Estando en Riaza, y tras haber dado buena cuenta del Pico del Lobo, la visita a esta zona era necesaria, pues este río, a lo largo de millones de años ha producido un encajamiento espectacular, justo en el pliegue anticlinal, dejando un cañón vertical de más de 150m de profundidad, con meandros, y favoreciendo un entorno donde viven unas 200 parejas de buitre leonado, algunas parejas de alimoche común, y cantidad de aviones roqueros… entre otras especies como la ardilla roja, el carbonero garrapinos, el colirrojo tizón… una vegetación rica, como el pino, el endrino, el esparto… tomillo…
Pasando la población de Maderuelo, si venimos de Ayllón, rodeamos el embalse de Linares, y veremos una indicación para bajar a la presa. Hay un aparcamiento, que suponemos será gratuito todo el año, y desde ahí bajamos por una carretera cortada al tráfico, hasta descender al nivel del río Riaza. Cruzamos.
Prácticamente es llano todo, excepto la bajada al río. La cantidad de buitres leonados que nos rodean, es algo maravilloso, y los acompañan los pequeños aviones roqueros… y posados en lo mas alto, vimos la pareja de alimoches… un momento muy enriquecedor.
El Riaza lleva agua a raudales, vemos ánades azulones y un cormorán grande… las paredes son realmente bellas con esta luz de la tarde y la temperatura es excelente. Pasamos bajo un enorme puente que salva el cañón, para que la línea ferroviaria Madrid-Burgos, pudiese dar servicio. Hoy está abandonado, sin embargo, fue un ejemplo de ingeniería, construido en 1968… de qué me sonará ese año.
El camino que llevamos por el cauce, lo podemos seguir hasta Montejo de la Vega, pero dimos la vuelta en la iglesia de San Martín del Casuar, románica, en la lista roja del patrimonio en peligro de España, y donde vimos unos ejemplares preciosos de sabina.
La tarde va cayendo, y es el momento de ver salir las ardillas rojas… y vimos tres. No estamos acostumbrados a este tipo de animal, y siempre es una grata sorpresa verlas demostrar sus habilidades trepadoras.
A la vuelta, nos hartamos de endrinas… fruto del endrino (Prunus spinosa), y por supuesto nos volvimos con el Camelbak lleno, compramos una garrafa de anís específico, y todavía están macerando en ese líquido espiritual.
No sabemos si sería por efecto de las endrinas, pero vimos volando los dos alimoches comunes (Neophron percnopterus) que a la ida estuvieran posados en aquellos inexpugnables riscos. La guinda del pastel ya estaba servida, y siguiendo con los colores de la tarde y de los frutos, hay dos colores que nos traen gratos recuerdos de buenas melodías y excelente técnica musical… y son Magenta y Cian. En Magenta teníamos a Christina, a la voz… y en Cyan, al increíble y conocido Pete Jones; multiinstrumentista y con un registro vocal muy bien encajado en el Rock Progresivo… todo un icono este hombre. Ahora sólo nos queda volver a ascender por la carretera de la presa a por el coche, y a pocos kilómetros, y a pocos kilómetros de allí, nos viene de paso visitar Maderuelo, que no podemos pasarlo de largo… y menos al atardecer. Es un pueblo pequeño, de menos de 100 habitantes en la actualidad, y donde vemos varias casas en venta, para restaurar. La tendencia ahora es que la compren gentes de otras ciudades, para ponerlas en alquiler rural. Se está viendo esto por muchas poblaciones de esta provincia. En realidad, esto no es fijar población.
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