lunes, 30 de octubre de 2023

Ascensión al Miravalles (1966m). Ancares leoneses.

Habíamos llegado el día anterior a la pequeña y acogedora población de Pereda de Ancares, donde además de buenas maneras, podremos aprender como es una palloza. La población es muy tranquila, como es de esperar en estos entornos. Estamos en el valle del río Cuiña, encajonados y rodeados de laderas montañosas.

El camping Ancares es de lo mejor que hemos encontrado en cuanto a hospitalidad y relax absoluto. Ya no es sólo recomendable, si no imprescindible conocerlo. De verdad, muy pocos sitios así vas a encontrar. Dani y Mónica se vuelcan en darte todo lo que necesitas. Dani es guía de montaña titulado, y si lo necesitas, te guiará por recónditos y extremadamente bellos rincones con total seguridad. Mónica, este verano, se atrevió, sin conocimiento previo, a criar un vencejo que Dani encontró en el lavadero. Fue una experiencia increíble para ellos… se tuvo que poner a buscar como alimentar a uno de estos imprescindibles animales. Y tras enterarse de que nosotros habíamos criado vencejos y teníamos experiencia, nos lo enseñaron, y la verdad es que lo estaba haciendo muy bien. No es tan fácil criar un vencejo… y lo consiguió. Vimos un video, ya en casa, de cómo logró salir volando gracias a su esfuerzo. Mil gracias a Mónica y Dani por su compromiso medioambiental. Estas personas son necesarias.

Salimos temprano, tras las recomendaciones de Dani la tarde anterior.

El camino va casi al cien por cien por pura arista, y es precioso… un mar de brezo nos rodea por ambos lados, pero el feroz vendaval no nos dejaba ni respirar. Estamos en pleno julio… sofocante mes donde los haya… y llevábamos 3 capas; guantes, gorro… y porque no encontré más cosas en la mochila. Una lucha sin tregua, parafraseando a Tierra Santa.

Vamos enlazando collados y cumbres, venteados, como hemos expuesto, pues se avanza expuestos. Pero es una gozada lo inmenso de las vistas que se tienen. Al poco de salir, se ve el Miravalles allá… al fondo… y la verdad es que impone, a parte de hacerte dudar (¿No será aquél?) por el tamaño y por lo lejos que está. Y chino chano, llegamos al último collado… y vimos un camino que baja a nuestra siniestra. 

Hacemos cumbre. No se está tan mal arriba del todo… lo mismo de siempre: te colocas en un lateral y el viento pasa por encima sin golpearte. Hacemos panorámica, y reponemos el geocaché de cumbre, que se ha perdido… luego el propietario nos lo agradeció enormemente. Hay vértice geodésico y buzón… y una reciente escultura montañera. Hay pasto de montaña.

El tomar un café en la cumbre se ha convertido en rutina, a no ser que nos den las once y nos falte tarea por terminar, pero no fue el caso, así que nos relajamos. Después de todo, vimos volar unos Ptyonoprogne rupestris, o avión roquero, y nos quedamos hipnotizados con su capacidad de control aéreo. Tan pequeñines y tan perfectos. Siempre hemos llevado prismático a la montaña… sólo que antes mirábamos sólo el paisaje, buscábamos gente en otras cumbres… los pueblos… los coches… y ahora nos distraemos intentando identificar pájaros. Hace unos años sólo sabíamos identificar el buitre leonado, el cuervo, la chova… y un par de docenas más.

También hemos cambiado de óptica, ya que aquel 12x30 ya no enfocaba bien… le patina el rotor… y además, la relación de pupila es muy oscura… son 2,5mm, y el 8x32 de ahora es mucho más luminoso. Es muy recomendable esta relación. Recuerda: 32mm dividido entre 8 aumentos, es igual a 4mm.

Bajamos. Sorteamos la tela de araña que vimos cruzando el camino a la subida; ya se la llevará alguien por delante otro día… y es que no se ve.

En el colladín, decidimos conocer otra vertiente… la que baja a Balouta. El camino no está muy marcado… pero es cuestión de ir bajando hasta dar con el pueblo… el hermoso pueblo. El restaurante está cerrado… te ponen algo de beber, algo frío de comer, como embutido (muy rico, por cierto), helado, café… pero no hay cocina funcionando. Es una pena porque sólo hay un restaurante por toda esa zona, y aquí venía gente de otras poblaciones a comer los domingos. Pero es lo que hay.

Total, que nos sentamos y nos sirvieron. También compramos algo de artesanía Pumarego. Y no compramos miel por el peso… pero la compramos en el camping.

Tras la nutritiva ingesta, vino de la comarca incluido, había que salir cuesta arriba y por carretera… y aquí no daba el viento. La dichosa carretera da un rodeo muy largo, y hay un camino que recorta… pero casi hubiera sido mejor continuar asfaltados… aquel camino está totalmente perdido. Menuda odisea… menos mal que eran helechos y no zarzas… si no, esto lo hubiera tenido que escribir Tom Araya… cantante de Slayer (y bajista).

Y cuando llegamos al Puerto de Ancares, hartos de restregarnos por la broza y con un desnivel de muerte, había bajado el viento. Buscamos otro geocaché, en el mismo puerto… estuvimos observando una tarabilla, no sabría decir si norteña o rubícola. Empezaron a ascender cien, doscientos, o más vencejos. Era espectacular. También se observó algún águila y un cernícalo. Los Ancares nos han sorprendido gratamente. 

Hay un libro, El País de los Pájaros que Duermen en el Aire, es de Mónica Fernández-Aceytuno, de 2018, aunque el nuestro es la cuarta edición, de 2020. Lo edita Espasa, y es seriamente recomendable… es un paseo por todos los meses del año, y la variedad de especies que van apareciendo a lo largo de las distintas estaciones. Para quien nos gusta la montaña puede ser una lectura imprescindible.

Este sector de Ancares está declarado ZEPA, y por algo será. Por ahora, acometemos con el vehículo la vertiginosa bajada a Pereda.

Es tan acogedor el camping, que hay hasta chotacabras, petirrojos, carboneros, mirlos… se ven vencejos, a parte del que criaba Mónica; y había buena conversa con ellos, y con una familia de Madrid, que en unos días irían por Málaga. Por las tardes, además, se acercaban parroquianos a tomar unos vinos, y conocimos a lugareños muy interesantes. Y con el telescopio, se observaban rapaces por las cumbres que nos rodeaban.

Por la noche refrescaba… amanecíamos a 8ºC… a mediados de julio. Fueron unos días muy agradables en un entorno que teníamos muchas ganas de conocer… y viendo las posibilidades de hacer rutas de dos días por aquella zona, Ancares se proclama como un destino a repetir. Siempre repetimos Pirineos… con lo masificado que está… ¿Porqué no buscar tranquilidad y buena montaña?

Los días se acaban, pero las canciones quedarán, y estas harán que refloten los recuerdos… recuerdos de aquella comarca leonesa que tanto nos ha enseñado.


Comenzamos. Allá se ve el coche, en el collado.


Al otro lado se ve el imponente pico Miravalles, que nos asustó al verlo.

El mundo... desde aquí se ve el mundo entero.

Nadando en un mar de brezo y pasto de montaña, contra viento.

Al fondo, el coche... que vuelva, que vuelva a casa... parafraseando a Robe.

Tendré lo que quiera tener, y tendré bajo esa pared cobijo.

El senderillo de montaña no plantea discusión.

Que corra el viento... y el tiempo.

Estos días vimos varios rebecos. Son los grandes vigilantes de la montaña.

La pose del montañero es importante en esta vida... y en la otra.

Nunca me he arrepentido de ascender. Hay que seguir ascendiendo.

No dejes que otras asciendan por ti. Crea tu propia sombra.

Alguna de estas fotos, acompañan la página de Adventoorer. Colabora tu también.

Geocaching cimero en los Ancares.

Mustallar y Cuiña, se quedan tan lejos, que puedo andar por encima.

Por debajo de la pedrera de la foto anterior.


Ya en Balouta.

Palloza.

¡Un sitio donde comer! y beber... que todo no va a ser "porrazo y soplío".


Hasta las cejas.

Reto conseguido. Por suerte o por desgracia, todo acaba.

2 comentarios:

  1. Jajaja, me ha encantado, y me he descojonado mucho, con la referencia a Araya y sus compinches King, Hanneman y Lombardo... Al que no tenga una cierta cultura metalera le costará pillarla...
    Siguiendo con el metal... A los Tierra Santa ya hace un tiempo que les perdí la pista, pero en sus inicios, y en especial en sus cuatro primeros discos, éramos muy fans de ellos, casi groupies diría, cada vez que venían a tocar cerca no nos perdíamos ninguno de sus conciertos, incluso, tras las actuaciones, esperábamos fuera de las salas para hacernos fotos y charlar con ellos, hasta les ayudábamos a cargar el equipo en la furgoneta. Eran unos tíos muy sencillos y humildes, y con una cultura musical bárbara. Eran experiencias chulas, como la vuestra, de conectar con la gente del camping y descubrir inquietudes comunes, como esa tan admirable de salvar vencejos. Al final la gente maja, la necesaria que tu dices, siempre acaba conectando, y siempre de la manera que menos lo esperas. Nombras el chotacabras, antes era muy común verlos por los campos de naranjos de la Plana (saboc le llamamos aquí), me fascinaba ver como se camuflaba con el entorno, y el hecho de que anidara en el suelo. Ahora a penas se ven, y todo por culpa de todos los herbicidas y pesticidas que echan en los campos y que están acabando con toda esa pequeña fauna tan necesaria para el ecosistema pero invisible e inútil para el retrogrado agricultor medio...
    Y visto lo visto, y leído lo leído, apuntados quedan los Ancares...

    Abrazo.

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    1. Oye Dani, que bueno que conocieras a los Tierra Santa. A mi me gustan bastante... tienen una calidad tremenda, y unas letras acojonantes. Eso es música de verdad, y no lo de algunos grupos de hoy.
      Ya ves... me acordé del Raining Blood... así hubiéramos terminado... jaja.
      Saboc... bonito nombre para ese pájaro tan mimético. Es cierto... los pesticidas están acabando con todo. Quizá no maten al ave... pero si eliminas su alimento, desaparecen... y luego se quejan de las plagas... pues claro, si le quitáis el sitio a las aves insectívoras, aumentan los insectos... y después hay que fumigar... y así todos comemos veneno... y aumenta el cáncer... pero no importa, le echamos la culpa al tabaco. Todo negocio.
      Oye, y si... ve por los Ancares. Está muy cerca de Somiedo, así que es un tour bueno. Despuás, Montaña Palentina también cae cerca, para la vuelta. Uf... te veo un mes por allí... cabreando, que no cabreado... si no como una cabra... harto monte.
      Bueno, feliz Helloween... pero del Keeper of the Seven Keys, no de los otros.
      ¡Salud!

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