Pocas veces aprovechamos el entorno de los Llanos del Campo, Cerro de las
Cuevas, y alrededores, así que nos aventuramos, tras quedar de nuevo con Andrés
y Pepa, y nos metimos, parafraseando a Juan de Pablos, hasta las cejas.
Musicalmente hablando, esta última expresión es sinónimo de arqueología…,
que es lo que solemos hacer habitualmente, buscando grupos o solistas poco
conocidos, o que fueron famosos en su tiempo, pero están un poco olvidados. Era
el caso de la ELO (Electric Light Orchestra), que la teníamos ahí, aparcada,
sin prestar atención a un vinilo que anda por casa, y que es una delicia para
los sentidos. Si estás deprimido, o aburrido de la vida… ya sabes: ELO, y que
miren.
Nada más cruzar la carretera, tomamos rumbo Sur hasta el mirador del
Castillo de Aznalmara, y retrocedimos buscando alguna vereda que nos subiese al
Cerro de las Cuevas, encontrando una trocha, desdibujada, que llegaba un
momento en que se perdía en zona escarpada y con abundante monte bajo… o sea,
impracticable, decidiendo dar media vuelta y caminar, aunque fuese un poco más,
pero por algún camino más cómodo.
Acabamos en el Cortijo del Escribano, y ascendimos por la Garganta del
Boyar… una zona preciosa, que todo hay que decirlo, con un camino más que
aceptable, aunque con la incertidumbre de si encontraríamos buen paso hacia la
finca de Las Cuevas… y lo encontramos, pidiendo permiso a una señora muy
amable, que tuvo el placer de hacernos pasar por su finca y abrirnos la
cancela. Y de paso, nos contó alguna historia de excursionistas perdidos por
esa zona y a los que tuvieron que ayudar… entre otras cosas.
Una vez “enpistados”, que no despistados, llegamos a la carretera, por
donde enlazamos de nuevo con la zona recreativa donde empezamos la aventura.
Si me hubiérais preguntado antes de ir...
ResponderEliminarPrecisamente decía Fran: ¡Esto es territorio Pacorrillo!, seguro que él conoce perfectamente como subir sin desbrozar.
EliminarUn saludo, y gracias por participar.