El día 7 de junio, con bastantes horas de luz por delante y una cómoda carretera que nos permite salir de Cádiz por la mañana, parar a comer ya en Gredos, y aparcar en Bohoyo para comenzar a caminar por la garganta que lleva este nombre, comenzó una nueva pateada por el Sistema Central. Había varios coches aparcados y ya sólo quedaba una plaza. Por la carretera habíamos visto, como es normal en esta estación, muchos milanos negros campeando con su característico vuelo y esa cola que le identifica más que otro detalle. Comenzamos después de comer.
Nos cruzamos con unas familias que iban con niños pequeños que ya bajaban. Hacía bastante calor… de hecho, tuvimos que parar a descansar un rato a la sombra… lo que nos sirvió para escuchar y ver una curruca capirotada, que tiene un canto precioso en primavera.
Este camino es conocido (cómo apunta el título), pues ya es la tercera pasada que le hacemos… y es que no cansa en absoluto… me refiero a mentalmente… físicamente, si que requiere de bastantes dotes y más si llevas intención de bajar al día siguiente, o al otro.
Descansando nos pasaron tres personas que no volvimos a ver, y al llegar a la zona de lanchas que preceden a la del refugio del Belesar, nos adelantaron dos pacenses muy majos con intención de llegar hasta el mismo refugio del Belesar, muy pequeñito… pero nosotros no llevábamos prisa alguna, ya que habíamos cargado con la tienda.
Antes de alcanzar la zona alta del valle, El Belesar, en la orilla izquierda de nuestro río, vimos el rincón perfecto para montar la tienda y parar por fin a descansar… ¡Qué venimos desde Cádiz!
Las luces del atardecer fueron sorprendentes. El agua baja helada, no obstante quedaban bastantes neveros por encima nuestra. Enjuagamos las camisetas y quedaron tendidas en las piedras toda la noche… a la mañana estaban secas. Filtramos agua con la bomba Msr, cenamos… nos tuvimos que poner el plumas… un placer la alta montaña cuando el calor ya castigaba por nuestra tierra.
Hemos visto colirrojo tizón y un roquero solitario, además de 2 águilas calzadas y tres buitres leonados… y por supuesto, algunas collalbas grises… la jornada no puede terminar mejor. Y, ya que hablamos de rapaces, se podría puntualizar que el tamaño de un águila calzada es menor que la mitad de la envergadura alar que un buitre leonado. El segundo puede alcanzar los 2,6 m, y la chiquitina (la calzada, una de las águilas más bonitas) mide desde las puntas de un ala a la otra, sobre 1,2 m.
Llega la hora del desayuno y de recoger todo. Vamos a la Portilla de las 5 Lagunas y al Meapoco, así que, escondemos todo entre las piedras y comenzamos la caminata mucho más livianos. Hay un gran nevero enorme en la ladera norte del Alto de la Barrera de la Cruz, a más de 2000 m de altitud. Lo pasamos intentando buscar piedra, pero no siempre es posible. Alcanzamos el muro y vemos una construcción, una antigua vivienda, que no conocíamos. Hay vidrios por allí, rotos. No recogemos nada… pero sería necesario limpiar aquello, señorías.
La bajada a la Portilla de las Cinco Lagunas es cómoda pero inclinada. Me dan ganas de ir al Pico del Güetre o La Galana… hay demasiada nieve… harían falta crampones… pero la satisfacción de encontrar el geocaché que no encontré hace 5 años en esta portilla, no tiene parangón.
Retrocedemos y nos encaminamos hacia El Belesar, donde tomamos unos frutos secos disfrutando de las vistas de las Cinco Lagunas completamente cubiertas de nieve. Vemos frente a nosotros el Mogote del Cervunal, que lo ascendimos hacía justo 11 meses.
Le tiramos a la Portilla de Cantos Coloraos, que siempre resulta bella y motivadora, no se si por los colores que tiene, los afloramientos de cuarzo, las vistas… y de aquí directos al Meapoco. Vemos cantidad de lagartijas carpetanas y unas cabras monteses de Gredos… preciosas siempre, y más en esta garganta, que no tienen el mismo comportamiento que en la Laguna Grande o los Barrerones. El paseo hasta el vértice geodésico de Meapoco es una gozada, y las vistas desde esta amplia cumbre, hoy, son inmensas. No hace calor, y disfrutamos un rato aquí del correteo de las lagartijas.
Emprendimos la bajada sorteando neveros y pasando por el pequeño vivac del Belesar, donde ya hemos dormido en dos ocasiones. Está limpio, como siempre, y en la puerta hay dos cráneos de cabra montés. En febrero de 2022 recogí de aquí mismo un bolsón lleno de latas oxidadas. Pesaba bastante y lo bajé hasta Navamediana… Isabel no quiere que haga esos trabajos porque lo ve absurdo… es lesionarte la espalda a cambio de nada.
Los chavales de Badajoz, los vimos por la mañana temprano casi llegando a Cantos Coloraos, mientras nosotros nos dirigíamos hacia el Belesar, y llevaban todo… suponemos que bajaron por garganta de Navamediana.
A la hora de comer, ya habíamos recuperado las mochilas, por lo tanto, comimos por debajo de donde habíamos dormido… en la mínima sombra que se despacha en esa fecha, porque ya hacía bastante calor. Nos refrescamos en una poza del río, mojando las camisetas y las gorras. Esa mínima sombra nos sirvió para echar la siesta y capear la temperatura veraniega del medio día, observando al roquero azul y las collalbas grises. ¡Cuántos colores!
Nos quedaba una larga bajada, y buscando un llano llegamos hasta cerca del primer refugio, el de La Seca, donde volvimos a montar la tienda… pero esta segunda noche fue bastante más calurosa. Comimos ya a oscuras… apuramos bien el día. Por la noche, un zorro intentó robarnos la comida, y con los tirones que le dio a la tienda, consiguió rajarla… tuve que salir a espantarlo… y se debió asustar bastante, porque no volvió.
Amanece de nuevo, y el haber dormido tan abajo, nos permitió llegar temprano a Bohoyo, hacer nuestras necesidades en la civilización, evitando ensuciar la montaña, bañarnos en el Tormes (tras tres días de montañismo), tomarnos algo en Barco de Ávila, comprar legumbres, observar las colonias de avión roquero, para apuntarlas en mosquiaves, comer en Malpartida de Plasencia y visitar la antigua estación de Monfragüe (El Empalme).
Llegamos hasta el mirador de la Portilla del Tajo (o Salto del Gitano), donde, a parte de conocer a Mito, un guía de naturaleza de Puerto Rico, vimos dos nidos de cigüeña negra con 3 pollos cada uno; nido de garza real, nido de buitre leonado, un volantón de roquero solitario al cual el padre le traía comida… aviones roqueros, golondrinas dáuricas, buitres… muchos buitres… todos leonados, aviones comunes (más de 300, que crían bajo el tablero de la carretera que cruza el Tajo en La Fuente del Francés), seis arrendajos euroasiáticos (que también los vimos en Bohoyo, llegando al coche)… escuchamos un halcón peregrino… vimos rabilargos ibéricos, cuervos grandes… eso si, hacía 39 grados esa tarde… había que tener muchas ganas de pajareo, pero para algo habíamos traído el telescopio hasta aquí.
Y ya que estamos… ¿Conoces el yacimiento romano de Monroy? Pues está muy cerca de Monfragüe y es de obligada visita, y además de arquitectura romana, verás cogujadas comunes, carboneros, tarabillas…
Hace años, y supongo que a todos nos habrá pasado alguna vez, nuestros padres nos decían aquello de: ¡tienes la cabeza llena de pájaros! No se imaginaban la razón que tenían… y cuanto me alegro con el paso del tiempo haber llenado esta cabeza de pájaros. Es una gozada.
Una gozada puede ser, y es, haber visto a Tabletom en directo, el pasado sábado 4 de octubre, San Francisco de Asís (no es que yo sepa de santorales, si no que es el que a mi me corresponde), en el Tomate Blues de Los Palacios, acontecimiento musical al que no faltamos desde 2019, y que conocimos gracias a Paco, del blog "Pateamos cuando podemos", y que desde entonces, todos los años nos vemos con él, y con María, delante de la mesa de mezclas… porque dice Paco, que si la mesa está ahí, es porque ahí es donde mejor suena. Así que, agradecer de nuevo a Paco el que nos diese a conocer este maravilloso festival, que además es gratis.
También, queremos dar la enhorabuena a María, porque este año ha sido pregonera de las fiestas de Moros y Cristianos de su pueblo natal, Benamahoma, y nos ha mandado el emotivo vídeo de ese acto.
Y como dice Robe: "Noto en el aire un suspiro, y todo cambia de sentido"… recordando que Robe colaboró en la grabación original de la última canción que tocaron Tabletom en Los Palacios: No tengo ná. “Mira si soy desgraciao”.