viernes, 15 de abril de 2016

Ascensión a Los Monteros por el arroyo la Peguera

Una convocatoria llevada a cabo por un grupo de aficionados a la bicicleta, de San Fernando, fue lo que nos motivó a meter el tándem en el coche y salir a oscuras, un domingo, hacia el polígono de La Palmosa, en Alcalá de los Gazules, donde montamos lo que tuvimos que desmontar en casa, para que nuestra peculiar bicicleta se pusiese en marcha.
Iban apareciendo caras conocidas y los saludos mañaneros se sucedían unos tras otros… muchos se interesaban por el tándem, pues seamos realistas, en nuestra zona, es poco común ver este tipo de alegres y divertidas máquinas.
Hacía un poco de frío… ¿cómo se diría en inglés?, ¿Cold? Ése es el título de una preciosa canción de Black Country Communion, una superbanda en la cual militaban una selección de los mejores músicos que se puedan escuchar… guste su estilo o no.
El pelotón se congregó para tomar una foto de salida, y el fotógrafo se tuvo que alejar bastante… eran cuasi cuarenta los coloristas deportivos que tomábamos la “salida” a cuasi las ocho y media de aquella nublada y amenazante mañana.
Previsiblemente, podría llover, y tras doce kilómetros de asfalto por la vía de servicio, sentido Los Barrios, giramos noventa grados a la izquierda, para entrar por el carril que va ascendiendo al Coll d´Membrillo, de 301m, paralelo en sus inicios al arroyo que da título a la entrada, y siempre por la margen izquierda.
Comienza a lloviznar, poco, pero agradable incluso… la única pega es que hay compañeros que es la primera vez que suben y no pueden disfrutar de la amplitud visual que ofrece esta ascensión. Al pasar el mencionado puerto, hay un descanso, y tras una parada de cortesía para que llegásemos los que estamos menos en forma, continuamos ascendiendo, disfrutando de miradores, canutos, camaradería, y de una meteorología que poco a poco se iría cerrando.
Alcanzamos la carretera que sube a la estación de vigilancia (E.V.A. 11), y cada vez llovía más… el viento arreciaba conforme tomábamos altura… nuestra única referencia era el altímetro del gps. Curvas y más curvas, y ya empezamos a cruzarnos con compañeros que volvían de cumbre. Comentamos que las condiciones arriba debían de ser duras, pues todos bajaban sin esperar al grupo… paramos a ponernos el impermeable, y las piernas se enfrían en un instante. Arrancamos de nuevo el tándem y continuamos para encumbrar. Era la primera vez que Isabel ascendía en bicicleta aquella montaña, y para mi, como si lo fuese, pues hacía justo 15 años que no pedaleaba por allí.
Llegamos a la cancela que da acceso a las instalaciones militares, y ni siquiera se veía la esfera que cubre el radar, y mira que es grande.
Llegaron los últimos camaradas mientras intentábamos sacar una imagen borrosa para el recuerdo, y lo desapacible del momento, hizo que esta pequeña ascensión se convirtiese en épica… ¡con la izquierda!... 1, 2, 3 … y nos tiramos hacia abajo, desafiando la gravedad, los materiales, y la lluvia. Hay que estar muy sincronizados cada vez que arranca y para en tándem. El asfalto bastante resbaladizo, las manos casi insensibles… aprietas las manetas y no tienes la certeza de que los frenos se vayan a activar… el frío intenso y el cuerpo mojado empieza a hacer mella… a veces, el tándem roza los 50 km/h… y es el momento de tirar el ancla para negociar herraduras, algunas de más de 180 grados… imagino que ir detrás debe ser una experiencia aterradora, pero la copiloto bajó aquel puerto todavía mejor que el piloto. Sin una colaboración extrema y al unísono, es imposible manejar semejante aparato. Ha sido la prueba de fuego… una bajada sin cuartel, bajo la lluvia… sometidos al dolor de las entumecidas extremidades… desafiando el equilibrio y la capacidad de comunicación.
Al llegar de nuevo al cruce con el camino de tierra, allí estaban muchos de los compañeros, esperando al resto de rezagados, dando saltitos como una chirigota bajo aquel techado, para entrar, o al menos intentarlo, en calor.
Tras un poco de avituallamiento sólido, y concentrarnos todos de nuevo, empezamos a bajar hacia la autovía… por donde habíamos ascendido.
Una jornada perfecta, sin incidentes, con bastante alegría de por medio, y gracias a los compañeros ciclistas de la Isla por organizarla.
Gracias por supuesto a Edu y Paco por prestarnos unas formidables fotos para decorar esta entrada.




















1 comentario:

  1. http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=12901881

    El track del camino, por si a alguien le interesa.

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