miércoles, 5 de febrero de 2025

Sierra de las Nieves, con nieve.

Cada vez es menos habitual que Sierra de las Nieves se cubra de un manto blanco, tan vital para este ecosistema, como necesario para los que gustamos de disfrutar haciendo "alpinismo" de andar por casa. El maldito cambio climático.

Si a la imprescindible afición de caminar por la montaña y ascender cumbres... sea inútil o no, añadimos nuestra reciente afición a observar aves... inútilmente o no, la caminata se puede extender más de lo necesario; resumiendo: hay que decidirse por algo... quien abarca mucho, poco "apreta".

Sierra de las Nieves es un parque al que le tenemos un especial cariño, desde hace mucho, mucho tiempo. Desde la primera vez que subí al Torrecilla, creo que en 2002, han sido muchas las incursiones por este delicado entorno, escudriñando caminos a diestro y siniestro, para conocerlo en profundidad. Una curiosidad, es que llevaba 20 años escuchando el pito real ibérico en el mismo sitio, sin saber hasta hace 2 años, que se trataba del Picus sharpei.

Pero ciñéndonos a la actividad de este martes 4 de enero... el domingo por la noche, vimos en meteoexploration, que se pronosticaba un paquetón del orden de los 30 cm o más para el lunes. El sábado habíamos estado en Grazalema en una jornada de divulgación científica de la Sociedad Gaditana de Historia Natural para presentar una guía de campo de malacología, elaborada por Félix Ríos y Rafael Obregón, y allí estuvimos, nos trajimos un ejemplar, y acompañamos la jornada con una salida al campo, en la falda del Peñón Grande, escalado tantas veces, donde para nuestro deleite, Félix encontró 3 ejemplares de una especie de caracol que por el momento no se había citado en Cádiz. ¡Hallazgo! Hizo frío, pues tras la jornada, fuimos al Puerto de las Palomas, a ver si halcón peregrino había... y había... y hacía un frío bastante interesante. Por lo tanto... el dato científico de nuestras amigas de meteoexploración, cobró bastante interés por nuestra parte, y bastante precisión por la de ellas.

El lunes dormimos en Ronda, para, temprano, estar en el Puerto del Caucón, Yunquera, y comenzar a caminar cuando serían las 8:30 de la mañana... una fría, pero aceptable mañana. Le metimos hierro al pinsapar de Yunquera, hasta el desvío del Tajo de la Caína, y subimos hacia la cañada de la Perra, donde a media cañada, y dos horas de camino, empezamos a pisar nieve de continuo.

Cuando paramos a tomar un té, cerca de las 11 que eran, nos adelantan dos de Málaga. Por delante de ellos, viajaba un chavalote... a juzgar por las recientes huellas... por cierto, huellas, tanto unas como otras, que no paraban de errar en el camino. Nosotros, no se porqué, marcamos la huella perfecta... la que se ceñía estrictamente al sendero.

Al cabo, los adelantamos de nuevo, mientras ellos comían algo. Hablamos de nuevo y continuamos... hasta que llegó un momento en que nos salimos perpendicularmente al camino, marcando un rumbo estrictamente directo al Peñón de los Enamorados... y poco a poco, se fue cerrando en niebla densa, hasta desaparecer el citado peñón de nuestra vista. La nieve, a pasos estaba compacta la capa, y en otros momentos te metías hasta las rodillas... el paquete era considerable. La visibilidad muy escasa... ni siquiera se veía el Pinsapo de la Gotera. Encumbramos nuestro objetivo, con nieve virgen, sin huellas... bueno, para no mentir, había una huella abierta casi en la cumbre.

Y esto fue todo... una jornada memorable entre el blanco manto níveo y la blanca y densa niebla, que a veces te hacía perder el equilibrio por no tener clara la percepción de horizontalidad del suelo.

Así despedía Ronda su primer lunes de febrero.

El pinsapar de Yunquera.

La mencionada Yunquera y sierras Prieta y Cabrilla por detrás.

La nieve estaba alta.

El Torrecilla completamente blanco.

Macronutrientes.

Algunos bellos ejemplares de Quercus alpestris.

Abrimos huella todo el tiempo.

Condensación de un incipiente y muy suave Levante.

Huellas... no somos los primeros.

Los bellos juegos de luces de la Meseta de Quejigales.


Y al fondo se ve el mar.

Nuestro Enamorado objetivo.

Muy cencellado pero fácil de ascender.

¿Abrimos huella?

No. No abrimos huella...  ¿Pasó primero una perdiz?

Foto Finish.

Bajamos del Peñón de Enamorados muy a gusto.


Por ahí andaban los carboneros comunes (3), los únicos pájaros que vimos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario