miércoles, 5 de noviembre de 2025

15 años sin ascender a La Alcazaba (3365 m).

Los murciélagos son pequeños mamíferos (algunos no tan pequeños) voladores, y aunque hay otros animales que llevan a cabo un vuelo de caída, abriendo unas membranas que le sirven para frenar el descenso, volar, tirando de músculo, los murciélagos son los únicos; y estos animales tienen y han tenido muy mala prensa, principalmente por culpa del cine y esas terroríficas historias de Nosferatu. Que si chupan la sangre, que si se enredan en el pelo, que si esto, que si lo otro. El enemigo público Nº1: el pobre murciélago.

En la actualidad hay varias asociaciones que dan charlas en los colegios para fomentar en los más pequeños la necesidad de proteger a esas especies… y desmontar mitos. Se cierran cuevas visitables en época de cría, se colocan cajas nido en zonas de cultivo (también se recomienda su colocación en edificios), y sobre todo se conciencia a la sociedad. Pero nosotros, ¿qué hacemos hablando de murciélagos? Vayamos a lo nuestro… a Granada.

El título no miente, y el 22 de julio, cuando no eran las 13 horas, arrancamos en la Hoya de la Mora nuestra particular singladura, un martes, y no nos cruzamos a demasiada gente… aunque vimos personal por la subida al Veleta. Nos cruzamos con Antonio Acosta, ecologista gaditano, que precisamente habíamos escuchado hablando en la radio unas horas antes, en el coche. Este hombre es muy activo en la lucha por la conservación del medio ambiente. Iba con sus hijos de vuelta del Veleta. Luego en su blog hemos visto la buena colección de aves que hizo durante la caminata.

Tanto tiempo sin acudir a alta montaña, pasa factura, sobre todo si venimos de la playa y vamos cargados. La espalda empieza a adolecerse… pero no le echo la culpa a la mochila, si no a la falta de tono muscular por llevar tantos años sin ir a un gimnasio. En Gredos, el pasado mes de junio, nos ocurrió lo mismo: la espalda sufrió muchísimo. 

Sólo conseguimos alcanzar el pequeño refugio de Villavientos, a poco más de 3000 m de altitud, y decidimos descansar allí, pues no había nadie. Vimos collabas grises, colirrojo tizón, acentor alpino, pasó lejos algún buitre leonado, unas cabras montesas se acercaban al refugio, escuchamos alguna chova piquirroja… la tarde estuvo muy entretenida… desde que llevamos prismático de calidad y observamos aves, lo pasamos muy bien en alta montaña.

Por la noche arreció un fuerte viento, y menos mal que no decidimos continuar y montar la tienda por ahí… 

La mañana fue fresca, pero no demasiado… para estar a 3000 m. Desayunamos, empacamos todo, y escondimos las mochilas alejadas del refugio; hace años dejaba las cosas en el refugio sin problema ni inquietud… pero últimamente no te puedes fiar de todos los que pasan por ahí.

Arrancamos hacia la Caldera y pasamos por la base del Mulhacén, buscando desde el pluviómetro, el camino que sube por la loma y se divide luego en dos, apuntando uno a la cumbre (izquierda, y pasando por Mulhacén 2), y otro (derecha) a la cañada de las Siete Lagunas. Aquí vimos varios grupos de senderistas, y es por el autobús que llega desde la Hoya del Portillo al Alto del Chorrillo; es la ruta estival más concurrida hacia la cumbre más alta de la península. 

El rodeo es inmenso… bajamos por el Contadero, y en la laguna Hondera, tras cruzar cerca del desagüe, nos fuimos directos a la Loma del Culo de Perro, por donde comenzamos la ascensión. 

Vimos neveros… pocos, pero alguno quedaba, lo que nos permitió en alguna chorrera, filtrar agua con el MSR, y cargar las botellas. Es entretenido, pero nos da bastante seguridad.

La Loma de Culo de Perro no la recordábamos tras 15 años… está empinadísima. Aparece un sendero desdibujado, que seguimos, y vamos a caer en la Cuneta de la Alcazaba, desde donde ya se ve a lo lejos el gran hito de piedras de la cumbre; había un grupo de montañeros. El viento era fortísimo. Vimos 3 cernícalos vulgares, y al alcanzar la cima, emocionados tras tantos años, de pronto escucho un zumbido, como algo que rompe el aire en dos… ¡Un vencejo pálido! No nos lo podíamos creer. Ese animal apenas pesa medio centenar de gramos, sin embargo posee una aerodinámica tan perfecta que es capaz de hacer acrobacias aéreas a más de 3365 m de altitud con un viento que empuja y desequilibra a una persona de 69 kilos.

El día anterior, temprano, paramos en el zoo botánico de Jerez y entregamos al vigilante un vencejo pálido que tras 23 días con nosotros no era capaz de volar. Estaba completamente desarrollado, pero el aleteo no alcanzaba la frecuencia necesaria para vencer la gravedad… se pasaba el día aleteando, como calentando. Nos tuvimos que deshacer de él para poder venirnos a la montaña unos días y descansar de la canícula gaditana. Estaba precioso… nunca sabremos si llegó a volar, o lo tuvieron que sacrificar… una vez que lo dejas en el zoo, le pierdes completamente la pista. Pero en esta cumbre, un grupo de vencejos nos rodeaban… quizá dándonos las gracias por haber salvado a tantos de una muerte segura en estos últimos tres años.

Comimos en la misma cumbre de la Alcazaba, guarecidos tras unas piedras para que no volasen las tapas de las fiambreras. Escribo esto con el reloj que me encontré en la cumbre, sin pilas; funciona, aunque un poco arañado… la montaña nos da y nos quita… yo recojo todo lo que puedo. 

Con los estómagos llenos comenzamos de nuevo… los días son largos.

Bajamos por el Colaero hacia la parte más alta de la cañada de las 7 Lagunas, y en aquel gran caos rocoso consecuencia de desprendimientos constantes, vimos (primero escuchamos) un bando de unas 50 chovas piquirrojas. También acentores alpinos y collalbas grises… y una colonia de avión roquero que debe criar allí arriba… parecido al vencejo, el avión roquero es una ave preciosa, que complementa con barro sus nidos en oquedades naturales de desplomes, fisuras, chimeneas… y paramos un rato, que eran las cuatro de la tarde y el calor en aquella hoya era mortal.

Ahora tocaba un ascenso infernal por una ladera desmoronada hasta el Puntal de las Siete Lagunas, dejando este a la diestra  para asomarnos a la cara norte del Mulhacén… habíamos leído que el vasar estaba impracticable, pero le metimos bota. (es el camino en cornisa que va desde el collado de las Siete Lagunas hasta el del Ciervo, por toda la norte de esta majestuosa montaña), que además nos sirvió para captar agua sin filtrar, de la fuente más alta de toda la península: la del Viejo Lobo.

Hay varios desprendimientos en este vasar, pero con muchísimo cuidado… volvimos a Villavientos pasando por la Caldera.

En Granada se anunciaba mucho calor… y como en el refugio volvíamos a estar solos, recogimos las mochilas de nuestro depósito y nos preparamos para una segunda noche por encima de 3000 m, bajando de la montaña a la mañana siguiente.

Por enésima vez frente al viejo observatorio.

Oenanthe oenanthe, es el ave más vista en las montañas.

Lo bien fino que está el camino, de tanto uso.

¿Un bombus? No lo se... no tengo ni idea de insectos.

La Laguna de Aguas Verdes, bajo el Veleta.

El fatídico Paso de los Machos.

Al fondo se ve la Alcazaba.

Por encima de la laguna de río Seco... ríu Sec...

Ahí estuvieron toda la tarde.

Y se iba ocultando el sol... El Puto Sol, parafraseando a Ciclonautas.

Laguna de la Caldera.

Dejando a la izquierda la oeste del Mulhacén.

Entre la pista y la cañada de 7 Lagunas.

Bajando a 7 Lagunas.

Entrando en modo geocacher.

Cruzando muy cerca del desagüe de la laguna Hondera.

Podría tratarse de un Eumigus rubioi, que es uno de los insectos nevadenses. No lo sabemos.

Dejando abajo la cañada de las 7 Lagunas.

Toda la loma de Culo de Perro... para arrastrar el mismo.

Aguanta la gorra, que se va por libre.

¡Los vencejos pálidos! Se ve uno en la imágen.

15 años sin ascender a la Alcazaba.

Montañan!

Al fondo despunta El Caballo, a la derecha Veleta, y en el centro la laguna de La Mosca.

Buscando el Colaero, desde el pico Alcazaba.

Mulhacén detrás de esas maravillosas lajas doradas.

Laguna Altera; lugar donde reposamos del maldito calor contemplando los rupestris.

Por fin un respiro tras esa maldita cuesta. 7 Lagunas.

Abajo a la derecha vemos el pico Juego de Bolos.

Al fondo vemos el pico Veleta.

Dejamos atrás el Puntal de las 7 Lagunas y nos metemos en el vasar.

Laguna de la Mosca.

Un nevero en la vertiente norte de Mulhacén.

Agua fresca, directa al buche.

La chorrera de la fuente del Viejo Lobo.

Ya estamos cerca del collado del Ciervo.

Debe ser un Senecio nevadense, que habita a bastante altitud.

Veleta y los Machos a las claras.

Saliendo del refugio.

El pequeño Villavientos. Dentro dejamos un saco de dormir enorme y otros enseres.

Con los Raspones y la Laguna de Río Seco, Riu Sec... Dry River... nos despedimos.