miércoles, 18 de diciembre de 2024

Sepúlveda y el Parque Natural de las Hoces del Río Duratón.

Sepúlveda, municipio y villa de la provincia de Segovia, cuyo topónimo no tiene claro el origen, apareciendo varias fuentes y por ello posibilidades, puede que proceda del castro celtíbero Seppobrica, pero no se puede asegurar; hoy, declarada conjunto histórico-artístico, si paseamos por sus calles podemos disfrutar de una arquitectura que denota su pasado medieval y románico. Debemos entrar a la Casa del Parque (lo hicimos) a informarnos, y nosotros a conversar sobre aves con la muchacha que nos atendió; una chica joven, bióloga, y con un amplio conocimiento sobre ornitología que nos sirvió de bastante ayuda y aprendizaje. Dicen que hay que ir a beber a la fuente… pues en esa oficina estaba la fuente.

Informados sobre este río que nace por la Sierra de Guadarrama y recorre tres provincias, supimos que es tributario del Duero, al que hemos subido hasta su nacimiento hacía tan sólo cinco días. El Duratón, al pasar por la localidad de Sepúlveda, describe unos sinuosos meandros, con un fondo plano que deja ver el encajamiento de este río, formando paredes en sus orillas que superan los cien metros en algunos pasos,  y en las cuales hay una variedad faunística destacable. Por la zona de la ermita de San Frutos, anidan unas 700 parejas de buitre leonado, además de alimoches, halcón peregrino, chova piquirroja, y también águilas reales, aviones roqueros, y otras especies de aves interesantes de observar, aunque para nosotros, cualquier ave es interesante de observar. Y, en este párrafo, hemos comenzado con soberbia, a conciencia, pues no es el río Duratón el que describe sinuosos meandros al pasar por Sepúlveda, ya que la formación geológica es mucho más antigua que la población y que el propio ser humano.
Podemos comenzar la caminata desde la hermosa población de Sepúlveda, pero antes, nos metimos en un bar a tomar un café, que ya hacía un buen rato del desayuno de la mañana. ¿Para qué tocar el coche si ya estaba aparcado? Vamos a disfrutar de una agradable caminata urbana, donde observamos, por ser verano, centenares de aviones, y saliendo poco a poco del mismo pueblo, bajando por la Puerta de la Fuerza hasta el mismo cauce, ya empezamos a contemplar el siempre majestuoso vuelo de nuestro querido buitre leonado. Las vistas desde la mencionada puerta fortificada, ya invitan a bajar al río.
El camino está señalizado, y podremos ver algún buitre en su posadero a escasos metros de nosotros, lo que nos hace ver que están muy acostumbrados al paso de animales de dos patas con camiseta.
El cauce se libra por un puente, y el sendero fluvial es majestuosamente acogedor. Estamos rodeados de paredes, y en algún momento hay que superarlas… parece una encerrona. El recorrido por la parte baja del cauce es relativamente corto y enseguida se comienza a subir buscando de nuevo el pueblo y describiendo un trazado circular bastante agradable.
Fue llegar al vehículo, tras otro paseo por Sepúlveda, ya con algo más de temperatura ambiente y más gente también, y conducir por la SG-V-2323 hacia Villar de Sobrepeña, por donde disfrutaremos desde el coche de unos paisajes bastante abruptos y de una carretera sinuosa que cruza el Duratón hacia Villaseca, donde giramos a la izquierda por un camino de zahorra artificial que levanta bastante polvo, y por el que se puede circular tranquilo con un turismo, pero siempre pendiente de algunos turistas que vienen por detrás levantando más polvareda que cualquier participante del Dakar… el turismo hoy día es así: hay que ver muchas cosas en poco tiempo, y tener la paciencia de ir como nosotros, a 10 km/h por la pista aquella, parece que es un anacronismo que ya nadie entiende. Allá ellos.
¿Y hacia donde vamos con tanta tranquilidad y otros con tantas prisas? Hacia la Ermita de San Frutos, que se levantó en un acantilado rodeado de meandros y paredes inexpugnables, donde sólo puede habitar el buitre leonado, la chova piquirroja y el avión rupestre. Hoy día el río está domado y embalsado… hablamos del embalse de Burgomillodo, del cual nos hablaron unos montañeros el día anterior ascendiendo a Cebollera Vieja. 
Una pequeña caminata por esta zona turística a tope, merece la pena sólo por ver la geología del entorno y la cantidad de aves que vuelan allí a pesar del gentío.
Si te gusta observar fauna de cualquier tipo, puedes colaborar en una plataforma que tiene página web y aplicaciones para uso en aparatos móviles, y que incluso se usa como una especie de cuaderno de campo para donde no hay cobertura, o si no interesa gastar datos inútilmente… tu vas apuntando ahí, y al llegar a casa, puedes subir todo junto a la plataforma. El sitio se llama Observation.org y es algo así como ciencia ciudadana; se aportan datos, para que queden ahí, para un estudio posterior de alguien que tenga un proyecto. Lo interesante es que la observación se hace con coordenadas, y se puede meter la cantidad de individuos que se ha observado. No está de más, es divertido, y se aprende. Yo lo hago sólo por diversión, y sin demasiada exactitud, pues no suelo llevar una libreta para apuntar, ni tengo móvil con app. Al llegar a casa, en el ordenador, voy recordando. Es un buen método para prevenir el Alzheimer… además.
Estos días avistamos una buena cantidad de aves, desde pequeñas paseriformes que hace unos años nos parecían todas iguales, hasta grandes rapaces… y por supuesto vimos a la rapaz de mayor tamaño de la península, y más de una vez. Es una buena zona para contemplar la naturaleza y para caminar por lugares bastante tranquilos, que es algo que cada vez es más difícil de encontrar. Lo curioso, es que desde la cumbre de Cebollera Vieja, ves todos estos páramos, y parecen una gran llanura… pero la realidad es totalmente distinta, y la biodiversidad que encierra el páramo, es muy importante para nuestro futuro.
El páramo es un terreno alpino, difícil, expuesto, con vegetación muy baja, con gran amplitud térmica, de componente caliza en su mayor parte, cortado por grandes valles fluviales, como este o el del Riaza, y una extensión muy inspiradora a nivel poético y musical. Antonio Machado, cuya vida recorrimos en noviembre en una exposición en Sevilla, escribió al páramo en La Sombra de Caín, y Roberto Iniesta, le dio forma de canción en una de sus composiciones:
“Salgo a pasear por dentro de mi, veo paisajes que de un libro de memoria me aprendí. Llanuras bélicas y páramos de asceta, no fue por estos campos el bíblico jardín, son tierras para el águila, un trozo de planeta por donde cruza errante La Sombra de Caín… bajé las escaleras, sí, de dos en dos, perdí al bajar el norte y la respiración… ¿Y por las noches, qué harás? Las paso descosiendo, que hay un arco por tensar.”
Y en Buscando una Luna, el Robe hace otra referencia literaria… la del arco por tensar, refiriéndose a Ulises, Telémaco y Penélope. Y es que Robe es un genio… pero yo no iba a hablar de Robe… que nunca está de más, aunque vayamos a robar cerezas, de las del valle del Jerte… iba a mencionar a una banda de rock Stoner,  que conocí hace años… más de una década, en el programa de Javier Gallego de Radio3: Carne Cruda. Ellos son El Páramo. Dales una vuelta, que vas a flipar.
Entrada a Sepúlveda.

Plaza de España.


Santuario Nuestra Señora de la Peña.

Río Duratón.

Puerta de la Fuerza.


Dentro del cañón del Duratón.

Puente Picazos.



Aviones comunes y rupestres.

Buitres leonados.

Embalse de Burgomillodo. Hoces del río Duratón.


Buitre leonado en vuelo.



Ermita de San Frutos.



sábado, 7 de diciembre de 2024

Ascensión al Pico Cebollera o Tres Provincias (2128m).

Estamos en el Sistema Central, en la Sierra Cebollera, y hemos conducido hasta Somosierra, localidad madrileña desde la cual acometemos esta durísima subida.

Podemos decir que en el Puerto de Somosierra se cambia de estación… venimos del verano (Madrid) y nos vamos directos al invierno. Es el motivo por el cual tantos madrileños abandonan la capital los días tórridos huyendo en masa hacia Riaza, por ejemplo. Además, Riaza da muchas posibilidades.

Septiembre es un mes caluroso, pero en esta montaña la cosa cambia; por lo tanto, se despunta como un buen plan veraniego.

Empezamos muy temprano, ya que Riaza está muy cerca de aquí, y hacía frío para ser septiembre. Aparcamos en la gasolinera, y en realidad no sabíamos por donde meterle zapatilla a este pico. Titubeamos, nos dimos la vuelta… vimos la estación meteorológica de AEMET… y cogimos carretera abajo, buscando un camino que entra hacia la sierra. Dimos con él.

Al principio se llanea un poco, y unos colegas de Aranda, se animaron también a subir temprano, pero ellos se desviaron para ver la cascada de los Litueros, o la peña del Chorro; nosotros la dejamos para la vuelta. De todas formas, hay otras opciones de ascensión, y seguramente con menos pendiente que la elegida por nosotros.

El camino se torna ascendente en su máxima expresión… y destrozado… piedra suelta, arena suelta, huellas de maquinaria pesada de cadenas… una maravilla, vamos. Pero es lo que hay por esta vertiente… es zona de aprovechamiento forestal, y estaban las máquinas trabajando sacando madera de Pinus sylvestris.

A pesar de la batalla, los carboneros garrapinos no faltaron, y por supuesto, vimos buitres leonados volando, incluso posados. Siempre es un placer ver a estos dóciles animales que adornan nuestras ascensiones; le tenemos un cariño especial al Gyps fulvus. Desconocemos cómo resuelven aquí el conflicto entre saca de madera y nidificación.

Nos enmarronamos un poco, por atrochar, y atravesamos toda una ladera, sin camino… muy guapo el sitio. Dimos con la pista, o más bien cortafuegos, más arriba. Vimos pasar varios pájaros que no supimos identificar, y eso que eran bastantes. En este recóndito tramo boscoso aprovechamos para tomarnos un café tradicional y unos frutos secos con fruta fresca. Imprescindible.

Una vez alcanzado el cortafuegos, la ascensión no tiene más ciencia. Al llegar arriba, hay un vértice geodésico y un monumento a los agentes forestales. Nos encontramos con dos chavales con los que intercambiar dispositivos de captura de imagen, y resultó que uno de ellos es de Paterna… ¡vecino nuestro, casi! Esperemos que le vaya muy bien en los madriles, aunque no creemos que lea este blog.

Teníamos una misión esa mañana, o dos, y era la de restaurar el geocaché del Pico Cebollera o Tres Provincias, que estaba destrozado y no era más que un amasijo de basura plástica. Tiene poquísimas visitas. Y, ya que, hemos dicho que hay una segunda intención, no es otra que la de volver a encumbrar un trifinio. Nos encantan los trifinios, y aquí hay uno interprovincial que no hace falta explicar.

Hay bonita panorámica desde aquí arriba, pues la cercana sierra madrileña se ve, y hacia el norte se divisa un buen paisaje, con Sepúlveda a lo lejos, o el Pico del Lobo, en el cual habíamos estado hacía unos días. Dieron bastante juego estos días por Riaza y se aprovechó bastante el entorno. En lo musical, este tipo de paisajes inspiran a escuchar cositas como Desperation, de Humble Pie, del lp As Safe as Yesterday Is, que encajan a la perfección las notas y melodías con lo que la vista va degustando. Puede ser que la música de pueda ver de alguna manera… que se pueda escuchar con la vista, y sin referirse a leer el pentagrama, si no a observar un paisaje y que vaya evocando acordes, melodías, ritmos… Humble Pie puede tener esa capacidad de unión entre lo visual y lo sonoro.

Sirva de homenaje al inestimable servicio de esta agencia de meteorología.

Las anunciadas nieblas matinales.




La madera recién cortada, qué bien huele.


Por aquí vimos cruzar de izquierda a derecha cantidad de aves.

La parte final del cortafuegos. La Sierra de Guadarrama al fondo.

Monumento a los Agentes Forestales y el vértice detrás.

Buscando el geocaché, a mis pies.

Se la dedicamos a María Jesús, que le gustan los vértices.

Recuerdos dolménicos desde el trifinio.

Podarcis muralis.

Curioso, ¿verdad?

Roquedos, con algún colirrojo adornando, y muy tizón.


Cascada de Litueros.


Foto finish.

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Neila. Un Parque Natural imprescindible.

Y ascensión al Pico Campiña, de 2049m de altitud, al que también se le conoce, según hemos leído por ahí, como Mojón del Muelle. 

Este recorrido por el Parque Natural de las Lagunas Glaciares de Neila, es un necesario complemento para conocer mejor el Sistema Ibérico, ya que hemos visitado la zona de los Picos de Urbión, que son vecinos en la distancia, y visibles el uno desde el otro. Además, estos Parques se tocan en un tramo.

El comienzo de ruta fue un poco desconcertante, pues no traíamos nada preparado. Fue dejar el coche quieto, ponernos las botas y buscar… vimos señal de un sendero que baja. Comenzamos bajando… mal asunto… más que nada porque siendo así, ¿para qué has subido tanto con el coche, quemando gasoil?

La bajada es espectacular… un bosque con mayúsculas, que nos condujo a una pista forestal… desde la cual podríamos haber comenzado habiendo dejado el coche más abajo. Ya era tarde. Y en la pista giramos a la izquierda… hacia la laguna de la Cascada y el refugio del mismo nombre, un poco deteriorado. El entorno es realmente bello y se respira tranquilidad, todo está verde… parece que el señor verano no hubiera pasado por aquí. 

Seguimos las marcas del sendero tras observar un poco en la laguna y acercarnos a la cueva de Los Potros. En esta laguna nace el río de Paúl Grande, que más abajo se une al Arcillar, y pasa por Neila., Llegamos a un cortafuegos, atravesando otra zona especialmente boscosa, y vemos que esta línea o franja cortafuegos, es linde del Parque. 

Lo tomamos (el cortafuegos) en sentido ascendente… en el sentido más estricto y ascendente de la palabra ascendente (no pienso disculpar la redundancia).

Por esta zona, la cantidad de carboneros garrapinos y trepadores azules que hay, no nos dejan ni un segundo de silencio. Muchísimo pajarillo. El cortafuegos te deja sin aliento… literalmente… pero traemos cafelito y plátanos para mitigar la fatiga. Y tras dar buena cuenta del pequeño almuerzo y firmar un geocaché (11 en total en esta ruta), seguimos ascendiendo en busca de la cuerda que recorre la zona alta de las lagunas. Esta zona se llama Los Tejos.

Vamos saliendo del bosque y en un enorme hito, donde se une el otro camino que viene directo desde la anterior laguna, ya se despeja el panorama visual. El sendero siempre es evidente, hay hitos, y de vez en cuando veremos una tablilla de dirección.

Los jóvenes pinos que pueblan la arista cimera, no nos impiden las vistas. A nuestra izquierda, la Laguna Negra y al fondo, Laguna Larga; topónimos muy recurrentes. A la diestra, la Sierra de Neila con el Alto de Haedillo. La arista se recorre con un marcado rumbo Norte-Sur, y cuanto más nos acercamos al Vértice Geodésico, menos arbustos nos rodean. Las formas del modelado glaciar de estas montañas son realmente descriptivas. La luz era muy buena, pues evolucionaron nubes de altura quitando sombras molestas. Hacía fresco, para ponerse chaqueta.

El circo glaciar es precioso, con las dos lagunas abajo. Desde el VG Campiña tuvimos un buen momento para acabar con las viandas y contemplar todo el paisaje con detenimiento… incluso para charlar con una pareja de valencianos que pasó. Ahora, escribiendo esto y tras el paso de la DANA que ha arrasado precisamente la zona del Turia, no nos queda más remedio que sentir tristeza y preocupación. Esperemos que estén bien. Han sido muchas vidas perdidas y un desastre sin precedentes, que se podría haber reducido si los planes de protección civil hubiesen funcionado tras conocerse la alerta de la AEMET. Ya no podemos hacer nada, sólo apelar al sentido común.

La bajada desde esta cumbre hasta el lugar de aparcamiento, es un suave paseo por el cual divisas las mencionadas lagunas a la izquierda, y laguna Brava y de las Pardillas a nuestra derecha. El topónimo de esta segunda laguna, nos recuerda a uno de los patos más bonitos que jamás hayamos visto, y que está en peligro crítico de extinción, y no es otro que la cerceta pardilla (Marmaronetta angustirostris).

Bajando, ya con el coche, entramos en la necrópolis de Revenga, en la que hay datadas unas 140 tumbas antropomorfas de época medieval, encontrándose en un buen estado de conservación. También visitamos Regumiel de la Sierra a ver las icnitas, que son huellas fósiles de pisadas de dinosaurios. Es un registro fósil realmente impresionante, y está puesto en valor para que los conozcamos. Es de entrada libre y hay paneles informativos. Ambos enclaves nos venían al paso, y por último, subimos hasta Castroviejo, en Duruelo de la Sierra, donde veremos una especie de Ciudad Encantada, un laberinto de piedra, con una erosión caprichosa que ha formado unos paisajes dignos de visitar. Y es que nosotros, no bebemos cerveza tras la caminata… ese tiempo lo empleamos en conocer más rincones antes de retirarnos a descansar. El tiempo es oro… dicen… pero en realidad, tiene más valor aún.

“Juré no perder nunca la cabeza… no lo he cumplido, ten la certeza”. Robe. 






Laguna de la Cascada


Cueva de los Potros

Cortafuegos

El desprendimiento que se veía desde la laguna

Saliendo del bosque

Laberinto pétreo

Gran hito donde confluyen la senda de los Tejos y la de la Cascada

Laguna Negra. ¿Te imaginas que fuera posible otra vida?

Alcanzando la cuerda. ¿Que hubiera alternativa a esta deriva?



Balcón a las dos lagunas.

Negra y Larga. 


VG Campiña. No se puede ser joven sin estar en conflicto.

Ambas lagunas desde el pico Campiña.

Laguna Brava

Laguna de las Pardillas