martes, 4 de octubre de 2022

Otro tiento al Curavacas, de 2524m de altitud.

Ya estaba empezando a hacer calor en Cervera de Pisuerga, el estío ha sido horrible en todas partes… esta maravillosa comarca no se iba a librar… pero hay formas de capear el exceso de calor: Ascendiendo al Curavacas.

Desayuno bien y a oscuras; conduzco a oscuras; me ato las botas, hablo con un paisano en Vidrieros, y me dice por donde tengo que ir… por la calle Chica…ya no me acordaba… hacía 10 años justos que ascendimos al Curavacas.

No llevaba nadie por delante… sólo un gran grupo de corredores de montaña (cabras), pero eso fue casi arriba.

Una vez sales del barranco y dejas atrás los Prados de Cabriles, entras de lleno en una zona de escobas, donde verás la fuente de Cabriles… a partir de aquí entramos de lleno en la pedrera, pero antes, bebimos de esa fuente cuasi mágica y en su nueva taza comunitaria.

 El Curavacas es posiblemente el mayor ejemplo de la península de conglomerado de bolos rodados. Es sencillamente espectacular. La pedrera me pareció más erosionada que hace una década… será normal, ahora sube mucha más gente que antes. Los colores de las piedras no dejan de sorprender… color óxido, verdes, grises… todo un arcoíris mineral a disposición de la vista y el tacto.

La empinada vertiente por la que se sube es bastante agotadora, y nos vamos metiendo en el Callejo Grande, donde los escarpes se acentúan y el riesgo aumenta, potenciado además por los peligrosos bóvidos, que por cierto, llegan a desplazar al autóctono rebeco. Tenemos paredes enormes a nuestra diestra y todavía viajamos en sombra.

Sobre 2400m o algo más, alcanzamos la Horcada Callejo Grande, algo delicada de pasar si estuviese el terreno mojado, y así nos metemos en la vertiente opuesta: Norte. Giramos a nuestra izquierda buscando la cumbre, donde hay un buzón, una cruz, un cencerro, y una base de vértice geodésico. La mañana ofrece el instante perfecto para disfrutar de la soledad de este buque insignia de la Montaña Palentina. No eran ni las diez de la mañana de aquel siete de agosto y tenía el mundo entero bajo mis ojos… sin viento… sin ruido… nada ni nadie… y al cabo de un rato empezó a llegar gente… Jesús, de Cervera, y Eneko, de Bilbao. Me quedo con ellos.

Ni más ni menos que una hora anduve por encima siempre de las nubes, parafraseando a Robe… y no me arrepiento. Llevaba mi prismático, como siempre, y estuvimos viendo El Cable, de Fuente Dé. Sin unos buenos prismáticos, en la montaña no eres nadie… estos tienen ya casi 25 años y ha llegado el momento de renovarlos por algo más moderno; de 12x30 he pasado a 8x32… un mundo de luz y de campo visual de diferencia.

Así que descendemos, con idea de repetir en el restaurante Taxus, en Cervera… donde te cuidan como si de un hijo se tratase. Quien nos iba a decir que tras esta agradable comida y casi dos meses después, conoceríamos en directo y en Los Palacios, en el festival Tomate Blues, una de las bandas de este género musical más frescas y placenteras que hayamos visto en directo. The Cinelli Brothers es un cuarteto de buenos músicos, y muestran sus habilidades cambiando de instrumento varias veces durante el concierto y ofreciendo un divertido y elegante show de calidad. Tuvieron la amabilidad de firmarnos el Cd, que lo adquirimos en los puestos de venta que cada año montan en el Tomate Blues. Este festival se consagra definitivamente como uno de los imprescindibles de nuestra geografía. Podemos afirmar que se trata de organizadores muy comprometidos y ambiciosos de ofrecer buena calidad musical y humana. El festival se financia de la barra y la venta de camisetas. La entrada sigue siendo gratis después de una década de programación y promoción de buenas bandas. El rock y el blues, no han muerto.

También podríamos escribir sobre el cuidado del Chorlitejo patinegro y los vencejos, y sobre la gran labor que lleva a cabo la Sociedad Gaditana de Historia Natural… pero eso será en próximas ediciones… por ahora, despidamos el Curavacas con un buen blues.

 

























2 comentarios:

  1. Buena crónica... Curavaca y Espigüete siempre en mi mente, espero darles una día una visita, pero a otras horas. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Salvador, muchas gracias por comentar. Es cierto eso que dices: Curavacas y Espigüete... dos clásicos de la montaña palentina... El Espigüete impone... cuando vas subiendo al Murcia, que lo tienes en primer plano todo el día, te deja con la boca abierta. No nos extraña que tenga tan buena prensa; es un símbolo.
      Un abrazo, y a ver si nos vamos acercando al mismo sitio y nos vemos...

      Eliminar