Siete son muchos meses sin acudir a lo que posiblemente sea mi parque natural favorito: Sierra de las Nieves. Dejamos el vehículo en el cruce de carriles Conejeras-Quejigales-Tolox, y bajamos caminando hasta el Llano de la Laguna, donde parte un camino que nos conduce cercano a la linde de la finca de La Nava, y en dirección al Monumento Natural “Pinsapo de la Escalereta”. Llegamos a él, tras girar a nuestra izquierda, justo en un pequeño llano en el que crece un bosquete de enormes pinos, y donde nace una de las dos cabeceras de Río Verde.
Vamos a pasar junto al Pinsapo de la Escalereta, ejemplar de unos 500 años de edad, según unos, y de unos 350 según otros, aunque en algún libro aparece como de unos 200 años, de proporciones enormes, cuyo tronco tiene 5,10 m de circunferencia y 1,6 de diámetro, la verdad es que es todo un señor mayor, aunque el pinsapo no es tan longevo como un tejo o cedro. Aquí el camino empieza con un suave ascenso, y después de investigar un poco la posible subida al Cerro Alcojona (1420m), tomamos una vereda histórica que baja vertiginosamente por la cuesta de las Lajas, una zona venteada, cubierta de tomillo, romero, esparto, lavanda, matagallo etc.., pisando roca caliza, y disfrutando de las impresionantes montañas que nos rodean, avistando al este el Torrecilla y el Cerro de la Alcazaba, y al sur el Cerro Abanto, que nos separa de la Fuenfría.
En la zona en la que nos encontramos, se produjo un incendio en 1991, que calcinó unas 8000 hectáreas de pino y matorral de alto valor protector para el inclinadísimo suelo del que tratamos, y que a punto estuvo de acabar con la vida del Pinsapar de la Nava.
Este sendero nos va a descender hasta una altura de 690 metros, en un lugar de alto valor geológico, pues se trata de la zona de convergencia de suelo calizo al norte y peridotita al sur, uniéndose en una vaguada por la que discurre el arroyo de los Quejigos. Este arroyo, no tiene demasiada longitud, toda su vida transcurre entre Abanto y Alcojona, yendo a morir al cauce de Río Verde, en una zona rica en sustrato.
Cruzamos la angarilla que nos separa del río verde y por el cual nos introducimos, aprovechando su sequía, practicando un ascenso de cañones en dirección norte y adentrándonos en el espectacular Cambullón de Vélez hasta donde nos permite la naturaleza, y pronto bajamos a la nava que hay junto al arroyo para avituallarnos de lo lindo en la proximidad de lo que era una era de siega y unas chozas donde vivían gentes serranas hasta no hace demasiado tiempo. Tuvo que ser dura la vida por estos lares, y pensar que el único camino que les unía con Ronda, fue a través del “cuestón” que acabábamos de bajar.
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