Ya
que últimamente hablamos de Gran Canaria, vamos a contar un poco la
historia de Arteara (No confundir con Artenara, situada a 1270m de altitud y en
las cumbres más occidentales).
Este
pequeño núcleo de población, posee una necrópolis con unos 2500 años de
antigüedad. Las estructuras de los enterramientos están configuradas a base de
piedra seca, y hay en pie una considerable cantidad de estos enterramientos, de
cuyos restos se ha podido comprobar la semejanza de los aborígenes canarios con
el cromañón. Hace unos 300.000 años, hubo un derrumbe de las laderas orientales
de este barranco, de origen volcánico y de más de 9 millones de años de
inactividad, que ocasionó una gran cantera de materiales que posteriormente han
sido utilizados por el hombre para estas y otras construcciones.
Tras la conquista castellana de la isla, se
llevó a cabo un reparto de tierras, y muchos de los indígenas venidos de
Fuerteventura para participar, se quedaron en este valle, y se configuró el
asentamiento que hoy conocemos como Arteara, Artedara o Arteaga, situado en el sur de Gran
Canaria, a 300 metros de altitud, en el centro del barranco de Fataga, Paisaje
Protegido, y lindando con el Parque Natural de Pilancones.
Es
agradable observar el vergel que rodea cada vivienda de este pueblo, con
naranjos, palmeras, y frutales de todo tipo, de hecho, el nivel freático está
relativamente cerca del suelo.
Hasta
aquí nos dirigimos con nuestro coche, por la GC-60, subiendo desde Maspalomas,
y tras haber pasado la espectacular Degollada de las Yeguas con nuestro pequeño
auto, el cual aparcamos frente al Camel Park que hay al norte de la población.
Como
no conocemos el lugar, empezamos a caminar por una pista, hasta que esta nos
llevó a una finca particular, por la que entramos y preguntamos al dueño, que
estaba labrando la tierra, y nos indicó por donde podríamos ir hacia
Pilancones, que es el nombre del pino más antiguo de la isla, pero que según
este señor, se había caído hacía unos dos años.
Continuamos
por el carril, que promete ser un poco aburrido, y nos cruzamos con un camino,
estrecho, que asciende hacia la Cañada de Geuco, sin señalizar, y no lo
pensamos: pies para que os quiero…
La
ascensión se torna dura y difícil, pero el paisaje se va abriendo metro a metro
y la vegetación, abundante sobre todo en dragos, hace que nos vayamos
emocionando y alegrando de haber tomado este camino.
Hay
algunos hitos, a los que contribuimos engordando, y se asciende de forma vertiginosa
hasta un precioso collado, a 770m de altitud, donde tomamos el sendero que sale
hacia la derecha, de las dos opciones que se nos presentan.
El
camino sigue ascendiendo por una ladera y continúa zigzagueando y ganando en
perspectiva.
Una
vez alcanzado el risco Castañales, aparece ante nosotros una pista, que nos
conduce hasta San Bartolomé de Tirajana, pero nuestra intención no era la de
hacer una ruta demasiado larga, así que, nos
desviamos por un camino poco
señalizado que continuaba ascendiendo entre pinos canarios.
Frente
a nosotros apareció la cumbre del Puntón de Garito, de 1010m, con unas
panorámicas
impresionantes a diestro y siniestro. En esta solitaria montaña decidimos dar por
terminado nuestro avance, con el buen sabor de boca de haber hoyado otra cumbre
más en esta majestuosa isla, donde
entre cielo y mar, surgen como si de una
explosión se tratase, enormes montañas que no deben ser ignoradas por un solo
amante de la actividad física en el medio natural. Estar ahí arriba, fue como
escuchar la versión de Us And Them, de Pink Floyd, interpretada por Jeff Scott
Soto a la voz, con Scotty Page a la
guitarra y saxo, y Jimmy Haslip a la base rítmica junto a Pat Torpey con las
baquetas. Sólo hay una cosa comparable a oír música: hablar de música.
La
meteorología estuvo a la altura de nuestra primavera; los paisajes, al máximo
exponente de belleza; la compañía fue ideal… y seguramente, Canarias será un
lugar en el que volvamos a caminar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario