Media Noche.
Aunque lo importante era descansar tras la dura jornada anterior, es muy
difícil conciliar insomnio, nerviosismo y necesidad de descansar.
A las 23:15, creemos recordar, ya estábamos trasteando, aunque lo habíamos
dejado todo preparado: Agua, plumas, manoplas gigantes… ni cuatro horas hemos
descansado de la última jornada.
Bueno, la suerte está echada, desayunamos algo, sin café, Charlie nos dijo
que no es bueno tomar café el día de cumbre, para evitar el mal de altura. Salimos
de la tienda sobre las 00:10. Hay movimiento. Hace frío a 4600m a media noche,
pero dejo el plumas y las manoplas gruesas en la mochila. Isabel se abriga
demasiado.
Salimos hacia Kosovo, campo situado a 4800m. Pasamos de largo… hemos tenido
que trepar en plena oscuridad por la arista. Ojos que no ven… vamos demasiado
aglomerados con miembros de otras expediciones. Isabel tiene calor, y yo
empiezo a ponerme nervioso y me vuelvo irritable. Dicen que es uno de los
síntomas del mal de altura.
Las estrellas se confunden con las luces de los frontales… hay que parar y
fijar la vista para distinguirlas… la ascensión es lenta y dura. Apago la luz
de mi frontal… no la soporto.
Mal de Altura.
El frÍo se intensifica a cada paso, no sabemos qué hora será… puede que las
dos de la madrugada, o algo más. Isabel va muy bien, caminando paso a paso esta
terrible subida. Yo empiezo a sentir mareos… cada vez más. Tengo nauseas, y
unas ganas enormes de acostarme… me tengo que sentar a descansar un rato.
Isabel me despierta con un golpe en el hombro: ¡No te vayas a quedar dormido
aquí! Hace un rato que llevo las manoplas gruesas y 5 capas arriba, contando el
grueso plumas. ¡No puedo más! El mal de altura se está cebando conmigo, pero no
puedo decir nada… esto es terrible.
Volvemos a parar, al rato, y comemos algo de frutos secos… serían dátiles u
orejones, sólo recuerdo tenerlos en la boca mucho tiempo, intentando tragar. El
tubo de la camelbak se congeló hace un buen rato, pero llevamos bidones en la
mochila. El frio es insoportable… las manos no calientan ni con esas manoplas
de expedición capaces de calentar a un muerto. Vamos respirando hondo, muy
hondo… y caminando lentamente… muy lentamente. El mal de altura no se pasa.
No sé cuantos libros he leído sobre alpinismo, y en todos aconsejan bajar
en el primer instante en el que se sienta el mal de altitud. Seguir subiendo es
peligroso, porque sólo va a conseguir agravar el problema. Isabel se dio cuenta
hace un buen rato de que yo iba muy mal, y hábilmente se puso delante de mí,
para marcar el tempo. Yo sólo quiero dormir.
Empezamos a ver la aurora y Wilfred me dice que quedan unos 20 minutos para
alcanzar Stella Point. Me entra una emoción incontrolable y empiezo a llorar.
Espero a Isabel, que viene unos metros por detrás, y siente la misma emoción.
Es inexplicable, pero puedes recorrer los últimos metros llorando como un
niño, feliz como nunca. ¿Esto significa que ya lo hemos logrado?
Esta maldita montaña está resultando lo más duro e impresionante que
hayamos hecho nunca.
Alcanzamos Stella Point, un collado espectacular desde donde se une la ruta
Marangu a la nuestra. Vemos el cráter del Kilimanjaro ante nuestros ojos.
¡Estamos en la cima más alta de África! 5758m de altitud, y cuesta un trabajo
enorme respirar… ya nos queda muy poco para superar este formidable reto. El
sol está empezando a salir y alumbrar esta maravilla geológica y sobrehumana.
Hace un rato vimos a nuestra izquierda el hielo primitivo… fue muy
emocionante ese momento, y a partir de aquí, empezamos a verlo más cerca, pero
no lo podemos tocar. No hace muchos años, llegaba casi al camino… ahora está
lejos. El cráter está limpio… no queda nada de hielo en su interior. Es
increíble, pero vemos basura… ¡basura en la cumbre del Kilimanjaro!
El mareo no cesa, la necesidad imperiosa de bajar está tomando una posición
no negociable… No soy consciente del tiempo, pero en casa, viendo los datos de
las fotos, pasó una hora entre Stella Point y el techo de África. ¡Una hora! O
sea, que he estado más de 5 horas acusado de Mal de Altura, y he seguido
subiendo… error de libro.
Uhuru Peak, 5895m.
No nos lo podemos creer. Después de una larga noche, en la que todo ha
parecido un mal sueño, dando cabezadas y perdiendo el equilibrio durante la
dura subida, estamos en el punto más alto de este formidable volcán. Un cartel
enorme de madera nos hace saber que hemos vencido a la montaña… que más que a
la montaña, se le vence al organismo. Si eres capaz de sobrevivir a los efectos
de la temida hipoxia, la cumbre no es difícil, en absoluto. No es cuestión de
estar fuerte, si no de aclimatar bien. La mayoría de las personas que nos
cruzamos, bajan agarradas porque no funcionan bien. Los catalanes bajaron muy
rápido, nos cruzamos y abrazamos, llorando, porque lo habían conseguido… pero
también tenían problemas con la altitud, no coordinaban algunos movimientos.
El cerebro está bien, de hecho, me acuerdo de sacar nuestro cartel, que
venía en la mochila desde Cádiz. Hay pocas fotos… mi máquina hizo sólo 3 en la
cima, y se apagó para el resto. Hace viento y un frío insoportable. Con los
nervios, no nos ponemos ni gafas, ni nos cubrimos la cara… quitarte las gruesas
manoplas para hacer unas fotos, es un gran sacrificio. El tubo de agua está
congelado… bebemos algo de una congelada botella del interior de la mochila.
Tenemos que apresurarnos o esto puede empeorar… los mareos no se van, y la
bajada comienza dando tumbos como un borracho.
Isabel ha demostrado una energía y una capacidad de adaptación a la altitud
muy superior a la mía… y por supuesto una capacidad de gestión, también
superior. ¿Todavía hay duda con respecto a la superioridad de las mujeres?
Descenso.
La diferencia de velocidad es tremenda. 7h y media para subir y menos de 4
horas para bajar.
Sigo muy mareado cuando alcanzamos la tienda, en Barafu. Nos tumbamos unos
minutos a descansar, y nos traen la comida… a las 11:30 estábamos comiendo… yo
todavía con mal cuerpo y sin ganas. Comemos bastante, nos preparamos, y salimos
hacia abajo. Aunque no te encuentres bien, has de ser fuerte… no estás en casa.
Vencer al mal de altura es duro sin tomar medicamentos e insistiendo en la subida…
era todo o nada.
El descenso es por una arista alomada muy atractiva, se desciende en línea
recta. Al rato ya empezamos a ver brezos… el camino es largo, pues esa noche
dormimos a 3100m de altitud. Llevamos a cabo un descenso que nunca habíamos
realizado: 2795m. Tras más de 14 horas de actividad, firmamos en Mweka Camp. De
nuevo estamos en zona boscosa. Nos acostamos nada más anochecer, vimos un
Ranger con un fusil, y a la mañana siguiente, descenderíamos hasta 1640m, para
tomar nuestro bus privado en Mweka Gate, que nos llevaría al hotel de Arusha.
Antes de partir, solucionamos el tedioso tema de las propinas. En Mweka
Camp, repartimos ropa con los guías y porteadores… chaquetón de plumas,
guantes… y otros materiales necesarios para la montaña. En el hotel, Wilfred
nos da el certificado de haber ascendido con éxito el Kilimanjaro. Y a
descansar… nos lo hemos ganado.
Recomendaciones.
Tanzania, ha merecido la pena, sin lugar a dudas.
Vacunas. La cartilla de fiebre amarilla, si vienes de España (vía Estambul
en nuestro caso), no es requisito, pero si vuelas a Nairobi, si os la pedirán,
porque en Kenia hay fiebre amarilla.
Malaria. Es una pastilla diaria. Puede ocasionar diarrea, vómitos, dolor de
cabeza… y más dolencias, a 1 de cada 10. No merece la pena arriesgar la ascensión…
en Kilimanjaro no hay mosquitos. Repelente, y ya está. Nosotros no hemos tenido
problema… por el momento.
Agua. Tomamos infusión, café… con agua del grifo, en Arusha… además de
ensaladas frescas. No hubo problema. En montaña, no beberás agua embotellada… a
no ser que la cargues tú. Puedes llevar para dos o tres días si quieres.
Nosotros llevamos pastilla para potabilizar, por si acaso.
Frío. El día de cumbre, bastante. El resto de días, no más que en Sierra
Nevada. Llevábamos saco de plumón de -10 grados y sobró saco. La mayoría de
días, con la cremallera abierta.
Lleva gorros, guantes, polares, camisetas, tubulares, gorras… los que ya no
uses, o uses poco, y los regalas a tu grupo. Lo agradecerán muchísimo, porque
ellos no tienen como nosotros, un Decathlon a mano… incluso esa mochila que ya
no usas. Es una manera de volver más liviano a casa.
No en todos los establecimientos recogen dólares.
Visa. No te preocupes, que se paga al bajar del avión.
¡¡¡Uuuuff! vaya tela las cositas que se nos ocurren, nos alegramos mucho, mucho, mucho de que lo hayáis conseguido, a pesar de ese pequeño problemilla, a mi siempre me tiene que ayudar Petra si no, no llegamos a ninguna parte. Nuestra más sincera enhorabuena a los dos. Ojalá pudiéramos nosotros emprender tan gloriosa aventura, abrazos fuertes.
ResponderEliminarHola Carlos, y Petra. Saludos a ambos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por vuestras palabras. Si, a pesar del mal de altura, algo que nunca había sentido, que ha sido toda una experiencia que te deja sin fuerzas ni ganas de seguir, hicimos lo que estuvo de nuestra mano. El caso es que los guías no se dieran cuenta de que estaba tan mal, si no, me hubiesen llevado para abajo. Una chica americana estaba sentada en el suelo, sobre 5200m, despidiéndose de sus compañeros. Se bajaba. Allí no hay otra oportunidad... así que, de tripas, corazón, y para arriba.
Isabel si se dio cuenta... y me ayudó en lo que buenamente pudo. La bajada, la hice sólo... no vi a Isabel en un buen rato. Wilfred me agarró del brazo y empezó a correr conmigo pedrera abajo... yo iba fatal... y quería bajar con Isabel... pero él no paraba...
Es una experiencia muy interesante, y os aseguro que está a vuestro alcance. Sólo es cuestión de subir muy tranquilo y no malgastar ni un ápice de fuerzas. Y yo las malgasté en etapas anteriores... error.
Un saludo, de nuevo, y muchas gracias.
Isabel, Fran, mi más sincera enhorabuena por haber alcanzado el techo de África, pero sobre todo por toda la experiencia vivida, pues en solemos medir el éxito de una ruta, o en este caso expedición, con la cima alcanzada, qué menuda cima en este caso, pero soy de la opinión que la cima solo es un momento, la guinda del pastel que diría el gran Ochoa de Olza, y que al final lo que realmente hace grande la ruta, o expedición, es el camino recorrido para llegar a esa cima, y en vuestro caso ha sido un camino grandioso, repleto de paisajes espectaculares, experiencias y momentos que seguro que os habrán marcado y recordareis el resto de vuestras vidas. El mal de altura, es algo a lo que se está expuesto cuando uno se mueve a esas altitudes. Lo debiste pasar muy mal, pero menuda batallita tienes ahora para contar jejeje.
ResponderEliminarReitero mi enhorabuena, y te agradezco mucho que lo hayas compartido, tanto a nivel personal, con las fotos que me has ido mandando al correo, como vía blog, hubiese sido una pena que al final no te hubieses animado a compartir esta gran e enriquecedora experiencia.
Un abrazo.
Un saludo, Daniel, y muchas gracias.
EliminarLa verdad es que son meses preparando el viaje y todo lo que conlleva. Tanzania está lejos, y había que disfrutar cada momento. Cuando en el avión a la ida, me dio aquel síncope vasovagal, como me dijo el amigo Fran, creí que todo se iba al traste.
Luego, hemos visto que planteamos mal algunas cosas, como el hecho de pasar demasiados días de descanso en Arusha. El día de llegada, nos vino muy bien, por ese mareo... me sirvió para recuperar, pero en realidad, nada más aterrizar en Arusha, te puedes ir para el treking, y te ahorras un día de hotel y comidas. Que lo puedes invertir en otro día en Estambul... infinitamente más interesante que Arusha. Luego, a la vuelta del Kilimanjaro, llegamos al hotel sobre medio día... tuvimos toda la tarde para descansar en condiciones... pero teníamos contratado el día siguiente como descanso. Otro día perdido, ya que en Arusha... no hay mucha oferta turística, la verdad. Es una gran ciudad... pero muy pobre. Urbanizada a medias... a penas tienes donde ir a comer... es otro mundo. Ese día, también se podría haber aprovechado en Estambul. Te doy estos datos, por si un día te animas...
Luego, hicimos 2 safaris... y eso lo disfrutamos una barbaridad. Sinceramente, me gustó más los safaris que el propio Kilimanjaro. Fuimos a Tarangire y Ngorongoro. Eso si que merece la pena. Son carísimos, pero es algo único. Se aprovechan.
Muchísimas gracias por tu apoyo. Oye, no me enteré de aquel accidente de Sarita con la bici.
Bueno lo único que puedo decir que mis mas sinceras Felicitaciones a los dos. No puedo añadir nada mas, tan solo me suscribo íntegramente a las palabras de Carlos y Dani. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarBueno, Salvador, gracias por la paciencia de haber leído cada capítulo de la ascensión al techo africano. Ha sido un viaje con muchas incertidumbres, porque has de pisar dos países muy distintos, pero hemos aprendido mucho, la verdad. Lo malo, o lo bueno de este tipo de viajes, es que te entusiasmas a hacer otros.
EliminarUn saludo, y te recuerdo, que este año no nos hemos visto.
Pues tendremos que vernos...
EliminarFran, enhorabuena a los dos. Después de todo el sufrimiento, los mareos del avión, el cansancio y frio de la ascensión, lo has logrado, me alegro por los dos. Que buena cumbre y con unas vistas, increíbles en estas 5 etapas relatadas, cargadas de emoción. Un abrazo, para los dos.
ResponderEliminarHola Richi, amigo. Un saludo, muchas gracias de parte de Isabel, y de mi parte, por supuesto.
EliminarMe alegro que te haya gustado. Ha sido un viaje cargado de emociones, como bien dices, desde el principio... como todo buen viaje.
A ver si es posible que este año nos podamos ver de nuevo. Ya te comenté que no coincidimos en Sierra Nevada por unas horas... la montaña nos unirá siempre, compañero.
Un abrazo.
Es verdad amigo, pronto regresare por tierras andaluzas, ya te comentaré, cuando me acerque. Un abrazo.SL2
ResponderEliminarJooo,que envidia. Enhorabuena a los dos, ha sido una gran hazaña la que habéis protagonizado. Franetoooo, que casi te da un yuyu por esos alturiales, no te preocupes, para la próxima tómate un poco más de tiempo de aclimatación,y con la edad también va mejorando la capacidad en altura, la experiencia ha sido una pasada...,aunque me gusta más todo de blanco,cada vez será más difícil ver blanco en nuestro maltratado planeta. Abrazosss, campeones.
ResponderEliminarFran, tocayo, muchas gracias por tu tiempo, y por tus sabios consejos.
EliminarMe acordaba bastante de tu Elbrus y del mal rato que pasó Eloísa. La sensación es muy penosa, y aunque en Kilimanjaro no hay nieve, como en Elbrus, hay que andarse con ojo, porque las temperaturas son muy bajas en la cumbre a esas horas. La diferencia es brutal, porque al rato, en Barafu, ya estás en camiseta.
El tiempo de aclimatación es importante... supongo que haberlo hecho en un día más, hubiese sido más beneficioso.
Lo dicho, gracias por pasar por aquí, y espero coincidir este año. Ya va siendo hora.
Enamorado de estas entradas en serie
ResponderEliminarPaco, muchas gracias. Nos alegra que te hayan gustado. Un saludo, y a ver si cuadramos de una vez.
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