A las 7 de la
mañana del día 8 de enero, nos enteramos del lanzamiento del último trabajo de
David Bowie: BlackStar, y lo presentaba en sociedad el día de su cumpleaños… 69
años… una cifra que apasiona a casi todo el mundo. Hay canciones, como Lazarus,
que transmiten un mensaje, que quizá tome otra dimensión a partir de lo que
ocurriría tan solo 2 días después, en Manhattan.
Ha sido sin lugar a
dudas uno de los artistas más influyentes en el mundo de la música y del arte
pop en general… seguramente es imposible saber cuantas imágenes habrá por el
planeta de este maravilloso artista. Ha sido de lo más fotogénico e impactante
que ha habido en la escena musical mundial.
Cincuenta años ofreciendo
música, han dado placer a todas las personas que en el planeta tienen acceso a
ella, eso es seguro… y colaboraciones o versiones… ha habido muchísimas.
No se puede añadir
mucho más a esta triste desaparición, pues ya se han vertido ríos de tinta
sobre David Robert Jones… nunca
olvidaremos a Ziggy Stardust… sólo comentar que aquella madrugada, la luna
ofrecía un aspecto especial… apenas un octavo menguante que permitía ver la
luna entera.
No sabemos si es
que todas las semanas hay una carrera por la sierra, pero casi cada vez que
acudimos a ella, y no son pocas, coincidimos con las balizas del trazado… pero
nunca vemos a los corredores.
Atravesamos los
llanos de Libar, entrando por el Puerto del mismo nombre, habiendo salido desde
Villaluenga a las 8:30. La marcha era lenta, pues el día estaba muy fotogénico,
y en unas horas, estábamos los cuatro en la cumbre de un tocho calizo, casi
cuadrado, en el que tienes que ir trepando piedra sobre piedra hasta llegar a
su aplanada cima. La sensación aérea que ofrece la cumbre del Tunio es
espectacular… muy aconsejable. Vistas preciosas a los cuatro vientos, como la
torre del homenaje de cualquier fortaleza.
Tras ver las pilas
y la perfilada figura antropomorfa que ofrece el vecino bloque calizo, pusimos
rumbo al pico que da la cota máxima de toda la Sierra del Palo, no sin antes
parar a preparar un té y dar buena cuenta de nuestras viandas. Desde la cumbre
donde se yergue el Vértice Geodésico, las vistas no eran moco de pavo.
Bajando del Palo,
por la Oeste, llegamos a los llanos de Libar, con una luz estupenda… arribando
completamente a oscuras a la población donde teníamos aparcado el coche. La
verdad es que los cuatro pasamos un día estupendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario