen la Sierra de la Demanda, con el 


San Lorenzo (techo Riojano),  El Pozo del Curavacas, laguna de origen glaciar; Pico Murcia, Mojón de Tres Provincias (convergencia de Cantabria, León y Palencia), el Pico Tresmares, situado en la 


cordillera cantábrica, y curioso por ser la única montaña dentro de la Península Ibérica, con divisoria de aguas a más de 2 mares, pues al Norte arroja al Cantábrico, al SW al Atlántico (Pisuerga y Duero) , y al SE al Mediterráneo, a través del río Híjar, que tiene una surgencia que forma el nacimiento del Ebro.


Tras aprender un poco de la sabiduría montañera de estos 3 burgaleses, me bajé a buscar a Isabel, y refugiarnos aberronchados al rocaje, para degustar nuestro bien merecido almuerzo a base de productos de la comarca y buen pan del Pisuerga.


La diferencia de temperaturas entre el amanecer y el medio día solar, es abismal, y hay que descender con premura, ganando en intensidad de marcha, como la canción Escape, del grupo británico Muse; y


 por efecto del calor, volviendo a bajar el ritmo, igual que sucede con la mencionada canción compuesta por Matthew Bellamy.


Al llegar a Vidrieros, entramos al bar, pero nos equivocamos, pues hay mejor oferta en el cruce de Triollo, en variedad, y sobre todo en precios.


Datos Técnicos

Localización: Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre
Población:  Vidrieros (Palencia)
Altitud máxima: 2.528m
Distancia recorrida: 11 kms
Desnivel: 1.300m
Tipo de trazado: Lineal
Clima: Media-Alta montaña

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